Sociedad

9/11/2022|1657

Qatar 2022 y las luchas populares

Los derechos de los trabajadores, la pelea del colectivo LGBTI y otras manifestaciones contra un Mundial que evidencia la opresión capitalista

Críticas a la Fifa por la violación de los derechos laborales en Qatar

Las Copas del Mundo han sido históricamente un terreno de manifestación de luchas populares. Podrían mencionarse algunos hechos de una larga lista. El festejo histórico de Matthias Sindelar, el “Mozart” del fútbol, frente al palco de Hitler en la previa del Mundial 1938, es uno de los casos emblemáticos. También lo es la negativa del jugador chileno Carlos Caszely a saludar a Pinochet en la previa de la Copa de 1974. La campaña de boicot a Argentina 1978 contra la dictadura de Videla, posiblemente sea uno de los hechos más conocidos. Fueron icónicos los silbidos a Miguel de la Madrid en la inauguración de México 86 en el Estadio Azteca, en un país atravesado por los lujos de un certamen que contrastaba con un pueblo atravesado por la catástrofe de un terremoto ocho meses antes. Posiblemente, el último de estos casos hayan sido las movilizaciones en Brasil, tanto en el certamen de 2014 y la Copa Confederaciones 2013, contra el ajuste y los tarifazos del gobierno de Dilma Rousseff.

El raconto podría seguir. La Copa del Mundo que está por empezar en Qatar no es, por supuesto, ajena a expresiones de lucha.

Más que un brazalete

Uno de los movimientos de lucha que más se ha pronunciado es el colectivo LGBTI. El Código Penal qatarí considera como un “delito” las relaciones personales entre personas del mismo sexo. El propio embajador de la Copa del Mundo, Khalid Salman, declaró que “la homosexualidad es un daño mental”. Esta es una política de represión sistemática del Estado. Un informe de la ONG Humans Right Watch (octubre de 2022) declaró la existencia de “seis casos de palizas graves y repetidas y cinco casos de acoso sexual bajo custodia policial entre 2019 y 2022” (Prensa Obrera, 8/11).

El pasado martes, una movilización de cuatro organizaciones distintas del colectivo de diversidades sexuales y de género realizaron una manifestación en el Museo de la Fifa (federación que engloba y contempla el fútbol mundial) en Zurich (Suiza).

Hace unas semanas, el goleador y capitán inglés Harry Kane manifestó su intención de participar en la Copa del Mundo con un brazalete que porte los colores del colectivo LGBTI. Habrá que ver si finalmente lo hace, no solamente por una decisión personal, sino porque el mandamás del balompié mundial, Gianni Infantino, pidió “poner en el centro el fútbol”, en una frase aleccionadora dirigida contra las manifestaciones. Ya la Uefa (federación europea) amenazó el año pasado con sancionar a Manuel Neuer por un gesto similar en la Eurocopa de 2021. No lo hizo.

En la última semana, el movimiento de mujeres también puso el grito en el cielo. Fueron las jugadoras de Fútbol de Salón las que denunciaron que hace años que esperan un Mundial que la Fifa nunca organizó. La argentina Julia Paz Dupuy declaró, junto a jugadoras de otros países: “La igualdad no puede ser una promesa”.

5.760 minutos

Tony Kroos, figura del Real Madrid, declaró en su podcast el mes pasado que “los trabajadores inmigrantes están sometidos a jornadas sin descanso bajo tórridos 50 grados, sufren una alimentación insuficiente, sin agua potable y a temperaturas de locura”.

Un informe del periódico inglés The Guardian estimó los obreros muertos en la construcción de estadios en Qatar, por las condiciones laborales infrahumanas, en 6.500. El gobierno qatarí rechazó la frase. En una entrevista para el newsletter de ElDiarioAr, Marco Minocri, responsable de comunicación de la Organización Internacional del Trabajo para Qatar, declaró que “no es posible llegar a una cifra definitiva”. La falta de “números oficiales” es toda una definición.

Algunos, de hecho, entienden que la cifra es mucho mayor. El fin de semana pasado aparecieron banderas en la Liga alemana de fútbol con la siguiente leyenda: “15.000 muertos por 5.760 minutos de fútbol”. No es el deporte, es el negocio.

“Ni un tantico así”

Las muestras populares de solidaridad no pueden confundirse con la demagogia imperialista. La ministra federal del Interior alemana, Nancy Faeser, pasó de pedir “garantías de seguridad” a elogiar las leyes qataríes, pensando en los negocios con ese país.

Algunos alcaldes franceses decidieron no pasar el Mundial en pantallas gigantes, pero el principal equipo de fútbol de la “Ligue 1” tiene capitales de ese país, y las dos potencias europeas hacen negocios por el petróleo y los combustibles. Con ellos, “ni un tantico así”.

La pelota empieza a rodar. La lucha sigue.

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