Las petroleras dieron a conocer aumentos en los combustibles que rondan el 10% a partir de este 1° de noviembre, en el marco del desabastecimiento de los bastidores y las presiones patronales por nuevas actualizaciones. El gobierno confirmó esta línea desde la petrolera “nacional” YPF, cargando más las tintas sobre los bolsillos de los trabajadores.

La antesala de este aumento es el desabastecimiento del combustible en bastidores, con el cual las petroleras buscaron pujar por nuevas actualizaciones en el marco de recientes remarcaciones durante el mes de octubre.

YPF, Raizen, Axión y Trafigura anunciaron subas que promedian el 9,6% y 7,8% en naftas y gasoil, dependiendo la empresa, y que se acumulan con las subas recientes, conformando un golpe más al poder adquisitivo de los trabajadores.

En el marco de estas medidas, el gobierno nacional decidió postergar la actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos hasta febrero, como forma de cubrir a las petroleras evitando un impacto mayor de los aumentos.

El anuncio de aumentos en los combustibles llega cuando el abastecimiento en los surtidores empieza a normalizarse con la habilitación de dólares del gobierno a las patronales para la importación de combustible.

Resulta que las petroleras no solo exportan gran parte del crudo que no es enviado a las refinerías locales para abastecer el consumo interno, obteniendo así precios internacionales mayores, sino que las petroleras venían especulando con una devaluación poselectoral y aumentos que les permitieran sacar mayor tajada en el expendio local.

La amenaza del actual ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa, de bloquear la exportación de crudo hasta que se restablezca la provisión de combustible para el mercado interno quedó “opacada” por la habilitación de nuevos aumentos. Massa “amenaza” con la boca pero gestiona con los bolsillos, cediendo a los reclamos patronales.

Quienes pagarán los platos rotos de este tironeo de las patronales serán, nuevamente, los trabajadores, con precios más caros en los bastidores y más nafta al fuego de la inflación que consume la mayor parte de los ingresos salariales y populares.

Mientras que las petroleras buscan vender su producción a precios internacionales -gracias a que Massa les garantizó un tipo de cambio más alto y les eliminó impuestos-, con el precio del barril Brent en 86 dólares contra los 56 dólares que se paga por barril criollo, y el gobierno traslada los aumentos a los consumidores y a toda la cadena de valor, nadie indaga respecto a los costos de producción de las petroleras para poder fijar un precio acorde al mismo y a las necesidades de la población trabajadora.

Para evitar que los trabajadores sigamos pagando la crisis y los negocios de las petroleras se requiere la nacionalizar bajo control obrero la industria hidrocarburífera, para satisfacer las necesidades de los trabajadores y dar curso a un plan industrial y económico sobre nuevas bases sociales.

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