Sociedad

1/9/2023

La muerte de Silvina Luna y la mercantilización de los cuerpos

Otro resultado de la presión que se ejerce sobre las mujeres, particularmente aquellas que se dedican a la actuación o modelaje.

La actriz y modelo tenía 43 años.

Luego de 78 días internada en el Hospital Italiano, este jueves 31 de agosto falleció la actriz y modelo Silvina Luna, a sus 43 años. Fue producto de una infección que contrajo los últimos meses, que complicó su delicado estado de salud: tenía insuficiencia renal crónica y estaba en diálisis, como consecuencia de las cirugías hechas por el médico Aníbal Lotocki.

Semanas atrás había fallecido, a sus 49 años, Mariano Caprarola, quien también se había practicado una cirugía estética con el mismo cirujano, tras un shock hemorrágico que derivó en un paro cardíaco.

Ambas muertes estarían relacionadas con aplicación de metacrilato, un producto sintético compuesto por microesferas de acrílico con usos principalmente industriales. En medicina se utiliza su resina para fabricar prótesis óseas y dentales, así como en cirugías específicas. Vale aclarar que en Argentina desde 2011 está prohibido su uso en cirugías de aumento de glúteos y pantorrillas porque es un material que puede migrar a otros tejidos, causando embolias pulmonares, insuficiencia renal y cardíaca.

Junto con estas muertes hay decenas de famosos y personajes de la farándula, entre los que se incluyen Stefi Xipolitakis, Pamela Sosa y Gabriela Trenchi, que están sufriendo las consecuencias de la mala práctica médica y estafas hechas por Lotocki. Lejos de ser excepciones, esto se enmarca en un contexto social y político en donde la presión que se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres, particularmente aquellas que eligen dedicarse a la actuación, modelaje e incluso periodismo, termina siendo mortal.

La imposición de estos modelos estéticos que refuerzan los estereotipos de belleza hegemónica, incitan a las mujeres a realizarse todo tipo de procedimientos médicos, llegando hasta las últimas consecuencias para adecuarse a estas exigencias. En el caso de la industria del modelaje, estas presiones se ven multiplicadas al punto de ser rechazadas en trabajos por no cumplir con los pesos o las medidas exigidas, promoviendo prácticas para alcanzarlos que derivan en serios trastornos de la conducta alimentaria.

Claramente la responsabilidad no es de las víctimas que llegan a este punto, sino de un sistema social que aprovecha la vulnerabilidad para hacer negociados; es otro ejemplo más de la mercantilización de los cuerpos y de la salud.

No solo es una problemática que abarca estos ámbitos, sino también sucede muy frecuentemente en la comunidad travesti-trans, donde ante la falta de acceso a un empleo formal se recurre a la prostitución y para eso se ven sometides a prácticas estéticas con productos como el metacrilato o incluso peores, llevando a que su expectativa de vida sea de 35 años.

Frente a estas problemáticas tan graves es necesario profundizar la lucha por justicia, cuando caso tras caso se hace oídos sordos a las denuncias de las mujeres por violencia de género, femicidio o abusos. Además, hace falta la real implementación de la Educación Sexual Integral, que permitiría cuestionar los estereotipos impuestos sobre los cuerpos desde edades muy tempranas. También es fundamental el real acceso a un sistema de salud mental que acompañe y atienda las necesidades de la población, particularmente de las y los jóvenes que son les que más sufren las presiones del sistema capitalista.

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