El fútbol del ascenso parará este fin de semana en todas sus categorías, y se discute si la Primera División hará lo propio en solidaridad con la B Nacional, B Metropolitana, C, D y Torneo Federal. La medida se tomó a pesar de que la intervención en la AFA depositó los 550 millones de pesos que le adeudaba al ascenso, que le fueron girados a su vez, de urgencia, por el gobierno nacional. La crisis en el fútbol se agrava y pone en tela de juicio todo el armado de la Superliga con lo que ella implica: la colonización general del fútbol argentino por camarillas empresariales, barrabravas y pulpos extranjeros, con la consiguiente desaparición de centenares de clubes pequeños y aun medianos. Son, en definitiva, el ajuste brutal y el tarifazo en el fútbol los que han entrado en crisis.

El vicepresidente de la intervención, Javier Medín, bravuconea en un enfrentamiento abierto con los clubes, y llegó a anunciar que “en los próximos dos o tres meses” habrá descensos por incumplimientos financieros. Los clubes, añadió, le deben 150 millones de pesos a la AFA. Ante la amenaza, los otros se rebelan y muy posiblemente este fin de semana no haya tampoco partidos de Primera.

Los clubes del ascenso dicen que esos 550 millones les resultan del todo insuficientes porque ya no pueden hacer frente a los gastos de transporte de los planteles ni a los operativos policiales de seguridad (casi siempre fraudulentos). Por su lado, los interventores encabezados por Armando Pérez cometen torpezas sorprendentes: por ejemplo, le reclamaron a Crucero del Norte, de Misiones, 440 mil pesos en concepto de uso de colectivos, aunque ese club pertenece a la empresa de micros del mismo nombre y emplea unidades propias.

Por otra parte, del dinero depositado el martes 27 se deben deducir los aportes a la seguridad social, el 5 por ciento correspondiente a la AFA y las deducciones por el plan de desendeudamiento con la Asociación, de modo que del millón y medio de pesos que los clubes esperaban recibir solo podrán embolsar algo menos de 1,3 millón.

En definitiva, el fútbol argentino se encuentra en estado de quiebra. Pulpos como el de Ted Turner comprarán los derechos de televisación y comercialización de los torneos, primer paso hacia un sistema de sociedades anónimas como el que rige en varios países de Europa, y que también está quebrado.

Resulta indispensable que socios y simpatizantes tomen en sus manos el problema y echen de los clubes a estas mafias empresariales con sus barrabravas, y a los pulpos extranjeros que ya empezaron a desembarcar.