Sociedad

21/2/2024

Por una modificación del Enre, usuarios de bajos ingresos podrían llegar a pagar $50 mil la boleta de luz

Consagrando un aumento del 300% en marzo.

Se quintuplicó el cargo fijo y se redujeron las categorías de consumo.

En un inicio, el gobierno había anunciado que, a partir de marzo, los aumentos en la boleta de luz serían del 150% para los usuarios de mayores ingresos, del 65% para los de ingresos medios y del 70% para aquellos de bajos ingresos. Resulta que ahora, la suba puede llegar al 300% tras haber reducido de 9 a 4 las categorías de consumo y quintuplicado el valor del cargo fijo para los usuarios R4.

Sucede que los usuarios residenciales pagamos más por el componente distribución de electricidad cuanto mayor sea nuestro consumo. Esos niveles de consumo antes se dividían en nueve categorías: la más baja era R1 (hasta 150 kwh por mes) y la más alta era R9 (más de 1.401 kwh por mes). El Enre acaba de reducir la cantidad de categorías a cuatro: R1, (hasta 150 kwh por mes), R2 (entre 151 y 400 kwh), R3 (entre 401 y 600 kwh) y R4 (más de 600 kwh).

A su vez, el cargo fijo (el importe que cubre parcialmente los costos del uso de las instalaciones de la red y su mantenimiento) para los usuarios pertenecientes a la categoría R4 aumentó de $5.789 a $30.054 por mes (+431%). El cargo variable (según la energía consumida) para dicha categoría pasó de $10,66 a $31,58 por kwh (+196%). Esto, sin importar el nivel de ingresos del hogar, ya que el componente de distribución no está segmentado.

Así las cosas, “desde el viernes, un usuario que consume 601 kwh, que podría ser una familia tipo (dos adultos y dos menores) de clase media que vive en un departamento, pagará la misma tarifa de costo fijo y variable que un usuario que consume más de 1.400 kwh, que podría ser una familia que vive en una casa de un barrio cerrado” (La Nación, 19/2).

Incluso, cualquier hogar de ingresos bajos o medios que consuma 601 kwh comenzará a pagar pagar de luz, por el componente de distribución, $30.391,2 de cargo fijo y $19.111 de cargo variable (601 kwh x $31,58), es decir, $49.503 sin impuestos. Se trata de una cifra muy difícil de costear para la mayoría de los trabajadores, que debe afrontar estos aumentos con ingresos sumamente deteriorados.

Es lisa y llanamente una condena a pasar frío en invierno para los sectores populares, los cuales suelen utilizar estufas eléctricas (que consumen en promedio 180 kwh al mes), ante la falta de gas natural en sus viviendas. Vale agregar que la población de los barrios más postergados viene de padecer un aumento del 204% en las garrafas del Programa Hogar, en beneficio de las petroleras, debiendo pagar $7.126 por una garrafa de 15 kg que rinde aproximadamente 20 días.

Esto, sin tener en cuenta los aumentos que se vienen en el componente de generación de electricidad, los cuales se fijarán en la próxima audiencia pública, pautada para el 29 de febrero. Además, Edenor y Edesur ya anticiparon que habrá aumentos indexados en el componente de distribución a partir de mayo, mediante una fórmula que contemplará el índice salarial (en un 50%), la inflación mayorista (en un 25%) y la minorista (en un 25%).

A su turno, ya comenzaron a regir las subas de hasta el 400% para los comercios y las industrias que se abastecen de energía eléctrica a través de las redes de Edesur y Edenor. Desde Industriales Pymes Argentinos (IPA) adelantaron que trasladarán a precios ese incremento en los costos, lo cual podría traducirse en aumentos del 30% en los productos finales (BAE, 20/2). De este modo, la población trabajadora no solo debe soportar el peso de los tarifazos en la boleta residencial, sino también, al momento de hacer las compras, paga las consecuencias de aquel aplicado sobre los grandes usuarios. Finalmente, esto refuta que estemos transitando un sendero desflacionario como promete Milei.

Como vemos, las grandes ganadoras de este nuevo golpe al bolsillo popular son las empresas distribuidoras Edenor y Edesur, que no han hecho más que desinvertir, a pesar de haberse beneficiado indirectamente de los subsidios estatales que recibe Cammesa y de las numerosas condonaciones de deuda por parte de los los distintos gobiernos.

Los tarifazos aplicados y en carpeta prometen agudizar el desmadre inflacionario. Frente a esto, necesitamos un paro nacional y un plan de lucha de las centrales obreras para recomponer los salarios. Hay que organizarlo desde abajo, y, en ese sentido, impulsar una asamblea de trabajadores ocupados y desocupados, asambleas barriales y movimiento de la cultura será un punto de apoyo fundamental.

A su vez, debemos pelear por la nacionalización bajo control obrero de toda las empresas que intervienen en la cadena energética, en función de fijar tarifas acordes a las necesidades populares, impulsar un plan de inversiones para mejorar el servicio y desarrollar la industria en base a los intereses mayoritarios.

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