Universidad

1/12/2021

La gestión de la UNGS quedó al frente del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería

Néstor Braidot, decano del instituto de Industria (IDEI) de la UNGS, es el nuevo presidente del consejo. La integración al Albertismo continúa.

Desde el recambio presidencial en el 2019, las autoridades de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (UNGS) treparon a importantes cargos de gestión en el Ministerio de Educación nacional de Alberto Fernández. Primero con el nombramiento de la rectora Gabriela Diker como secretaria de Evaluación e Información Educativa; ahora conquistando la presidencia del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería (Confedi) de la mano de Néstor Braidot (decano del IDEI UNGS).

El Confedi existe hace mas de 30 años y nuclea a mas de 120 decanos en representación de las facultades de Ingeniera de Argentina, públicas y privadas. Desde allí se diseñan las políticas de “innovación pedagógica”, es decir, la formación de estudiantes y docentes de las facultades de ingeniería, según las demandas del mercado capitalista. Es de amplio conocimiento que empresas internacionales, como Volkswagen, Ford, pero también empresas menores, recurren a negociados con las distintas facultades a cambio de mano de obra barata, osea de pasantías truchas que los estudiantes deben cumplir en sus fabricas. Como también para moldear los programas de estudio según sus apetitos flexibilizadores.

La asunción de Braidot

Del martes 23 al viernes 26, con sede en la UNGS, sesionó la plenaria del Confedi que nombró a Braidot nuevo presidente del organismo. De la misma participaron el actual ministro de Educación nacional, Jaime Perczyk, Gabriela Diker, Filmus y Gómez Alcorta.

El flamante presidente del organismo anticipó que se vienen reformas en las ingenierías, señalando que “hay 500 carreras de ingeniería que a partir de 2022 van a renovar sus planes de estudio para ponerlos en función de las necesidades de desarrollo de nuestro país, para que la formación de nuestros ingenieros sea cada vez mejor y más alineadas con las necesidades de la sociedad”. En la misma línea, Perczyk sostuvo “Hay que trabajar en esa línea, tanto con la producción como con el trabajo. Y la universidad es un actor central para reunir a la producción y el trabajo”, léase, que los empresarios vean en las universidades un lugar para conchabar mano de obra gratuita y que los planes de estudio estén subordinados a los intereses de la clase capitalista.

Detrás de sus eufemismos se encuentran el ajuste y las reformas del FMI. No se puede hablar del “desarrollo industrial y del trabajo” en un país atravesado por un 50% de pobreza (que afecta sobre todo a la juventud). Con índices altísimos de empleo informal (el 70% entre los jóvenes), precarización laboral y anticipos de la reforma laboral por sector (Toyota), que tiene como telón de fondo un ajuste brutal, inflación y recesión mediante, para acordar con el FMI y juntar dólar por dólar para pagarle, sumiendo al país en el atraso y la dependencia.

La presidencia de Braidot cae como anillo al dedo en la situación política. En primer lugar, porque tributa al ala albertista del gobierno nacional. En segunda instancia, porque con un discurso progre es un fiel representante del lobby patronal/industrial dentro de la universidad. Su línea política es plenamente mercantilista: un lobbysta de los recursos propios dentro de las universidades, mediante arancelamientos de posgrados de ser necesario y con financiamiento de empresas. Ni hablar de su completo acuerdo con las pasantías truchas. Al mismo tiempo, su política de ajuste convive en perfecta armonía con los planes de Guzmán.

En la UNGS, en su rol de decano, en más de una oportunidad tuvo choques (parciales) con Diker y otros miembros del rectorado, por su línea contraria a la asignación de becas para estudiantes. Incluso se lo llegó a catalogar como la “oposición derechista a Diker”. Puro relato, en lo esencial, siempre coincidió con las políticas de Diker, y, desde ya, desde el 2019 con las de Alberto Fernández.

Esto no quita que para el dikerismo puro, representado en la UNGS por otros decanos y decanas, la presidencia de Braidot sea un hecho contradictorio: por un lado, la universidad se integra mas plenamente al gobierno y eso puede significar nuevos beneficios de tipo casta (presupuesto para obras, convenios con el Estado, creación de nuevas carreras: es decir, cajas negras para distribuirse a gusto), pero al mismo tiempo refuerza las ambiciones de Braidot y su sector de hacerse con el rectorado de la universidad.

La enorme integración de la UNGS al gobierno del FDT la coloca dentro de los campos de maniobra y disputa de poder de las camarillas enfrentadas. Además la vuelve un apéndice del ajuste del gobierno, recordemos que siempre el ejemplo empieza por casa.

Es elemental desde la izquierda poner en pie un reagrupamiento combativo e independiente de estudiantes y docentes para dar una pelea implacable contra el ajuste fondomonetarista del gobierno y la derecha; y tener como perspectiva recuperar nuestras herramientas gremiales: el centro de estudiantes y el sindicato docente, ambos dirigidos por el peronismo del ajuste y la entrega nacional.

 

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