Sociedad

22/5/1997|540

La privatización de Racing

La privatización de Racing fue postergada a raíz de un escándalo de proporciones, en la asamblea de representantes que debía tratarla. Junto a hinchas descontentos, aparecieron personajes de la barrabrava y resultó herido un vocal de la comisión directiva y periodista del club. “Nuevos Clubes Argentinos” (NCA), la empresa que formalizaría el acuerdo con Racing, se retiró momentáneamente de las tratativas.


El Convenio de Préstamo, Financiamiento y Comercialización, tal el pomposo título del contrato, le otorga a NCA amplios poderes durante 5 años (con derecho a otros 5) para manejar discrecionalmente los ingresos por cuotas societarias, la televisación de partidos, la publicidad estática y la venta de jugadores.


La contrapartida de estas concesiones es un aporte de 20 millones de dólares para cubrir el déficit actual del club y un préstamo de 7,5 millones por año para su presupuesto. La ‘gentileza’ de NCA es remunerada suculentamente con tasas anuales que van desde el 6%,  por los 7,5 millones; 12 %, si va de 7,5 a 15, y 15%,  si supera este monto.


Bancarrota


Racing llega a este convenio con un pasivo de 20 millones de dólares, entre los que hay 12 millones de inmediata ejecución. Este es el corolario de una gestión que se presentó como encargada de barrer la corrupción y sanear las finanzas del club. Osvaldo Otero, su presidente, desplazó a la anterior conducción de De Stéfano, ex burócrata de la UOM y famoso por sus antecedentes matoniles dentro del aparato justicialista, en medio de graves acusaciones sobre sus manejos. De Stéfano fue expulsado del club, acusado entre otras cosas de malversación de fondos, que dejaba una deuda de 20 millones de dólares.


La deuda bajó luego a 12 millones de dólares por el aporte de diversos empresarios, pero ha trepado nuevamente: voceros de la oposición dicen que se eleva en realidad a 30 millones de dólares.


El ‘enroque’ de Otero


Otero proviene del radicalismo.


Asumió la conducción del club junto a Daniel Lalín, empresario, ex-funcionario de Grosso. Hoy, Otero y Lalín están enfrentados, luego que Otero se alió con De Stéfano, convocado para apurar el contrato con NCA. Atrás quedaron los tiempos en que De Stéfano dijo “mientras viva, Otero no será presidente porque es de la Coordinadora”, u “Otero es un ser despreciable que ya le vendió el alma al diablo”. Y las réplicas “De Stéfano no es capaz de manejar una calesita”, o “Jamás me reuniría con él” (Clarín, 7/5).


Aunque critica los términos de la privatización, Lalín la apoya, porque como dice “la propuse yo”, y porque “cobraría los 5 millones que le presté a Racing desde el 95” (ídem). Reclama que los inmuebles queden fuera del convenio y que Racing pueda salir de él en cualquier momento.


Como se puede apreciar, salvo los simpatizantes y socios, que son los convidados de piedra, todos están a favor de este convenio, que liquida los restos de la otrora ‘entidad sin fines de lucro’ .


Racing y Cía.


En una costosa solicitada, NCA manifiesta que se retira por el momento de las tratativas con Racing, pero además informa que brinda un “servicio deportivo” a una serie de entidades, entre las que se encuentran San Lorenzo de Almagro y All Boys. NCA tiene representantes del Banco Patricios y se ocupa de atender a la Asociación Bancaria.


La injerencia de las empresas capitalistas en la gestión de clubes de fútbol profesional termina con la ficción de las denominadas entidades deportivas. Los clubes son un negocio que ya tiene expresiones claramente financieras, como la cotización de Boca en la Bolsa o la salida de la tarjeta de River.


Pero el negocio más lucrativo es la transferencia de jugadores, donde se mueve dinero de dudoso origen. Este mercado se maneja con independencia de los resultados deportivos. Macri señaló que la temporada de Boca fue buena, contando los billetes que se embolsó entre la compra y la venta de jugadores revalorizados, luego de pasar por la ‘vidriera’ del club. En una nota, en Clarín, se pone de manifiesto que Colón, el equipo que  marcha puntero del campeonato, tiene un plantel que vale menos de la mitad que el de Boca, que está decimoquinto.


La privatización de los clubes es presentada como una tabla de salvación, luego del fracaso de la publicidad en los estadios, el PRODE, la televisión, la publicidad en las camisetas y la multiplicación hasta lo imposible de todo tipo de torneos.


La crisis en el fútbol sigue como una sombra la crisis del capitalismo.