Sociedad

26/1/2022

Las criptomonedas Zoe son acusadas de estafa piramidal

El mecanismo fraudulento con el que operan corrobora el carácter especulativo de las “cripto”.

En las últimas semanas empezó a sonar el nombre Zoe en redes sociales (y en los juzgados) como una estafa de índole piramidal, como las conocidas como “Esquema de Ponzi”, aunque ahora se trataría de una versión aggiornada en forma de criptomoneda. Lo curioso es que traía bajo el brazo una promesa inédita para las monedas digitales: tener respaldo, como cualquier divisa. En este caso no en otra moneda, sino en oro. Un evangelista, Leonardo Cositorto, es quien lidera Generación Zoe, un holding que prometía “democratizar la riqueza” y entregar un gramo de oro por cada Zoe Cash adquirido.

Cositorto presentaba muy seguro tener “minas de oro” en San Juan y Jujuy, lo que le permitiría asegurar un respaldo sobre la moneda digital. Esto de por sí choca de fondo con la naturaleza misma de las criptomonedas, que no pueden ser monedas reales precisamente por no estar respaldadas. En los “centros de canje” de la empresa, las Zoe Cash podrían ser, decía, reemplazadas por un gramo de este metal precioso. No obstante, todo esto fue puesto severamente en duda por la Cámara Minera de San Juan, que aseguró a Infobae que esta firma no es propietaria de ningún yacimiento en la provincia. Pero, más absurdo aún, el Zoe Cash llegó a cotizar en su mejor momento en el último año (tuvo un pico a principios de este mes)… 30 centavos de dólar. Cada “token”, o unidad de valor, era equivalente a, en promedio, $65. El gramo de oro cotiza en el mercado actualmente por encima de los $6.000.

Este líder evangelista asegura, además, que Generación Zoe tiene más de 100.000 inscritos a sus programas y asesorías financieras, “Zoe Coach”, donde Cositorto “enseña” cómo hacer inversiones y generar ganancias. Este fue uno de los argumentos para defenderse ante las acusaciones de estafa, que su empresa “trabaja en todo el mundo” y que cientos de miles de personas depositan su confianza en ella. Algunos condimentos en la historia rozan el ridículo, como que por ejemplo el Club Deportivo Español de Buenos Aires, que viene de una quiebra y recurrentes crisis económicas, comenzó el año pasado a pagar los premios e incluso parte de los sueldos de los jugadores de fútbol ofreciendo estas criptomonedas.

Pero al momento en que la entidad recibe la denuncia, sus unidades de valor se empezaron a desplomar, provocando un pánico financiero por el cual los inversores intentaron liquidarlas en el mercado antes de que el derrumbe sea total. Lo que, claro, solo aportó al cuadro.

Las promesas de los descomunales rendimientos empezaron a levantar sospechas y también acusaciones de estafa. La empresa RugDoc, que se dedica a constatar la veracidad de distintas criptomonedas, explicó que la misma funciona con un método fraudulento. Si bien es un proceso con cierta complejidad, se puede resumir que por cada inversión, los responsables de Zoe Cash manipulan la “blockchain” (o cadena de bloques) para crear más tokens y conservarlos ellos mismos. Así, un grupo selecto multiplica su fortuna por cada inversión de personas que confían en recibir ganancias siderales en poco tiempo, y que tranquilamente pueden morir esperando. Muy similar a lo que ocurre con las estafas piramidales.

Distintas plataformas de trading dieron de baja a Zoe, luego de varias denuncias en su contra incluso por agencias públicas que advertían de sus operatorias sin permiso legal. Ya desde octubre la Comisión Nacional de Valores (CNV) había intimado a la empresa a cesar las operaciones, algo que no ocurrió. El problema mayúsculo es que miles de inversores perdieron rotundamente y quedaron en el limbo. Ya no solo el Zoe Cash es “invendible” si se atiende al desplome en el corto plazo y el estallido de las operaciones, intentando venderlas para recuperar aunque sea un mínimo. Directamente varias plataformas ya siquiera permiten operar con ella, lo que anula hasta la más mínima posibilidad para todas las personas que invirtieron en esta cripto.

La ilusión de los inversores de este tipo de estafas llevó en muchísimos casos a la venta de propiedades, autos, bienes personales e incluso negocios por la expectativa de multiplicar majestuosamente el monto inicial. Esto no es un fenómeno novedoso: unos 14 años atrás, en Colombia, la caída de varias estafas piramidales llevó a un desbarate económico gravísimo, donde inversores de a montones perdieron absolutamente todo. En algunos departamentos, hasta el 90% de la población tenía algún tipo de activo ingresado en estas redes (Clarín, 25/1).

Mientras tanto, Cositorto acusa un intento de “desestabilizar” a Zoe, de dibujar enemigos que quieren ponerle punto final a una empresa que viene a “asegurarle ganancias siderales” a todos sus inversores. El terreno de las criptomonedas, netamente especulativo, es un caldo de cultivo para este tipo de estafas, lo cual ridiculiza a quienes endiosan “las cripto” como alternativa a los sistemas financieros regulados por los bancos centrales. La acumulación capitalista no puede prescindir del Estado, tanto en su rol de “junta de negocios” de las burguesías nacionales como de gendarme de la dominación política sobre los explotados. Las criptomonedas no vienen a proponer ninguna revolución, sino que son parte de un capitalismo agotado que engrosa las especulación como forma de sortear la declinación de su tasa de beneficio, lo que revela que la ganancia capitalista no es ya un motor sino obstáculo al desarrollo productivo.