Sociedad

3/5/2023

La policía de Larreta le incautó la mercadería a un vendedor ambulante para forzarlo a pagar una habilitación

En el Día Internacional de los Trabajadores, lo dejaron sin sustento.

La policía de CABA increpó a Pablo y le confiscó las empanadas.

“No me pueden hacer esto, me quedé sin laburo hace 15 días y tengo dos pibes, loco” exclamó Pablo con impotencia cuando la Policía de la Ciudad le incautó las empanadas que estaba vendiendo en Parque Centenario para poder sobrevivir.

Este atropello policial ocurrió justamente el 1° de Mayo, mostrando hasta qué punto llega el despojo a los trabajadores bajo este régimen social. Lo ocurrido con Pablo retrata la realidad de miles, que de forma recurrente deben lidiar con la frustración de perder el empleo y tener que comenzar de nuevo, con una familia a cuestas y sin esperanza alguna de conseguir trabajo con plenos derechos laborales.

Los gobiernos, además de garantizar esta dictadura patronal, tienen el descaro de cobrarles una habilitación a los vendedores ambulantes, que, ante la falta de trabajo genuino, salen a ganarse la vida como pueden. A su vez, no dudan en confiscarles la mercadería en caso de incumplir con ese canon, apelando a la represión policial. Finalmente, condenan a sectores enteros a rebuscarselas mediante changas y luego hostigan a quienes se encuentran en esa situación y les retienen el poco dinero que juntan.

El desprecio de clase que motivó el accionar de los uniformados no tiene nombre. Pablo hasta debió rogarles que no le quitaran el carro explicándoles que no era suyo y lo tenía que devolver. De todas maneras, tuvo que tragarse la bronca de que le sacaran despiadadamente su único medio de subsistencia: esas empanadas que logró hacer con los exiguos recursos que le quedaban, junto con la mesa donde estaban apoyadas -sin que aquí cupiera ningún pretexto bromatológico.

Los vecinos, indignados por lo sucedido, inmediatamente se solidarizaron con el vendedor y filmaron el episodio para que quedara registro del abuso policial. Le reprocharon a los agentes que “acá todas las noches venden droga y no hacen nada”, evidenciando que la única función de la policía es amedrentar a los sectores populares, mientras nutre sus cajas paralelas con el dinero del narcotráfico cuyas víctimas principales son los trabajadores y la juventud.

“Ya me arruinaste, me sacaste todo”, lamentó Pablo frente a los agravios recibidos. Esa frase, nacida de la más absoluta desesperación, le pone voz a un sentimiento compartido entre buena parte de la población trabajadora, harta de trabajar de sol a sol y no poder llegar a fin de mes o no encontrar empleo luego de buscarlo arduamente. Es, antes que nada, una denuncia contundente a los políticos capitalistas, abocados a engrosar los bolsillos de unos pocos a costa del esfuerzo de las mayorías.

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