Este 6 de enero, las familias trabajadoras tendrán enormes dificultades para celebrar el día de reyes, dado que sus ingresos destruidos no alcanzan para afrontar la escalada de precios.

En el caso de la tradicional rosca, según un relevamiento de panaderías del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el tamaño chico llega a valer $4.000, el grande $5.500 y la rellena con crema pastelera $7.500. Según informan, tanto desde el sindicato de pasteleros, como la Federación de Panaderos de la provincia de Buenos Aires, el alza se produce ante el aumento generalizado de las materias primas. Solo en una semana, la bolsa de 25 kilos de harina 0000 creció de $2.825 a $3.059. Algo similar, o peor, sucede con el azúcar, incrementado su valor un 500% en 15 meses. Productos de consumo cotidiano.

En el caso de los juguetes, los precios superan largamente el 100% de incremento, en comparación al año pasado. Según fuentes de la industria, de los productos que más salida han tenido, las pelotas de fútbol tienen un valor entre $1.500 y $50.000. Los muñecos peluches de $5.000 hasta $60.000. Rompecabezas y  juegos de mesa no bajan de los $5.000. Monopatines y triciclos de $15.000 y $25.000.

Preocupado por la fuerte baja en las ventas del rubro para Navidad, y anticipándose números peores para reyes, Julián  Benítez, gerente de relaciones institucionales y comercio exterior de la Cámara Argentina del Juguete, entrevistado por el canal Todo Noticias (TN) afirmó que “Los juguetes importados tuvieron un alza de 240% en un año, porque se fijaron a diferentes tipos de cambio (…) Los productos de producción nacional sufrieron una suba del 120% respecto a la temporada pasada”.

La megadevaluación dinamitó los bolsillos de millones de trabajadores, que vienen galgueando aumentos siderales en alimentos, tarifas de servicios, combustibles y transporte público. Salarios, jubilaciones y planes sociales licuados por la cotización de la moneda norteamericana, tanto a nivel oficial (por encima de los $830) como el libre (arriba de los $1.000). A este panorama se le suman los despidos y suspensiones, tanto en reparticiones públicas como puestos privados.

Esto no da para más. Es urgente participar con fuerza del paro del 24 de enero para tirar abajo el DNU, la Ley Ómnibus y el Rodrigazo. Ni un despido. Reapertura de las paritarias, por un salario mínimo igual a la canasta básica. 82% móvil para todos los jubilados y jubiladas. Aumento de los planes sociales.

A ganar las calles, con piquetes y cacerolas, contra el plan motosierra de Caputo, Milei y el Fondo Monetario Internacional.