Universidad

23/8/2007|1006

“Fuba: Una organización que forma y lucha”

Las camarillas profesorales y de graduados asistieron a la reciente asamblea universitaria con el propósito de dejarla sin quórum, o sea vaciarla. ¿Cómo explicar de otro modo que diplomados ilustres hubieran resignado la oportunidad de anotarse en la lista de oradores para exponer proyectos o propuestas? Este boicot desvergonzado debajo de su barniz de disimulo puso de manifiesto que el grupo dirigente no había llegado a consensuar la reforma que se venía pregonando para ajustar los estatutos a las normas de la Organización Mundial de Comercio que incorpora la educación a la gama de productos que se trafican en el mercado mundial. Basta ver los proyectos presentados por ellos en las comisiones, que reconocen en forma abierta como su fuente de inspiración los papers de la Organización Mundial del Comercio: más privatización, venta de productos de investigación para subsidiar los costos de los negocios privados y mayor limitacionismo.


La convocatoria de la sesión pretendió fingir que se daba cumplimiento a un compromiso precedente y luego pasar a un cuarto intermedio. No era necesario tener la sagacidad de un Sherlock Holmes para obtener esta conclusión, que nosotros, por otra parte, ya habíamos anticipado.


Por eso, el “escándalo” al que hace alusión la prensa no es otro que esta alevosa operación de vaciamiento del reclamo de democratización del gobierno de la UBA, o sea la agenda que impuso la Fuba al cabo de una lucha tenaz. Vaciamiento, agregamos, protagonizado tanto por los shuberoffistas como por el bloque de decanos y graduados que gusta autodenominarse como “progresista”.


Formará parte de la historia del ridículo que tanto el rector Hallú como el bloque de decanos “progres” pretendan que la Fuba tuvo una actitud boicotista, porque sus consejeros se inscribieron para hacer uso de la palabra y presentar sus ponencias. Este argumento debería ser incluido en las materias iniciales de Filo como un ejemplo sin igual de sofismo. ¿Alguien que aún conserve la capacidad de utilizar la lógica podría calificar en términos negativos el planteo de pagarles un salario a los docentes que revisten ad honorem, de establecer la gratuidad de los posgrados, de reducir los salarios de los funcionarios políticos, de eliminar las correlatividades en bloque del CBC, de otorgar un incremento de presupuesto al Hospital de Clínicas? Propusimos, asimismo, convocar a una movilización a Plaza de Mayo de toda la comunidad universitaria para reclamar un aumento del presupuesto. En varias oportunidades insistimos en dejar de lado todas las dilaciones y proceder a democratizar el gobierno universitario. Lo ocurrido en la penosa asamblea convocada por las camarillas demuestra que esta última es incapaz de establecer un estatuto democrático y un gobierno que represente el activo real de la universidad. Para que esto ocurra es necesaria una asamblea electa por el sufragio igualitario de docentes, no docentes y estudiantes. Al igual que en 1918, la disyuntiva es gobierno de camarillas o gobierno democrático, perpetuación de los privilegios o transformación política, moral y social.


¿Hace falta mencionar que la farsa oficial quedó en completa evidencia cuando la “mayoría silenciosa” se retiró en forma sigilosa para mayor vergüenza de todos sus integrantes? Los profesores rehusaron polemizar con sus alumnos; ¡qué escuela imborrable de pedagogía! ¿Cómo pretenden seguir gobernando la principal casa de estudios del país aquellos que se manejan con golpes administrativos?


La conclusión que se extrae de esta experiencia es que las camarillas profesorales apañadas por el Gobierno y los grandes grupos económicos sólo son capaces de presidir el derrumbe definitivo de la universidad pública. Están ahí para hacer un trabajo de funebreros, no el de parteros de una universidad nueva.


La campaña mediática contra la Fuba (todo un clásico de la provocación a esta altura del partido) no alcanza, sin embargo, para disimular crisis dentro de las filas de la sociedad Hallú-Sorín. Crisis que tiene como trasfondo una fuerte pelea por los cargos y el reparto del presupuesto entre las facultades. “La banda de los cuatro decanos progresistas” apoya al Gobierno que subsidia por 20 mil millones de pesos a los grupos económicos, pero que no larga un peso para la educación o la universidad. Esto explica que se haya negado a apoyar la convocatoria a una movilización por un aumento del presupuesto universitario de 2008.


La Fuba ha actuado con enorme madurez; lo prueba que es la única que ha expuesto en forma pública un programa y la única dispuesta a un debate abierto, masivo, sin ninguna clase de restricciones. Somos una organización que forma y lucha, no una camarilla.


El desbarranque de la asamblea trucha nos impone la responsabilidad de lanzar una fuerte campaña por una nueva asamblea universitaria que permita la expresión democrática de los 400 mil estudiantes y trabajadores de la UBA para reorganizarla sobre nuevas bases políticas, morales, educativas, pedagógicas y ¡sociales!