Sociedad

31/3/2023

Qué hay detrás del pedido de una “pausa” a la Inteligencia Artificial

Elon Musk y cientos de investigadores y profesionales plantean un periodo de seis meses para regular las IA Generativas.

Inteligencia Artificial.

Una carta pública firmada por el multimillonario Elon Musk y cientos de investigadores y personalidades, exigiendo una pausa de seis meses en el desarrollo de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) para establecer su marco regulatorio, sacudió las noticias internacionales y puso de relieve las consecuencias globales de este avance en manos de los capitalistas.

Musk no es ningún inocente en la materia, su empresa Tesla acaba de ser obligada a retirar 362.000 autos con una IA de asistencia al conductor (Full Self Driving) que ya causó al menos 273 accidentes, cinco de ellos con consecuencias fatales.

La campaña tomó vuelo luego de que se viralizaran una imágenes del Papa Francisco producidas por una IAG, con un alto nivel de realismo y cuyo resultado podía dar lugar a confusión.

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El desarrollo de las IAG ofrece la capacidad de generar y manipular imágenes, sonidos, videos, palabras, noticias e información, algo que ya ocurre en la actualidad, pero esta vez a una escala exponencial y con resultados de primera calidad.

No solo se trata de la posibilidad de que los humanos hagan uso de estas tecnologías con fines específicos –divulgar información falsa, campañas políticas e ideológicas, etc.-, sino de la propia capacidad de las IAG para producir y reproducir contenidos que luego se difundan en la red.

Más allá de las implicancias que esto produciría logrando una sociedad más desinformada, también implicaría un potencial colapso de la información disponible con consecuencias reales para los mercados financieros y la economía, donde la difusión de rumores o incluso de información real pero sensible puede desatar una corrida o derrumbar cotizaciones de acciones, bonos, etc.

Además, los grandes capitalistas temen por la seguridad informática de sus negocios, que podría ser vulnerada por tecnologías de este tipo, tanto de forma directa por el hackeo de cuentas y sistemas, como por el propio manejo de la información.

Los principales bancos y fondos de inversión han tomado como primera medida la restricción del uso de ChatGPT y otras tecnologías similares por parte de su personal, por miedo al riesgo al intercambio de información financiera. JP Morgan, Bank of América, Citigroup, Deutsche Bank, Wells Fargo y Goldman, entre otros, se sumaron a esta práctica.

Italia acaba de bloquear el uso de ChatGPT aduciendo una filtración y vulneración de datos personales, y a la espera de una regulación jurídica que establezca el marco legal de estas tecnologías. En España un grupo de especialista ha renunciado al Consejo de Asesores de IA ante la firma de un convenio de desarrollo de IA entre el Estado Español con Emiratos Árabes, por considerarlo “poco ético”.

Un 10% de los especialistas en la materia consultados por el New York Times incluso opinan que el desarrollo anárquico de las IAG podría poner en riesgo a la humanidad.

Muchos interpretaron el pedido de Musk como una “moratoria” para equilibrar la competencia en el desarrollo desenfrenado y anárquico de las IAG, en una guerra que disputan las principales multinacionales tecnológicas, como Microsoft, Google, Amazon, etc.

Está claro que los capitalistas temen producir un escenario cuyas consecuencias terminen siendo altamente volátiles y gravosas para sus intereses. El uso de estas IAG operaría sobre una economía capitalista en crisis, y con entidades financieras y economías endebles que se derrumban por mucho menos que un rumor.

Por otro lado, Goldman Sachs ha publicado un informe donde prevé que las IAG podrían llevar a la automatización de 300 millones de empleos en las economías de las grandes potencias, lo que dispararía la productividad y elevaría el PIB mundial en un 7% en los próximos 10 años.

La pausa de Musk y los capitalistas es solo a los fines de acordar las reglas para avanzar en esta dirección, sin que el proceso los devore a ellos mismos en el camino.

Sin lugar a dudas las IAG se perfilan como una herramienta insoslayable para el futuro de la humanidad. Lo que importa es si estas estarán al servicio de un retroceso civilizatorio de la mano del capitalismo, o un salto tecnológico y social de la mano de los trabajadores.

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