Universidad

17/11/2024

Ascenso, límites y perspectivas de un nuevo movimiento estudiantil universitario

Algunos conclusiones y elementos para el debate de un movimiento que volvió para quedarse

Foto: Juan Diez, Ojo Obrero

El movimiento universitario de nuestro país se consolidó, con el correr del año, en uno de los principales factores de resistencia a las políticas de ajuste y privatización del gobierno de Milei. No solo eso, sino que también se constituyó como un canal que catalizó la bronca popular de millones de trabajadores y jóvenes desarrollando movilizaciones históricas como las del 23 de abril y del 3 de octubre que sobrepasaron por mucho a la comunidad universitaria, integrando detrás de las banderas en defensa de la universidad pública a trabajadores, sindicatos, jubilados, organizaciones piqueteras, sociales, etc.

Las tomas: un gran paso adelante

Las 100 tomas de facultades en todo el país, como respuesta del movimiento estudiantil al apoyo del Congreso al veto de Milei, fue un punto de inflexión en el conflicto. Significó un salto en la conciencia para miles de estudiantes que convirtieron la frustración de la derrota parlamentaria en un nuevo escenario de lucha más radicalizado. Pese a que la mayoría de los centros y federaciones estudiantiles se encuentran subordinadas a los rectores radicales y peronistas, ambas fuerzas comprometidas en la gobernabilidad de Milei y por ende enemigas de la acción directa e independiente del movimiento, la vanguardia estudiantil se las ingenió para abrirse paso mediante espacios autoconvocados, en unidad con la docencia combativa y con la apoyatura de los centros comandados por la izquierda, que fueron los primeros en votar las tomas. 

La toma de la facultad de medicina, pese al boicot del radicalismo de Yacobitti y de La Cámpora de Máximo Kirchner; la toma en psico, en derecho, las asambleas autoconvocadas en Económicas; los dos meses de toma en Filo pese a la política anti-toma de la Mella; la toma con acampe incluido del combativo Centro de Veterinaria, por citar algunos ejemplos dan cuentas de un profundo proceso en la subjetividad del movimiento estudiantil. La combatividad de los centros de visuales y artes en movimiento de la Universidad Nacional de Artes (UNA) impulsando semanas enteras de toma, movilizando masivamente a la calle, procesando asambleas estudiantiles para desenvolver la pelea, constituyen un ejemplo de la importancia de tener centros dirigidos por la izquierda y los luchadores.

Las universidades del conurbano, relativamente más relegadas en la tradición de organización estudiantil, también irrumpieron con tomas y movilizaciones masivas contra Milei. En la Unsam, el centro de Ciencia y Tecnología (Cecyt) que empezó siendo el único centro en declarar la toma, fue la punta de lanza de la toma generalizada de toda la Unsam, pese al rechazo inicial de los centros peronistas dirigidos por Construir Unsam (la agrupación del rector Greco) y el centro de La Mella y la juventud del Partido Comunista. En la Universidad de 3 de Febrero, la asamblea de estudiantes autoconvocados logró imponerse a la burocracia estudiantil de La Cámpora y así tomar la universidad por primera vez en su historia. En la UNGS la asamblea interclaustro desarrolló varias jornadas de toma muy concurridas. Universidades como la de Moreno y la Unpaz también se tomaron producto de la organización por debajo de lxs estudiantes.

Las tomas no quedaron reducidas al Amba, se desplegaron con gran potencia por todo el país. Vale resaltar las tomas en la universidad de Córdoba, de la facultad de humanidades en Jujuy y la masividad histórica del movimiento universitario de La Plata, con epicentro en la facultad de Artes donde el activismo en un choque abierto con el centro de estudiantes de la Mella logró imponer la toma de la facultad.

El despliegue del movimiento estudiantil empalmó con un proceso de organización combativa creciente del movimiento docente. La AGD UBA jugó y juega un papel protagónico en este proceso de radicalización de la docencia, organizando, por ejemplo, la jornada de más de 100 clases públicas en Plaza de Mayo. Las clases públicas fueron un instrumento importantísimo para desarrollar la conciencia del movimiento universitario sobre todo donde los centros boicotearon la lucha, como fue el caso de la UNGS. No es un dato menor que en muchas universidades del conurbano se estén organizando núcleos de docentes en oposición a los sindicatos burocráticos que actuaron como auténticos desorganizadores de la lucha durante todo el año.

Límites

Sin embargo, el movimiento universitario y particularmente el sector estudiantil presenta límites que aún no fueron superados y que apostamos a superar mediante el desarrollo del movimiento y la lucha política en la próxima fase.

En primer lugar cabe destacar que estamos ante el surgimiento de un nuevo movimiento estudiantil que en su inmensa mayoría carece de experiencias de organización y luchas previas y que ahora está dando sus primeros pasos en el enfrentamiento contra los gobiernos y el Estado. Recordemos que en los últimos años el movimiento estudiantil no estuvo presente como tal en el escenario político. Debemos remontarnos al año 2018 (6 años atrás, lo que dura una carrera universitaria) para encontrar antecedentes de tomas de universidades y movilizaciones de masas con el movimiento estudiantil a la cabeza. Desde aquel momento hasta hoy el cuadro de contención y aislamiento de las tendencias combativas, que le permitió a las fuerzas patronales desplazar a la izquierda revolucionaria de los principales centros y federaciones estudiantiles, sumado a la pandemia que actuó objetivamente desarticulando y aislando a los estudiantes, configuraron un cuadro de desmovilización y desorganización estudiantil que recién este año comenzó a revertirse de forma acelerada.

El movimiento estudiantil no ingresó a esta etapa decisiva de enfrentamientos con el Estado teniendo para sí una dirección independiente y combativa dispuesta a luchar hasta el final. Por el contrario, la mayoría de las direcciones estudiantiles responden a la etapa previa de desmovilización que mencionamos antes. El desafío para la izquierda revolucionaria y la vanguardia estudiantil es, a caballo de la lucha en defensa de la universidad, estructurar una dirección revolucionaria para derrotar a Milei.

Es verdad que este año se realizaron elecciones en los centros de estudiantes más importantes del país y que el resultado no fue favorable para las listas independientes y de izquierda, sino que las fuerzas patronales, enemigas de la acción directa, ya sean peronistas o radicales, lograron polarizar entre sí y controlar los centros. Esta situación contradictoria pone de manifiesto la necesidad de desenvolver a fondo las tendencias a luchar del activismo y en ello desarrollar el ala combativa e independiente del movimiento en delimitación con el campo colaboracionista con el gobierno. Esta grieta se mantuvo relativamente indiferenciada durante casi todo el año, recién comenzó a clarificarse a partir del proceso de las tomas. Allí miles de estudiantes corroboraron en su experiencia propia el lastre que significa tener centros subordinados a las autoridades que jugaron todo el tiempo por desorganizar y abortar el proceso de tomas y movilización.

Al mismo tiempo, no se pueden leer los límites del movimiento estudiantil en la lucha contra Milei sin observar y analizar los problemas que presenta la pelea por estructurar una vanguardia independiente, obrera y popular para derrotar al gobierno de Milei por la vía de la acción directa.

La lucha universitaria y el Fuera Milei

Para nuestra corriente la clave pasa por desenvolver a fondo el movimiento de lucha. La recomposición del movimiento estudiantil se explica sobre todas las cosas por la lucha reivindicativa en defensa de la universidad. 

Un millón de estudiantes, docentes y no-docentes ganaron las calles, hicieron paros, clases públicas y tomaron las universidades por el salario y el presupuesto universitario frente a un ataque sin precedentes por parte del gobierno. Esta lucha contiene una profunda y rápida proyección política dada la incompatibilidad entre la satisfacción de dichas reivindicaciones con el esquema del gobierno de Milei que consiste en impulsar una guerra contra los sectores populares. 

La UJS militó todo el año por impulsar con todo esta pelea, con la comprensión de que una movilización de masas del movimiento universitario puede servir como un canal de movilización más general de los sectores populares contra el gobierno. Una hipotética victoria de la universidad contra Milei, lejos de tener un alcance corporativista, significaría un triunfo popular y un golpe al gobierno que colabora con modificar la actual correlación de fuerzas. Lo mismo vale para la lucha de la Salud, de jubilados, de aerolíneas, etc. Son conflictos testigo.

El desarrollo de la lucha universitaria puso de manifiesto que la confianza en el parlamento o dicho de otro modo la parlamentarización de la lucha no es una opción viable, porque por un lado Milei veta todo lo que no le gusta, pero además compra los diputados necesarios de todas las fuerzas políticas a excepción del FIT-U para que sus vetos sean consolidados por el Congreso.

En este plano, hemos colocado la consigna Fuera Milei de cara al activismo y al movimiento de masas, con el objetivo de unir la lucha reivindicativa con una pelea política de fondo que no puede ser otra que terminar con el gobierno de Milei. La formulación explícita de la consigna Fuera Milei le da al movimiento universitario una proyección política general para empalmar con los distintos sectores populares agredidos por el gobierno. Sin dejar de organizar la pelea por las reivindicaciones urgentes defensivas, el Fuera Milei eleva al movimiento estudiantil y le permite una proyección política de unidad estratégica con amplios sectores obreros y populares que quieren que este gobierno se termine.

El Fuera Milei representa, además, una verdadera lucha política con el kirchnerismo que agita desde la oposición contra el gobierno pero que es incapaz de encarar una pelea real, a fondo, contra Milei. La estrategia del peronismo es colaborar en el sostenimiento de Milei los 4 años de mandato, a lo sumo intentar hacer un limitado control de daños en favor de un sector de la burguesía nacional y la pequeña burguesía que podría terminar en la quiebra
De la misma manera se comportan los rectores peronistas y radicales en el conflicto universitario, quienes, como mucho, apuestan a desgastar al gobierno y arrancarle alguna migaja que permita mantener determinado status quo. 

Este es el debate central que tenemos que desarrollar con el activismo. Los que queremos echar a Milei y los que quieren que Milei gobierne. No hay en la actualidad una mayor divisoria de aguas que está. 

Divergencias en la izquierda

La izquierda no ha logrado actuar durante el conflicto bajo una comprensión común. Se pusieron en evidencia importantes divergencias. Por un lado, nuestra política resuelta y decidida de impulsar la radicalización del movimiento mediante el frente único y en ello mostrar los límites de las agrupaciones subordinadas al Estado para que el activismo las supere. Por el otro lado, una política conservadora y aparatista, encarnada sobre todo en la intervención del PTS, que privilegió debates supuestamente “programáticos” de cara a la vanguardia, en lugar de luchar por ponerse al frente del movimiento impulsándolo hacia delante. Esta política conservadora, que no logró ver la potencialidad del movimiento universitario para golpear al gobierno, sustituye la lucha política por la dirección del movimiento por la pelea electoral/”ideológica” de cara al movimiento. Quienes hayan presenciado alguna asamblea con la juventud de Myriam y Nico Del Caño habrán visto con sus propios ojos que las intervenciones de sus militantes tuvieron como eje modificar tal o cual oración de alguna declaración política pero rara vez llevaron propuestas para impulsar el plan de lucha. Mirar de reojo el dinámico proceso de lucha estudiantil los llevó a titubear frente a apoyar o no las tomas en la mayoría de las facultades, mientras que en algunos casos, como Artes de La Plata directamente votaron junto al kirchnerismo en contra de continuarlas.

El NMas, por su lado, impulsó como eje de su actividad un faccionalismo injustificado contra la izquierda que los llevó a romper instancias de movilización y frente único como ocurrió en la Interfacultades en plaza de Mayo. Su estrategia de delimitarse mas de la izquierda que del peronismo delata una adaptacion al campo nacionalista, profundizado luego de su llamado a votar a Massa en el ballotage. Otro grave error de esta corriente es intentar oponer la organización estudiantil a la organización docente. Una posición rabiosamente pequeña burguesa y corporativista. La izquierda debe luchar siempre por la estratégica unidad obrera-estudiantil, que en la universidad adquiere la forma concreta de la unidad con los sectores docentes y no-docentes clasistas y combativos.

El conservadurismo y electoralismo de la mayoría de la izquierda se expresan de manera incontrastable en su rechazo, hasta el momento, de levantar la consigna Fuera Milei que explicamos más arriba. Es llamativo: no quieren impulsar la lucha por el Fuera Milei, pero sí discutir el programa de un gobierno obrero. Ponen el carro delante del caballo. 

Para nosotros la tarea de la etapa no es hacer campaña electoral por adelantado sino pelear por impulsar a fondo los movimientos de lucha con la perspectiva de derrotar y echar a Milei.

Perspectivas

La pelea por la independencia política del movimiento estudiantil siempre es fundamental, pero ahora lo es más porque estamos en los inicios de un proceso de movilización estudiantil que, con sus etapas y altibajos, irá en ascenso mientras dure este gobierno. La independencia del movimiento significa, ni más ni menos, poder pelear sin ataduras contra el gobierno, lo que precisamente los rectores, los radicales y La Cámpora no quieren.

Los limites claros que exhiben las acciones que convocamos siendo parte de la asamblea interfacultades ponen blanco sobre negro: para desplegar a fondo el movimiento hay que pelear por ser su direccion. Para eso recuperar los centros, hoy en manos de las corrientes colaboracionistas, es fundamental. 

En lo inmediato, tenemos por delante un importante escenario de choque entre el gobierno, el Congreso y la universidad el día que se trate el presupuesto 2025. Los rectores y las burocracias sindicales y estudiantiles no quieren hacer olas y pretenden convertir lo que debiese ser una acción de masas por el presupuesto universitario en una simple concentración de aparato, depositando toda su confianza en una negociación positiva dentro del congreso, pero sobre todo mostrándose como fieles garantes de la gobernabilidad.

La izquierda y el activismo independiente debemos intervenir en cada universidad y facultad luchando contra esta orientación derrotista y apostando por desarrollar una nueva movilización masiva. Apagar la movilización universitaria significa en los hechos ser cómplices de una nueva motosierra de Milei contra la universidad pública y el pueblo trabajador.