Este 25 de noviembre una delegación de mujeres del Barrio La Costa de San Patricio del Chañar llegará a Neuquén para alzar las banderas por la tierra y la vivienda, en una provincia donde el déficit habitacional llega a las 80.000 faltantes.
Un paso adelante en esta lucha ha sido la constitución de una comisión de mujeres que se propuso objetivos muy importantes, como reclamar los alimentos para comedores y merenderos que ya funcionan en el barrio, la asistencia a las 16 mujeres embarazadas, a personas con discapacidad, la obtención de turnos ginecológicos y anticonceptivos, entre muchas cosas más.

El gobierno ha decidido presionar quitando toda asistencia desde Desarrollo Social, como se comprometieron en una de las reuniones y consta en un acta que el intendente Bertoya ha violado.
Asimismo, se puso en marcha un protocolo barrial ante la violencia en el hogar y una especie de brigada que acude ante el alerta cuando una compañera pide auxilio. Este es un punto muy sensible en las reuniones y en el barrio ya recorre el debate sobre la novedad. Porque como muy bien lo han planteado muchas compañeras, no se trata de un problema privado, sino de una violencia que se descarga sobre los cuerpos de las mujeres y las hijas e hijos. Y es una violencia que se origina en el Estado, su ajuste y su concepción del papel de la mujer en la cadena de disciplinamiento social.

En ese sentido juegan un papel importante las iglesias que bancada por el gobierno, se mete en nuestras casas, en nuestras conciencias y en nuestras camas, minandolo todo de oscurantismo, culpa y miedo. Muchas veces con el valor agregado que la llamada ayuda social, está ligada a las iglesias como una extorsión a las familias cada vez más empobrecidas.

Nuestra deconstrucción tiene perspectiva de clase, porque es necesaria para comprender que el origen de la violencia está en el Estado y es preciso luchar contra él. Como dijo una compañera: “cuando una pide ayuda vamos todas a pararle la mano al golpeador. Que sepa que la mujer no está sola. Que la bronca se la descargue luchando contra el gobierno y no contra nosotras que estamos acá todo el día con los pibes, sin agua, sin calefacción, sin nada. Bancando esta lucha”.

Sobre este tema y sobre el derecho al aborto legal, la educación sexual y los anticonceptivos, comenzamos a debatir e intercambiar con decenas de mujeres que asisten a las reuniones. Y nos dimos lugar para debatir sobre el derecho al placer y a decidir cuándo tener o no tener relaciones sexuales aunque estemos en pareja. Pero también el derecho al placer que está condicionado por un régimen que nos somete a vivir en la precariedad y sin intimidad.

El barrio integrado por más de 600 familias, en donde la mayoría son mujeres, tiene por delante un desafío: organizarse y luchar con las compañeras al frente, en medio de todas las adversidades, para enfrentar el ajuste y la represión del régimen que somete a la clase trabajadora.
El 25 de noviembre allí estaremos.

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