Universidad

15/4/1987|177

FUA: Un “frente de liberación" que no puede ni quiere

Además, Franja impuso el fraude

El último Congreso de la FUA tuvo un notorio carácter “extra-estudiantil”. Jaroslavsky y Cáceres “asesoraban” a Franja, Manzano a la JP, Estévez Boero al MNR y Echegaray y Dratman al PC. Es decir, que chocaron directamente las estrategias políticas y, como consecuencia de ello, los compromisos que tienen unido aún al arco democratizante desde la derecha a la izquierda. El Congreso fue una frustración para las aspiraciones de lucha del estudiantado. El PC sostiene que no es así y que el Congreso fue el escenario de la gestación de un frente de liberación nacional y social. ¿Realidad o impostura? Es lo que ahora pasaremos a analizar.

El “Frente de Liberación puede”. Con este gran título en la tapa de su prensa, en el editorial y en otras dos páginas enteras, el PC celebró como un monumental éxito político el “frente” conformado en la FUA (junto a los radicales disidentes, un sector del PI y el apoyo del Mas).

Para el PC este “frente” universitario constituye la corporización de su concepción estratégica —El Frente de Liberación Nacional y Social—. Se pretende que lo ocurrido en la FUA demostraría no solo la justeza sino también la viabilidad de esta política.

Como quiera que en los bastidores del Congreso de la FUA se movieron personalmente Patricio Echegaray y Enrique Dratman (primeras figuras de la “renovación” dentro del PC), la alharaca que realiza el “Qué Pasa” apunta tanto a legitimar una orientación política como a los altos niveles dirigentes que la inspiraron.

Lamentablemente, no es necesario un examen muy agudo para comprobar que las pretensiones del PC son una impostura y que, si la FUA fue el terreno de prueba del FLNS, ella ha puesto de relieve que, transformado en realidad práctica, este “frente” es antirrevolucionario.

Gato por liebre

En el abundante espacio que “Qué Pasa” dedica al “bautismo histórico” del FLNS, hay una omisión que retrata de cuerpo y alma esta impostura y en especial a los aprendices de brujos que pretenden haber consumado el milagro: el “frente” carece simplemente de programa, es decir, de una concepción estratégica y de una plataforma de reivindicaciones que sea su traducción a la lucha de este período. Lo que se intenta presentar como un “frente” queda transformado, por este simple hecho, en una maniobra que esconde sus finalidades políticas, es decir, en una maniobra inconfesable. Hacer la apología de un frente que es incapaz de proclamar sus fines y su naturaleza es practicar la confusión política como método. Quienquiera que se tome la lucha revolucionaria del único modo que se la debe tomar, es decir, en serio, deberá convenir en que este proceder es contrarrevolucionario por referencia a una política de izquierda.

Si aún fuera posible cargar con una tinta más negra este sombrío panorama, habría que agregar que el PC ni siquiera concurrió al Congreso de la FUA con alguna clase de planteo programático. Es decir, que nunca estuvo presente la intención de un frente de principios —única forma—, por otra parte, de que no sea una maniobra oportunista destinada a victimizar a la vanguardia estudiantil. Salvo la UJS, ninguna corriente de izquierda presentó un programa -algo que naturalmente habla ampliamente de todas ellas. La sola pretensión de formar un frente sin programa es un acto de impostura. Que a esto se lo presente como el bautismo del FLNS revela la miopía de los autores de esta peregrina tesis.

¡Unidad con Cafiero!

La Comisión Política que dirigió la operación FUA no ha reparado qué poco han cambiado los métodos del PC: la maniobra sustituye a los principios y el empirismo al programa. Aspirando a no ser más el furgón de cola del “frente democrático” sino la vanguardia del “frente de liberación”, no ha tenido en cuenta que todo frente sin principios es democratizante y que en todo frente democratizante el lugar de un partido obrero es el del acoplado. Un frente sin principios es la posición de principios del antifrente, pues es el programa lo que diferencia a un frente de la maniobra ocasional.

Durante el desarrollo del Congreso, el “frente” no dio a conocer su finalidad política; solo cuando concluyó emitió un comunicado que, curiosamente, no es un acta de nacimiento sino una partida de defunción. Así es que reivindica “el esfuerzo (realizado en el Congreso) por concretar un acuerdo que englobara en un frente único a todas las fuerzas opositoras del campo popular” (Clarín, 5-4-87). ¿Y qué significa esto sino un frente con el cafierismo, es decir, el insepulto “Frente democrático nacional”? ¡Los muertos que vos matáis!

En efecto, Echegaray y Dratman se “esforzaron” desde las bambalinas del Congreso por armar un “frente” con el peronismo renovador (la “lucha contra el bipartidismo” tiene, como se puede comprobar, diversas interpretaciones, al igual que lo que ocurre con la Biblia, lo que lleva a la conclusión de que por “lucha antibipartidista” se entiende exclusivamente a la de las elecciones nacionales, y esto por ahora). La FJC propuso un “frente” con inclusión de la JP renovadora, con la salvedad de que la lista debía ser encabezada por un radical disidente. La JP aprovechó naturalmente esta exigencia para romper ese posible acuerdo. En esto consistieron los “esfuerzos” de la izquierda.

Pero esta historieta esconde todavía más de lo que revela (y lo que revela es muchísimo, como la extraordinaria similitud entre el FLNS y el “frente democrático”). Ocurre que el encabezamiento de la lista, que se convirtió en el obstáculo insuperable del frente con el bloque que sigue al ex ministro del FMI, no tenía ninguna importancia práctica o política, por la simple razón de que un arreglo previo ya había dado mayoría en el Congreso a la Franja de Nosiglia-Cáceres, lo cual impedía que la presidencia pudiera ser ganada por la oposición. La JP, como ya dijimos, utilizó esa exigencia para no hacer el acuerdo con el PC, pero lo más importante es que éste formuló la exigencia con la pretensión de ocultar su planteo de frente con Cafiero mediante el procedimiento de qué un radical disidente sea cabeza de lista. Así podía hacer pasar el frente en la “interna” del PC. Tenemos que denunciar, entonces, que hubo un claro intento de concretar un acentuado giro hacia la derecha, que fracasó por el insuficiente control que la dirección del PC tiene dentro de su partido en relación a su ala izquierda.

La conclusión de todo esto se saca sola: el Congreso de la FUA reveló que el FLNS es. una entelequia que no tiene programa ni delimitación de aliados, y que en la práctica fungió como una prótesis del frente democrático nacional.

“Viva la FUA radical”

¡Y, sin embargo, el desastre derechista no se limitó solo a esto! Es que el Congreso de la FUA recién se reunió cuando toda la oposición, sin excepción (y con el Mas curiosamente a la vanguardia) convalidó la presencia de 200 delegados fraudulentos que respondían a Franja Morada. El propio “Qué Pasa” informa sobre este fraude, pero niega que lo haya avalado por el hecho de haber formulado su denuncia. Se produjo, entonces, un acuerdo político, no por tácito menos concreto, para que Franja se quedara con la dirección de la FUA. “Los radicales —dice la Nación del 1-4-87— respiraron con satisfacción, todo les salió redondo, a pesar de que en un principio pensaban que podían perder el control de la Federación (o enfrentar) la creación de una FUA paralela”. En realidad, era la Franja (que movilizó a Jaroslavsky, a Cáceres y a Stubrin) quien pensaba dividir el Congreso o formar una FUA oficial, usando este chantaje para “disciplinar” a la oposición, lo cual consiguió en particular con la JP y el Mas (quien fue el primero, después de Franja-MNR, en aceptar las resoluciones fraudulentas de la “comisión de poderes”). De todo esto se desprende que el “Qué Pasa” no aborda realmente la principal cuestión del Congreso, su fraude, ni la cuestión de un bloque opositor para quebrar el fraude y formar una FUA independiente del Estado. Lo que hizo en definitiva el PC y la izquierda fue formar un frente oportunista, vergonzantemente democratizante, en el marco de una FUA integrada al Estado y por lo tanto importante, lo que convierte a ese “frente” en una oposición a su majestad, es decir, dos veces impotente.

La farsa es que, como resultado de todo esto, ¡la dirección de la FUA no cambió un ápice en su composición! Entre Franja y el MNR, de un lado; JP y parte del Pi del otro; y radicales disidentes, otro sector del PI y la FJC en el tercer plano; tenemos la misma dirección de “unidad nacional” que se formó en 1983, con la sola diferencia de que la FUA actual es una entidad paraestatal y de que la FJC afirma de sí misma que es más revolucionaria que hace cuatro años.

Posición revolucionaria

Como se desprende de todo lo dicho hasta aquí, lo que estuvo planteado en el Congreso de la FUA fue la denuncia de que ésta se convirtió en dependencia estatal y la formación de un bloque revolucionario que asumiera esta denuncia y le diera resonancia nacional y perspectiva política clara. Se debían explotar todas las contradicciones del bloque burgués opositor con el oficialismo y, por otro lado, utilizar el foro de la FUA para formar un bloque político basado en un programa revolucionario. En este, congreso importaba sobremanera la definición estratégica, y no solamente porque la Franja se puso a hablar del no pago de la deuda, en un supremo acto de caradurismo político. La razón principal es que el Congreso de la FUA era un ámbito fundamental para una recomposición revolucionaria de fuerzas, al cabo de cuatro años de hundimiento de toda la FUA democratizante y proalfonsinista. Esta política guio al bloque de la UJS, el cual realizó una captación propagandística y organizativa de fuerzas. El PC, comandado por su Comisión Política, fracasó miserablemente en esta misión y el balance que ha presentado constituye no ya un fraude sino una clara manifestación de tendencia derechista, esto por referencia a la evolución izquierdizante que se pretendió darle hasta ahora.

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