Sociedad

7/7/2007|894

Un cristiano que salvo a los ‘comunistas’


La especie de que Juan Pablo II acabó con el comunismo es tan verdadera como que Filmus pretende acabar con el gobernador Romero al ofrecerse como mediador en el conflicto docente de Salta.


 


Al igual que lo que está por ocurrir en esa provincia, los curas polacos y el Vaticano fueron a “mediar” en Polonia contra los trabajadores, es decir para que la burocracia stalinista no fuera derrocada por una insurrección armada del proletariado. La clase obrera tenía el control de las fábricas y de las calles, luego de un estallido de huelgas contra los ajustes pactados por los “comunsitas” con el FMI. El “comunismo” en Polonia tenía, a fines de los '70, una deuda externa que no podía pagar, de 45.000 millones de dólares, y para colmo habían comenzado a caer los precios del carbón que exportaba a Alemania. Bastaba una dirección política consecuente para que el proletariado se apoderara del poder. Polonia estaba viviendo el cuarto levantamiento obrero en un cuarto de siglo.


 


La intervención papal dio “resultado” en el siguiente sentido: en lugar de que una invasión rusa acabara con la revolución obrera (algo que, por otra parte, la burocracia de Rusia no se había atrevido a hacer nunca antes con los polacos), el Vaticano dio el okay al golpe católico-comunista del general Jaruszelski, con el cual pactó luego la “transición” al capitalismo; la Iglesia se empeñó en que los obreros no se prepararan contra el golpe ni tampoco lo enfrentaran. Los “comunistas” ya habían empequeñecido a la mismísima Roma al construir en Varsovia más iglesias que en ninguna otra ciudad capital. Los que se valieron del arma del anticomunismo y de la restauración capitalista contra la clase obrera fueron, en todos aquellos ex Estados, los propios aparatos estatales “comunistas”, a los cuales el Vaticano apoyó, como una rueda auxiliar, en el marco de una alianza santa (claro). Los profesores de “marxismo” de las escuelas “comunistas” se convirtieron luego en maestros de teología sin necesidad de cambiar la cátedra.