El miércoles 10 de abril, las y los luchadores del movimiento piquetero volverán a movilizarse contra las medidas de un gobierno empecinado en empeorar las ya bochornosas cifras de pobreza e indigencia que exhibe nuestro país. Si en diciembre 2023 cuatro de cada diez argentinos eran pobres y uno de cada diez indigente, el ajuste feroz de los últimos meses sin dudas agravó la situación, reafirmando la necesidad de ganar las calles como respuesta.

El Indec informó que, en el segundo semestre 2023, el índice de pobreza alcanzó el 41,7% (1,6 puntos más que en el semestre anterior), mientras que la tasa de indigencia llegó al 11,9%, mostrando un aumento de 2,6 puntos respecto al primer semestre del año pasado. Vale recordar que se consideran pobres a aquellas personas cuyos ingresos no alcanzan a cubrir la Canasta Básica Total, y se encuentran bajo la línea de indigencia quienes no pueden costear la Canasta Básica Alimentaria. Como vemos, la disparada en el precio de los alimentos hizo crecer en mayor proporción el porcentaje de este último grupo.

Entre las infancias, la pobreza fue del 58,4% y la indigencia del 18,9%. De hecho, según los datos del mismo organismo, el ingreso promedio de los hogares pobres se situó en $211.184 a fines del segundo semestre del año pasado, mientras que la canasta de crianza promedio fue de $216.620 en diciembre 2023, ilustrando cuán cuesta arriba se vuelve la mapaternidad en estos sectores y el sinnúmero de derechos vulnerados que experimentan los niños que viven en esa situación.

Una postal desoladora, que, lejos de conmover al gobierno de la Libertad Avanza, nos encontramos con uno de sus diputados, Alberto Benegas Lynch, haciendo apología de la explotación infantil al afirmar desfachatadamente que “la libertad también es que si no querés mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitas en el taller, puedas hacerlo”.

Insensible ante las carencias que les toca padecer a las niñeces que habitan los hogares pobres del territorio nacional, le parece razonable -y no una aberración que debe ser erradicada- que estos se vean forzados a abandonar la escuela para poder llevar el pan a la casa. Lo peor es que nadie del gabinete presidencial salió a criticar dichas declaraciones, convalidando por medio de la omisión estos discursos de la crueldad.

Estos índices oprobiosos son obra del ajuste fondomonetarista que aplicó el gobierno anterior y del golpe devaluatorio ejecutado por Milei y Caputo a los pocos días de asumir. Sin embargo, una medición actual arrojaría resultados aún más graves porque el gobierno de la Libertad Avanza se ha dado la tarea de destruir los ingresos de las mayorías.

La política oficial, desde diciembre a esta parte, se ha constituido de techos salariales, despidos, congelamiento del Potenciar Trabajo, ajuste sideral en jubilaciones y asignaciones familiares, desabastecimiento de los comedores comunitarios, suspensión de la Beca Progresar y suba del transporte. En el horizonte se avizoran nuevos tarifazos y saltos cambiarios, con lo que el rumbo empobrecedor del gobierno seguirá su curso.

Por eso, quienes pasan sus días mitigando el hambre en las barriadas poniéndose al frente de los comedores populares se preparan para salir a las calles nuevamente, sabiendo que ningún protocolo represivo ni campaña de estigmatización va a poder acallar la justeza de sus reclamos ante esta realidad desesperante y que apelar a la acción directa es la única vía posible para derrotar la motosierra del gobierno que hunde en la pobreza a la población.

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