Universidad

30/4/2022

Elección de rector en la UBA: ¿qué nos deja Alberto Barbieri con su salida?

El actual rector confirmó que, luego de dos mandatos, no irá por su reelección. 

Cambia el rector, el ajuste sigue.

El Consejo Superior de la UBA aprobó por unanimidad el calendario electoral que determina las elecciones de rector para el período 2022-2026, a realizarse el próximo 24 de junio. De la misma participarán 236 electores, entre consejeros directivos de las trece facultades y los integrantes del Consejo Superior.

En una entrevista que brindó a La Nación (28/4) Barbieri se vangloria de los “logros” de su gestión en materia de méritos por un lado, tomando los rankings internacionales que reconocen a la universidad por su calidad. Pero oculta que ello se apoya sobre docentes que no perciben salario o no docentes tienen paritarias a la baja firmadas hace ocho años. Tampoco menciona la falta de cupos para las materias o incluso la imposibilidad material de cursar por los problemas infraestructurales.

Hace mención a la construcción de edificios o anexos en determinadas facultades. Uno de ellos es el edificio nuevo en Filosofía y Letras, cuya intención era que fuera utilizado para posgrados arancelados, y fue producto de la enorme lucha que dieron los estudiantes que será utilizado para cursos de grado. Nombra también el pabellón “Cero+Infinito” de Exactas, que fue abierto con recursos propios de la facultad y presenta el problema que en las carreras que se dan ahí (computación, ciencias de datos, matemática), se dictan pocas materias porque muchos docentes renuncian a sus cargos por los bajos salarios. Mientras tanto en los pabellones 1 y 2 la gente cursa hacinada, los laboratorios quedan chicos frente  a la demanda de la masa estudiantil y se encuentran  vaciados de insumos. El problema infraestructural en la UBA es histórico y se agudiza en un cuadro en el cual hay un aumento de matrícula. Un ejemplo claro es que en 2021 Medicina tuvo un salto de 57% de inscritos tomando los últimos seis años, sin aumento de presupuesto.

Otro de los aspectos es la cuestión de la virtualización forzosa. Según Barbieri “la virtualidad nos sirvió para potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje” (ídem). Su caracterización muestra un alejamiento de la realidad de cursada a que nos vimos empujados estudiantes y docentes, ya que no se destinó un peso a garantizar conectividad ni equipos, y mucho menos capacitación para docentes, ni siquiera un régimen que contemple las situaciones de tareas materno/paternales en el hogar a la hora de tener que armar las clases. Ni hablar de todos nuestros compañeros que quedaron afuera desde un inicio por no poder acceder a los insumos minimos que exigia ese tipo de cursada. La universidad que ya es excluyente reforzaría en un cuadro de bimodalidad los grandes porcentajes de deserción.

En la entrevista Barbieri plantea que “si tuviéramos un proceso de inversión sin importar el gobierno de turno, podríamos estar mucho mejor posicionados”. La realidad es que hoy en día la baja de la participación en el presupuesto universitario nacional  ha logrado tener uno de los tres  presupuestos más bajos por alumno de las 60 universidades nacionales, que ya de por sí eran bajos. De la mano con esto, por decisión del rector no se aplican los convenios colectivos de trabajo nacional de docencia.

En investigación se pagan incentivos con tres años de demora y por la suma de $2.600, mientras que los subsidios que ofrece la universidad no alcanzan ni para comprar media computadora. No solo eso, sino que se “descuartizan” las designaciones full time y se las reemplaza por cargos simples para terminar con la investigación y transformar la UBA en un enseñadero.

Durante sus años como rector Barbieri se opuso manifiestamente a las movilizaciones que reclamaron más presupuesto y se dedicó a administrar los recursos miserables de la universidad. El ejemplo más fuerte fue en 2018, cuando distintas facultades fueron tomadas por les estudiantes en apoyo a la rebelión docente y por reclamos propios. La actitud de las agrupaciones que responden al rector fue boicotear e intentar evitar mediante patotas las tomas de sus facultades, como ocurrió con la UES en Sociales.

También destacó que la Asamblea Universitaria tiene paridad de género en su conformación, ocultando que se profundizan los problemas que aquejan hoy en día a las mujeres que forman parte de la comunidad universitaria de la UBA, como la brecha salarial, los protocolos deficitarios, la ausencia de regímenes de regularidad por violencia de género, la falta de regímenes materno/parentales para docentes y estudiantes. Barbieri quiere usar la paridad de género para tapar la violencia sobre la mujer y las diversidades que todavía persiste en la UBA.

Tomado de conjunto, la gestión de Barbieri se caracterizó por una profundización de los lazos de la universidad con los capitalistas, y por un intento de disciplinamiento del movimiento estudiantil mediante la persecución política y la extorsión a aquellos estudiantes que no votaran por las agrupaciones ligadas al Rectorado. Fue lo que ocurrió en su momento en Medicina, cuando luego de perder el centro de estudiantes la gestión de la facultad decidió eliminar materias que se daban en horarios vespertinos. Los recursos propios que la universidad generó a partir de los convenios con empresas fueron usados para sus propias agrupaciones.

El modelo Barbieri de la UBA no es más que la expresión del cogobierno que rige hace años la universidad. Antes de ser rector era el decano de Económicas en una alianza entre el peronismo (que él encabezaba) y el radicalismo (representado por Emiliano Yacobitti). Una verdadera asociación que buscaba agrandar la caja de la UBA a partir de los negociados con empresas y ministerios. El propio Barbieri fue presentado en su momento como potencial ministro de Educación de Daniel Scioli cuando se candidateó a presidente  en 2015, lo cual refleja que el ajuste en la UBA no es propiedad exclusiva de radicales.

Ahora que Barbieri no se postulará nuevamente como rector, entre las opciones que se barajan la que aparece como más factible es la del actual decano de Medicina Ricardo Gelpi. Su facultad es una de las que tiene más más docentes ad honorem y con grandes filtros en las cátedras, sobretodo en los primeros años, a través de exámenes de mucha dificultad, de la dinámica de las cursadas y la mala oferta horaria producto de la falta de recursos. Uno de los grandes ejemplos es su propia cátedra de Patología. Ni hablar de los problemas estructurales que tiene la facultad y nunca fueron abordados. Sumado a esto, la persecución política a quienes se oponen a su gestión es moneda corriente.

En términos políticos reflejaría un avance del sector radical en el cogobierno de la UBA, además del avance de Medicina en el bloque del Rectorado. Gelpi viene del radicalismo y la camarilla de su facultad está asociada más directamente a Yacobitti, aunque logró integrar en su lista de graduados a La Cámpora, que no solo lo votó como decano sino que vota a favor de todas sus resoluciones. De todas formas, independientemente de la filiación política de quién sea rector, está claro que la orientación general de Barbieri será profundizada y al calor del ajuste vendrá una mayor penetración capitalista en la universidad.

La elección de rector no resolverá los problemas que tenemos trabajadores y estudiantes de la UBA. A esta elección antidemocrática le oponemos la democratización de los órganos de cogobierno y la lucha por una mayor partida preupuestaria, por el aumento de becas y le boleto educativo, por la triple franja horaria de materias y las reformas edilicias necesarias para que nadie se quede sin cursar, junto con la defensa del salario docente.

La UJS, como conducción de los centros de Vete y Farmacia, impulsará la deliberación política y desarrollará iniciativas hacia todo el movimiento estudiantil para poner en pie esta lucha en toda la universidad.