Universidad
19/8/2010|1142
Juicio político a Hallú y a las camarillas del Consejo Superior
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El golpe que el rector Hallú y las camarillas del Consejo Superior dieron al Nacional de Buenos Aires ha desatado una crisis política en la UBA. El dato clave es que hay en marcha una verdadera rebelión interna, que abarca tanto a los estudiantes como a la mayoría del cuerpo docente. Los piquetes, asambleas y movilizaciones se mantienen fuertes y los interventores no han podido ocupar sus lugares.
Mientras la lucha sigue firme, las reuniones realizadas en el rectorado entre representantes de estudiantes y docentes y las autoridades no arrojaron ningún resultado; Hallú no quiere pagar, y con razón, el costo político de un recule. La gestión de Hallú homogeiniza con el método de la patoteada a los diversos sectores de las camarillas.
Pero en el Buenos Aires, mal que le pese, sus interventores tienen que mirar sus oficinas desde la calle. Toda la UBA puede ver con claridad el carácter antidemocrático y camarillesco del régimen que la Fuba viene enfrentando con decisión desde 2006.
La crisis política de la UBA se reabrió por los colegios universitarios porque, al cabo de una dura lucha, se consiguió la formación de un Consejo Resolutivo integrado por estudiantes, docentes y graduados. Hallú y compañía se aseguraron que estos Consejos fueran privados de funciones precisas y de que el sector más dinámico de la lucha, los estudiantes, queden en una clara minoría. Impusieron que la designación del rector recayera en el Consejo Superior, aunque se le otorgó al Consejo Resolutivo la posibilidad de elevar una terna que no sería vinculante.
La lucha de 2008 en los colegios pre-universitarios concluyó, por lo tanto, con un compromiso inestable. Las pocas concesiones que en ese momento hizo Hallú fueron luego desconocidas una tras otra. Los plazos fueron violados reiteradamente, al punto que pasados ya dos años no se han elegido las autoridades. Para peor, las elecciones en los Consejos fueron ganadas por sectores combativos en los claustros estudiantiles y de graduados, con lo cual Hallú y el Consejo Superior llegaron a la conclusión de que no podían valerse de los Consejos Resolutivos para dirigir los colegios.
Todo esto explica la remoción de la rectora González Gass y el nombramiento de nuevos interventores. Quedó claro que ni las pequeñas concesiones arrancadas con la lucha de 2008 eran ya respetadas. Se volvió a manifestar la incompatibilidad entre la democratización y la permanencia de Hallú y las camarillas del Superior. Esto motivó la profundidad de la lucha en el Colegio y la participación en la misma del cuerpo docente, que en luchas anteriores había sido refractario a las movilizaciones estudiantiles. Dentro de la docencia, el proceso político es más intenso. Los representantes ligados a las camarillas del rectorado están en minoría; todos saben que su objetivo es designar a dedo a un radical escogido por el secretario general de la UBA, Carlos Mas Vélez, que es también presidente de la UCR Capital. Dentro de la docencia ya empieza a circular el reclamo de nuevas elecciones para remover a los representantes actuales que patean en contra.
La crisis abierta por la resistencia en el Nacional de Buenos Aires plantea retomar la lucha por la democratización, es decir, la lucha por expulsar a las camarillas profesorales radicales y kirchneristas agentes de la privatización, los negociados y las corruptelas en la universidad pública. Estamos frente a una cuestión central que transciende los límites de los colegios pre-universitarios.
En ese sentido planteamos la realización de un juicio político de responsabilidades a Hallú y a las camarillas del Superior, que pondrá de relieve también los objetivos políticos y sociales de su gestión. Con este planteo vayamos a una fuerte campaña y nos movilicemos al “expo-UBA” que Hallú y la camarilla realizará en la Rural durante septiembre.