Sociedad
10/12/2016
Tarifazo en el fútbol: ¿el último superclásico gratuito?
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Preparar la picada, las bebidas, a prender el televisor y a disfrutar el que puede ser el último superclásico entre River y Boca que llegue a los hogares de manera gratuita. Después del próximo receso, también podría terminar la gratuidad para ver por televisión cualquier partido de los campeonatos locales de primera y del ascenso, aunque Macri haya prometido, en su momento, que no se iba a pagar hasta el 2019. Igual que sucedió con la “promesa” de terminar con el impuesto al salario.
Es que, a partir del 1° de enero próximo, el gobierno dejaría de entregar los más de $2000 millones que aportaba anualmente a través de Fútbol para Todos y se abriría el camino para que FOX-Turner, ESPN, Al Jazeera, junto a Clarín-TyC, pasen a ser los dueños de las transmisiones por las cuales habría que pagar, según se supo, no menos de $280/$300 pesos mensuales. Otro tarifazo.
El kirchnerismo, en su momento, había montado a partir de Fútbol para Todos una “corpo” propia que constituía una gigantesca plataforma de propaganda oficial y donde el desembolso de dinero a los clubes servía para lubricar acuerdos políticos con las camarillas que llevaron esos clubes a la quiebra.
Tanto el macrismo como el kirchnerismo comparten vínculos con las dirigencias corruptas del fútbol.
De todas maneras, el acuerdo de alguna de las cadenas con la AFA y “los clubes grandes”, con Marcelo Tinelli como el gran negociador, todavía está lejos de alcanzarse y el abismo de fin de año se acerca peligrosamente.
Resulta que, entre otras cosas, los clubes pidieron más del doble de lo que ofreció Turner –que era el gran candidato a quedarse con las transmisiones- y el grupo norteamericano no se movió de su oferta. Esto en el marco en el que la cadena yanqui desistió o perdió en la puja por la compra de Telefé.
Pero las mafias locales del fútbol priorizan y apuestan a las grandes cadenas internacionales de televisión como sus socias mayores en el negocio. Según versiones que hicieron circular directivos de clubes, ahora aparecieron como alternativa a FOX-Turner la también norteamericana ESPN y Al Jazeera, vinculada a la familia real de Qatar, que ha comenzado a jugar entre los grandes del negocio de los deportes. Y con Clarín/TyC como socios locales de cualquiera de las cadenas internacionales que se haga cargo, porque Clarín maneja la emisora (Cablevisión) y TyC la producción indispensable.
Como el tiempo apremia, los clubes tratan de apurar el acuerdo, pero las cadenas interesadas plantean que, si se alcanza, el mismo rija desde que se inicie el próximo torneo, es decir, después de mitad de año próximo. Esto coloca a los clubes ante un precipicio de varios meses que deberán pasar con ingresos que les permitan subsistir. Los más perjudicados, claro, son los clubes del ascenso y los chicos de primera división que son los candidatos a caer antes: el proceso de la Superliga ya los tiene apuntados como víctimas.
Este es un cuadro complicado también para el gobierno que, en medio de un año electoral, enfrentaría una crisis explosiva en un tema superpopular como es el fútbol y, por esa razón, es probable que Macri deba ceder y extender el Fútbol para Todos por seis meses más.
Esta crisis podría extender hasta mitad de año la apertura de la nueva ventanilla donde se comenzará a cobrar al televidente que quieran ver los partidos por tevé. Pero, en lo que todos coinciden –gobierno, dirigentes del negocio del fútbol y las mafias vitalicias de la Conmebol y de la FIFA- es que se debe terminar con la gratuidad actual y privatizar totalmente este gran negocio.
A partir de enero o de julio, la situación será más complicada para los clubes chicos o los del ascenso, si a los nuevos mandamases del fútbol no le interesan las transmisiones de sus partidos. Puede ser el inicio de su caída.
A esto se llega en un cuadro de crisis muy profunda en los clubes de todas las categorías, que arrastran deudas multimillonarias. A la AFA y a la AFIP, les deben más de $2000 millones, unos u$s125 millones. Si a esto se le suman, entre otras, las deudas que la mayoría de los clubes mantiene con sus planteles por el atraso en el pago de sueldos y premios y los incontables juicios pendientes por los más diversos motivos (ex jugadores, ex técnicos, etc.) esa cifra –según estimaron fuentes cercanas a la AFA- puede llegar holgadamente a los 4000 o 5000 millones de pesos o al equivalente de unos 250 o 300 millones de dólares.
En términos de los negocios capitalistas, esto supone que una importante cantidad de clubes, incluidos algunos de los más grandes, están en una virtual situación de quiebra. Esto porque, con el giro normal del “negocio”, no están en condiciones de hacer frente a tamañas deudas.
El gobierno plantea llevar a fondo el proceso de privatización del negocio del fútbol e impulsa la conversión de los clubes en sociedades anónimas, lo que generaría un definitivo extrañamiento respecto de los socios, que pasarán a ser meros espectadores que deberán pagar para ver “el espectáculo” tanto en la cancha como a través de los distintos medios electrónicos por los que se transmita. Y luego avanzarán con el apetecido negocio de Tinelli, las apuestas.
Los popes de los clubes se han manifestado, mayoritariamente, en contra de convertirlos en sociedad anónimas. No se trata de ninguna defensa de los clubes en manos de los socios, sino de que no se les escape de las propias el negocio, comercial y político.
Cada vez más, son utilizados como trampolines para el ascenso hacia posiciones de poder. Políticos de todo pelaje abrevan en las directivas de los clubes. A ellos se les han sumado ahora burócratas de la CGT como Hugo Moyano, en Independiente y Héctor Daer, en Huracán, entre otros.
Ante la crisis del negocio y la quiebra de los clubes, se quiere “cortar la maleza”, liquidando a centenares de clubes “no rentables” y rescatarlo por la vía de entregar el manejo de la transmisión (nacional e internacional) a alguna cadena internacional y que sea costeado por el público con un tarifazo que casi duplicaría el precio que hoy se paga por el cable.
El camino es expulsar a las camarillas empresarias de la conducción de los clubes. Ellas expulsan a los sectores populares de los estadios, de la vida social de las instituciones deportivas –y, ahora, hasta de las transmisiones de los partidos.
El camino es desarrollar espacios políticos en los clubes, independientes de los distintos bandos capitalistas que se disputan el negociado. Y devolver los clubes a los trabajadores y demás sectores populares porque, al fin y al cabo, ellos fueron sus fundadores allá por los inicios del siglo XX.