Del Hospital de Clínicas a Ingeniería


Aunque la Universidad de Buenos Aires se encuentra todavía virtualmente de vacaciones, ya pueden notarse los primeros pasos del nuevo rector Hallú, quien 'ganó' el puesto gracias a un operativo represivo armado en torno a la Asamblea Universitaria.


 


Estos primeros pasos, con fuertes lazos entre sí, están referidos al Hospital de Clínicas y a la Facultad de Ingeniería.


 


El Clínicas


 


La crisis del Hospital de Clínicas está al rojo vivo. Hicieron falta menos de dos meses para que el plan de rescate anunciado por el gobierno nacional, la UBA y la burocracia de Apuba, concluyera en un rotundo fracaso. Se puede afirmar que la situación actual es aún peor que la del mes de noviembre del año pasado. Los insumos no existen, las internaciones están prácticamente suspendidas y, ahora, hasta las propias guardias están al borde del cierre.


 


El 'refuerzo' presupuestario de 7 millones demostró ser completamente insuficiente, porque el Hospital está siendo sometido a un proceso de liquidación. Detrás de la crisis del Clínicas se esconde un negocio privado interesado en liquidar un hospital público en el centro mismo de la ciudad.


 


Hallú y Cia. llegaron al sillón del Rectorado impulsados, entre otros, por estos intereses. Por eso tuvieron el apoyo integral de los consejeros de la Facultad de Medicina, gobernada por las corporaciones médicas. Hallú, no por casualidad, no ha dicho una palabra sobre la crisis del Hospital. Está en marcha el operativo final de desguace.


 


Ingeniería


 


También durante las vacaciones, aprovechando la ausencia de estudiantes, el decano de la Facultad de Ingeniería, Rosito, en acuerdo con Hallú, lanzó una ofensiva para quitarle al Centro los espacios del bar, la librería y el comedor. Anunció que estos lugares serían privatizados y que los trabajadores —más de 50— serían despedidos.


 


Alega que el Centro ha manejado irregularmente los fondos. Esto ha sido puesto en ridículo hasta por el Ministerio de Educación, que en diciembre pasado aprobó un subsidio de 50 mil pesos para hacer frente a los gastos que se derivan del sostenimiento de becas a estudiantes, docentes y no docentes.


 


La crisis financiera del Centro se agudizó como consecuencia de los aumentos salariales dados a los trabajadores. Para el decano, la salida tenía que ser claramente capitalista. O se aumentaban los precios, con el evidente perjuicio contra los estudiantes, o se congelaban los salarios, perjudicando en este caso a los trabajadores. Ninguna de estas dos salidas fue la que el Centro decidió implementar. En cambio, se exigió a la Facultad que otorgue un subsidio. El decano Rosito se negó, a pesar de que la suma requerida era menor, incluso, al gasto por funcionarios políticos nombrados por él.


 


La ofensiva de Rosito-Hallú es sólo un primer paso de quienes pretenden avanzar contra el movimiento estudiantil que enfrenta a las camarillas reaccionarias. El contenido de la ofensiva muestra el verdadero programa de las camarillas: privatización, despidos, salarios de miseria.


 


Un mismo proceso


 


Una vez explicados estos dos procesos surge con nitidez que estamos frente a una política de conjunto. En ambos casos se pretende avanzar en la privatización, en el desguace de servicios, en despidos y salarios de miseria. En ambos casos hay negocios en marcha que seguramente pagarán el necesario 'peaje' a las camarillas reaccionarias.


 


Que estos hechos se den a comienzos de febrero hace prever que entramos a un año de luchas decisivas. Para que los Hallú, los Rosito y Cia. puedan concretar su programa será necesario que derroten al movimiento de lucha que desde el año pasado los ha puesto justamente a ellos en el banquillos de los acusados. Ya no serán luchas parciales, sino que se referirán a la cuestión del poder dentro de la propia universidad.