Universidad
14/10/2024
El que subsidia a los ricos es Milei, la universidad pública es una conquista popular
El presidente Javier Milei volvió a atacar a la lucha universitaria con mentiras y disparates, desconociendo una realidad donde la mitad de los estudiantes universitarios son pobres.
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Javier Milei.
El presidente Javier Milei volvió a atacar a la universidad pública en un reciente discurso, afirmando, sin fundamento alguno, que la universidad gratuita es “un subsidio de los pobres a los ricos”. Para Milei hay que erradicar el “mito de la universidad gratuita” dando lugar a la única forma posible en consecuencia: la privatización definitiva de la educación superior, ya sin ningún acceso real a los pobres.
El discurso del presidente tuvo lugar en un evento de “reinauguración” del Centro Cultural Néstor Kirchner, ahora renombrado Palacio Libertad Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento. Y se en medio de la crisis universitaria, tras el veto a la Ley de Financiamiento Universitario y con procesos de lucha y tomas en más de 40 facultades y establecimientos educativos del país.
Milei volvió a hacer uso y abuso de un relato con cada vez menos fuerzas, que intenta convencer de que el ajuste contra los trabajadores y sectores pobres es un ataque a la casta y en defensa de los propios ajustados: algo que no tiene pies ni cabeza.
El presidente señaló que “la verdad incómoda en la Argentina es que la universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta, en un país donde la gran mayoría de los niños son pobres”, afirmación que solo contiene una verdad parcial: que la mayoría de los niños son pobres.
Que la universidad pública no beneficia a los pobres es una gran mentira. Primero porque, según cifras del Indec, casi la mitad de los estudiantes universitarios habitan en hogares pobres. Milei hizo mucho por esto, pero no para que los pobres lleguen a la universidad, sino para que más estudiantes sean pobres: de un año a otro sumó 14,7 puntos porcentuales de estudiantes pobres.
En segundo lugar, Milei omite señalar la importancia de la universidad pública para la formación de profesionales que abastecen las escuelas y hospitales del país, entre otros servicios que vuelven a la comunidad, y que llegan a las 25 millones de personas pobres que Milei ayudó a empujar hasta esa situación.
Peor aún, Milei ataca a la salud pública vaciando y liquidando hospitales, servicios y establecimientos. Y lo mismo hace con la educación pública en todos sus niveles, con la parálisis de la obra pública y el ajuste sobre salarios y recursos a las provincias, donde los gobernadores replican el ajuste sobre docentes y estatales.
El presidente agregó en su discurso que “la universidad dejó de ser una herramienta de movilidad social para ser un obstáculo para la misma”, otra gran mentira. Es cierto que culminar los estudios universitarios no garantiza actualmente una prosperidad social y económica, pero eso se debe justamente a la destrucción y devaluación de la oferta laboral para quienes egresan de sus estudios.
El gobierno “libertario” tiene su cuota de responsabilidad en la materia, con el ataque a la investigación, al Conicet, a los proyectos de ciencia y técnica, a las carreras médicas y profesionales en las dependencias públicas, con políticas que destruyen el empleo y promueven la precarización laboral, etc.
Además, son los propios procesos privatizadores y mercantilistas que defiende Milei -herederos de la LES menemista- los que limitan los alcances de la educación superior, con el vaciamiento de las carreras de grado y la mercantilización de posgrados pagos, promover tecnicaturas y títulos cortos para un mercado precarizado,e tc.
Milei habla de la “universidad pública como subsidio a los ricos” cuando su gobierno mantiene subsidios directos a las grandes patronales, como los regímenes tributarios especiales o el propio Rigi hecho a la medida de las grandes multinacionales. No denuncia, en cambio, la injerencia privada en la universidad pública, donde las empresas se benefician de “convenios de colaboración” baratos para sus propios intereses comerciales.
La ecuación del vaciamiento de la universidad pública y gratuita es bastante simple: un mayor financiamiento garantiza el acceso de más estudiantes pobres y vulnerables, de la mano de políticas inclusivas como becas, mayor oferta horaria, apertura de cátedras, boleto educativo, etc. El vaciamiento financiero solo conduce al arancelamiento y la privatización, excluyendo definitivamente a los pobres para que quien pueda pagarse una universidad lo haga acudiendo a una privada.
Según el Anuario Estadístico de 2022, en la órbita del actual Ministerio de Capital Humano, el 47,8% de los nuevos inscriptos de las universidades e institutos eran primera generación en sus familias, lo que da cuenta de la oportunidad de movilidad social ascendente que ofrece el acceso a la educación, aún con sus límites.
El discurso de Milei es sumamente reaccionario y busca justificar el ajuste sobre la educación cuando estudiantes y docentes protagonizan una inmensa lucha educativa en todo el país. Hay que derrotar el ajuste del gobierno profundizando la lucha, con el paro universitario del 17 de octubre como fecha inmediata y la organización independiente de miles de estudiantes y docentes en asamblea, tomas y con sus direcciones y sindicatos combativos.