El día jueves por la noche se llevó a cabo la asamblea general ordinaria en la sede de Racing de la avenida Mitre, en Avellaneda, destinada a discutir el presupuesto del club hasta junio de 2023. Este mismo, cómo suele suceder, fue aprobado por un puñado de dirigentes. Como siempre, estas asambleas se realizan de espalda a los intereses de socios e hinchas del club siendo que estos no tienen ni voz ni voto en las mismas. Por otro lado, muchas de las obras y proyectos que figuran en los balances y presupuestos que se presentan no son concretadas, sin dar explicaciones por ello.

Esta vez, a pesar del intento de la dirigencia de hacer de esta asamblea una cuestión burocrática y protocolar, en el medio de la reunión logró intervenir una socia para exigirle explicaciones a la comisión directiva de por qué a cinco meses de haber denunciado que un barra brava la agredió físicamente en la tribuna no ha habido respuesta alguna por parte del club. Además de la agresión física, esta socia fue amenazada de muerte por vía telefónica en el caso de que vuelva a pisar Avellaneda, llegando al colmo de que una hincha y socia no pueda pisar su propio club para cuidar su integridad física.

Pero lo grave no termina ahí. Ante este hecho la dirigencia de Racing sí decidió actuar, pero no para defender a sus socios sino al barra agresor. Cuando la justicia le solicitó las cámaras al club, desde el club se negaron a dárselas excusándose en que se habían borrado.

Sumado a esto, mientras la denunciante interpelaba a la comisión directiva en medio de la asamblea, estos intentaron continuar con la misma desoyendo el reclamo. Decidieron mandar a una asambleísta, de irrelevante importancia, a decirle que vaya a la justicia, que Racing no era juez y no podía actuar (para defender a sus socios dentro de su club, insólito) además de otros dichos repugnantes como que si va a la cancha y la agreden debe responder a la agresión y no pedir cámaras.

Por otro lado, desde que fue realizada la denuncia hasta ahora, el club solamente ha actuado para las redes sociales y revictimizando a la socia. El foco de los comunicados está en la víctima y en lo bien que actúa la institución (hecho que es desmentido constantemente por la socia agredida) pero nunca en el agresor, y mucho menos explicando por qué no se entregan las cámaras.

La mayoría de las comisiones directivas de los clubes argentinos no intervienen en las denuncias por violencia de género. Ya sea de los barras como en este caso o de los jugadores como Sebastián villa o Johan Carbonero quien fue contratado por Racing mientras enfrenta una causa por acoso y tentativa de abuso sexual. Los directivos no tienen ningún interés en detener la violencia que sufren las mujeres, solo les interesa el negocio del fútbol, la venta de entradas, los sponsors y la televisación para lo cual lo único que importa es que los jugadores rindan y generen ganancias extraordinarias para los clubes.

Además, los directivos defienden a los barras porque los utilizan como fuerza de choque en caso de necesitarlos para acallar alguna disidencia política con la dirigencia. Asimismo también son utilizadas por los partidos políticos patronales como seguridad de sus dirigentes para asistir a sus actos, o incluso para tercerizar la represión, como es el caso de Cristian Favale, barra brava de Defensa y Justicia y asesino material de nuestro compañero Mariano Ferreyra.

Esto en Racing no es novedad. La patota que asesinó a Mariano Ferreyra estaba integrada por algunos miembros de la barra de Racing de ese momento. Así también, quien hoy es líder de la barra brava oficial del club, está condenado  a 12 años de prisión por el crimen del periodista partidario del club, Nicolás Pacheco, asesinado en la sede de Villa del Parque.

Socios e hinchas debemos organizarnos de manera independiente para desmantelar los entramados mafiosos de las barras y las dirigencias en convivencia con los partidos patronales y el Estado capitalista. Recuperemos los clubes y pongámoslos en manos de los hinchas y socios.

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