Sociedad

6/7/2000|672

Vittorio Gassman: la gran máscara neorrealista

Ha muerto Vittorio Gassman. Sin duda, junto con Marcelo Mastroniani, uno de los dos grandes actores italianos de la posguerra. Aun cuando su pasión fue el teatro, su trascendencia se produjo por protagonizar muchas películas, un arte de masas, capaz de superar las limitaciones del idioma y de reproducirse vastamente.


La figura de Gassman estará ligada para siempre a los personajes que protagonizara en la filmografía de Dino Risi, Monicelli o Scola, con títulos tan famosos como Il Sorpasso, La Gran Guerra, Los Desconocidos de Siempre, La Armada de Brancaleone, Los Monstruos, Nos Habíamos Amado Tanto, Caro Papá, etcétera. Una muestra muy representativa de lo que se dio en llamar el Neorrealismo Italiano y sus secuelas.


Sus personajes fueron siempre una expresión de las miserias humanas, desde los despojos de la marginalidad social, llenos de mezquindad y egoísmo, hasta los ricos cínicos, inescrupulosos, finalmente infelices y solitarios. Para el neorrealismo aparece como fundamental mostrar esta condición humana miserable, a veces bajo el bálsamo del humor, otras de modo descarnado, pero siempre poniendo un manto de piedad y comprensión.


¿Por qué no aparecen en este cine italiano, que tuvo en Gassman uno de sus grandes protagonistas, sentimientos altruistas, de abnegación, de grandeza? Probablemente, la entrega de las armas de los partisanos ordenada por el Partido Comunista Italiano (al que perteneció Gassman) y la frustración de una revolución social que coronara lo que había sido la resistencia al fascismo y al nazismo, dio paso a una negación de las mejores posibilidades de la condición humana y logró que se hicieran más evidentes en la realidad sentimental las secuelas de la guerra, con sus carencias y penurias.


La presencia de la grandeza, en esta estética neorrealista, aparece siempre como falsa y adjudicada al pensamiento fachista, en clave de ridículo.


Con la muerte de Gassman se cierra un telón en el cine italiano y su proyección mundial. La crisis capitalista ha instalado un predominio comercial del cine norteamericano y ha condenado las expresiones artísticas de otras latitudes al consumo local. De las nuevas generaciones surgirán, con seguridad, nuevos Gassman que intentarán ser la máscara de su tiempo. También, esas nuevas generaciones tendrán la oportunidad de hacer la historia de tal modo que se exprese en el arte una plenitud de la vida que hoy está negada por la sociedad de clases, por el capitalismo.