Sociedad

23/9/2019

Las hinchadas del fútbol norteamericano chocan con los grupos fascistas

La pelea contra Trump y la censura de la MLS

Bandera con la leyenda “anti-fascista | anti-racista | siempre Seattle” censurada en un partido en el estadio de LA Galaxy

La dirección de la Major League Soccer (MLS) – la liga de fútbol de Estados Unidos y Canadá – aprobó un nuevo código de conducta para su temporada 2019 que prohíbe a las hinchadas exhibir representaciones gráficas o símbolos políticos o asociados a partidos o candidatos en los estadios durante los partidos. En declaraciones de la directiva de la MLS han dicho que a los estadios se viene a ver fútbol, no a hacer política.


El motivo de fondo parece ser el intento de poner en caja las crecientes manifestaciones políticas en los estadios contra las políticas de Trump y el racismo.


El pacífico noroeste, en particular, está en el ojo de la tormenta de la campaña de censura propiciada por la MLS.


Portland se ha transformado en los últimos años en un territorio de disputa de la extrema derecha y los movimientos antifascistas más radicalizados. Solo hace algunas semanas una movilización derechista originó una contramarcha “antifa” que dejó 13 detenidos y varios heridos.


Desde 2017, Timber Army, una de las hinchadas de los Portland Timbers, junto con otras hinchadas, han tomado las tres flechas diagonales del Iron Front, un grupo paramilitar anti nazi de Alemania durante los años ‘30, como símbolo en sus banderas contra la violencia de los grupos derechistas en EE.UU. La reivindicación del Iron Front, ligado a la socialdemocracia alemana, marca también los enormes límites del grupo, puesto que una de las franjas diagonales en cuestión significaba la lucha contra el comunismo (la restante, contra el retorno de la monarquía). De todos modos, se ha transformado en un motivo de confrontación con la MLS y los grupos reaccionarios que orbitan alrededor de Trump.


Bandera con el verde y amarillo de Portland Timbers con el logo del Iron Front


La polémica empezó cuando en una carta de las directivas de la liga para explicar la prohibición política se hizo una mención igualando el símbolo con los de grupos ultra derechistas. “Mensajes, banners, banderas o cualquier símbolo que represente una asociación con un grupo político no será permitido en el parque Century Link. Esto incluye, pero no es exclusivo a, Antifa, Iron Front, Proud Boys y Patriot Prayer”. Estos últimos son dos grupos neo nazis, exclusivos de hombres blancos norteamericanos, que han protagonizado incidentes en Portland. A pesar de que la directiva se disculpara de igualarlos, las luces de alerta se prendieron en los fanáticos.


Desde aprobado el código de conducta, y a pesar de los intentos de consensuar entre la MLS, el club y la hinchada, la situación ha escalado. A partir de la censura, crecieron las manifestaciones y protestas y se ha generado la solidaridad entre las hinchadas.


En el último partido entre los rivales más grandes del futbol norteamericano, los Portland Timbers y los Seattle Sounders, hinchas de ambos clubes, perseguidos por la MLS, realizaron 33 minutos de silencio y sin banderas en honor al año en que los nazis prohibieron el símbolo del Iron Front en Alemania. A partir del minuto 34 estallaron en ovaciones coreando Bella Ciao ondeando banderas contra la censura con el logo de las 3 flechas diagonales.




Desde la manifestación, el logo ha sido visto ondeado en banderas en estadios de todo el país por diferentes hinchadas de clubes y se están organizando este tipo de protestas para realizarlas en otros partidos. A su vez, desde la prohibición, se han reportado la aparición de banderas a favor de Trump y provocaciones de los grupos supremacistas en los pubs frecuentados por los seguidores de los clubes de fútbol.


El reclamo que están llevando las hinchadas a cabo es que se levante la prohibición al logo, por la eliminación de la palabra “política” del código de conducta y por un nuevo código elaborado junto a los fans, organizaciones de los derechos civiles y minorías.


Futbol para todxs


La MLS busca desarrollar un interés masivo por el fútbol para hacer rentable la enorme inversión en jugadores y estadios. Estados Unidos aspira a convertirse en una potencia futbolística. El negocio recién empieza a desarrollarse.


La enorme expansión de la liga en los últimos años viene de la mano del enorme crecimiento de su público de las barriadas, de los ghettos, inmigrantes y minorías que no encuentran en la comunidad de otros deportes un lugar de pertenencia, lo que explica el proceso de politización. La MLS, a diferencia del resto de las ligas profesionales, ha montado una campaña publicitaria de inclusión a los colectivos LGTBI y migrantes. “El futbol es un sentimiento. Todos son bienvenidos”, es lo que dice su campaña publicitaria en redes, reivindicando el carácter popular del deporte sin importar sexo o religión. La liga parece condensar la pasión y exaltación del fútbol latinoamericano con el rol social que tienen más extendidamente las peñas europeas. También es la única liga profesional que incluye en su código de conducta penalizaciones contra el racismo, la homofobia, la xenofobia y el sexismo.


Sin embargo, del dicho al hecho hay un largo trecho. Cuando las hinchadas empezaron a organizarse, empezó también la censura. El co-presidente de Emerald City Supporters, una de las hinchadas de los Seattle Sounders, denunció por redes sociales que se lo echó de uno de los estadios por tener un cartel con la leyenda “anti-fascista | anti-racista | siempre Seattle” porque según los oficiales de la MLS “queremos que ambos bandos puedan venir y ver el juego sin política en el medio”. En un encuentro entre Nueva York City FC y Atlanta United, pancartas y banderas contra los Neo Nazis que utilizan los partidos de NYCFC como lugar de concurrencia y contra el gatillo fácil fueron incautadas por los oficiales de la MLS lo que llevó a un choque entre fans y la seguridad del estadio Mercedez Benz.




War on terror


El deporte norteamericano es una caja de resonancia de la lucha democrática contra el gobierno de Trump. El magnate intentó prohibir las manifestaciones de jugadores de la NFL (liga de futbol americano) en su contra, en la que éstos se arrodillaban en señal de protesta durante el himno.


Las crecientes manifestaciones antifascistas en los estadios son un síntoma de la agudización de la lucha política en Estados Unidos. Hace un par de años, esta pelea tuvo una expresión emblemática en Charlottesville, donde un manifestante supremacista arrolló con su auto un mítin antifascista. Los grupos supremacistas apoyan a Trump y se calcula que miles de sus integrantes se encuentran armados.


Con la desaceleración económica, el fantasma de una recesión cada vez más cerca y una guerra comercial en curso, Trump apela a una verborragia fascistizante contra la izquierda y los migrantes (que tienen consecuencias como se vieron hace poco tiempo con el tiroteo en El Paso) y ampara a grupos supremacistas. Esta diatriba está pavimentada por los ataques previos contra los migrantes (Obama es conocido como el “deportador en jefe” por las millones de expulsiones durante su presidencia).


Durante la previa al enfrentamiento en Portland, Trump comentó que se está “considerando mucho” la posibilidad de nombrar a los Antifa como “grupo de terror doméstico”, haciendo eco en la campaña que los columnistas derechistas y los neo nazis están desarrollando. A diferencia de Charlottesville, donde Trump invocó la teoría de los dos demonios, aquí amenaza directamente con la prohibición de las organizaciones antifascistas.




La lucha que están dando las hinchadas es, fundamentalmente, una por los derechos democráticos. Que tiene que estar ligada a la lucha de las minorías y de los migrantes por el reconocimiento de sus derechos ciudadanos y a las reivindicaciones sociales contra la explotación capitalista. Es en definitiva, la necesidad de hacer emerger una organización independiente propia de los trabajadores para sacarse de encima un régimen capitalista en descomposición.