Universidad

19/7/2007|1001

La UBA se somete a la Organización Mundial de Comercio


Las camarillas universitarias de la UBA han resuelto convocar a la Asamblea Universitaria para el 6 de agosto próximo. Tal convocatoria había sido establecida en la Asamblea Universitaria realizada el 18 de diciembre pasado en el Congreso Nacional, cuando se eligió a Hallú como rector mientras la Policía Federal reprimía violentamente a los estudiantes de la Fuba. Para las camarillas, la convocatoria equivalía a ganar tiempo. Lo máximo que hicieron fue reunir cada 15 días unas comisiones temáticas, que en muchos casos no reunieron ni el quórum necesario para su funcionamiento.


Originalmente la fecha establecida había sido el 1° de julio. Fue necesaria la gran lucha de los preuniversitarios, con el Colegio Pellegrini a la cabeza, exigiendo la democratización del gobierno de los colegios dependientes de la UBA, para que las camarillas se decidieran a convocar la Asamblea.


El paso del tiempo, sin embargo, permitió que una convocatoria sacada de la galera para zafar se vaya transformando en una oportunidad para que las camarillas intenten implementar una reforma reaccionaria, introduciendo en el Estatuto de la UBA toda una serie de requerimientos legales y medidas que representan un avance en la privatización de la Universidad.


Privatista


Las camarillas ya han dejado en claro que la Asamblea Universitaria del 6 de agosto no modificará en nada ni el régimen ni la composición actual del gobierno de la Universidad y de las facultades. O sea que el reclamo mayor realizado por los estudiantes durante el año pasado no será abordado.


Pero, además, en la Comisión de Presupuesto han surgido despachos para que se introduzca en el Estatuto la legalización de los llamados “recursos propios”, que no son otra cosa que los recursos que la UBA consigue por medio de la “venta de servicios” a las empresas, las pasantías descalificadas, las consultorías para las empresas y organismos del Estado, y el cobro de los posgrados arancelados, que en la UBA no dejan de crecer a una velocidad inusitada. Estos “recursos propios”, que son las cajas negras de las camarillas, son la matriz de la política oficial: tienen por función convertir a la principal universidad del país en una tercerizada de los grandes monopolios.


Por esa misma razón, el proyecto presentado por el sector mayoritario de las camarillas establece la eliminación del artículo 82 del actual Estatuto, que establece lo siguiente: “los organismos de la Universidad que recaudan fondos los ingresan a la Tesorería de la misma con los documentos justificativos en los plazos reglamentarios”. Esta eliminación no es casual, ya que apunta a que los fondos y recursos propios sean manejados a discreción por las camarillas en cada facultad o incluso a la escala de cada cátedra.


Ajuste y autoritarismo


En la propuesta presentada por las camarillas se agrega el siguiente párrafo al Estatuto: “en caso de que la autoridad competente en la materia establezca límites crediticios para la formulación del Proyecto de Presupuesto, el rector ajustará el anteproyecto según los lineamientos establecidos”. Es decir que la UBA renuncia de entrada a sus reclamos presupuestarios y se coloca a disposición del ajuste promovido desde el gobierno.


Dicho “ajuste” no lo hará el Consejo Superior, sino el propio rector, al que se le otorgan superpoderes en materia presupuestaria. Con esto se retrocede aún más en lo que hace a la democratización, ya que deja de lado al Consejo Superior. De alguna manera, esto ya sucede en la actualidad.


Limitacionismo


Otro de los proyectos claves presentados tiene que ver con la reformulación del Ciclo Básico Común (CBC). Crea una “Escuela Universitaria de Estudios Generales y Básicos” (EU de EGB), que será el “primer ciclo de los estudios universitarios”. Ahora, en cambio, el CBC es presentado como el primer año de la carrera.


Que el objetivo es armar un ciclo independiente queda demostrado en que la EU de EGB podrá crear “bachilleratos orientados en disciplinas que se consideren prioritarias” y “tecnicaturas o títulos intermedios”. ¿No queda claro que el objetivo es que la juventud no acceda a las facultades, quedando enredados en los ciclos, tecnicaturas o bachilleratos que, como zanahoria, expenderán algún título descalificado?


OMC


Al ver el tamaño de lo que está en juego y su naturaleza claramente reaccionaria, no puede sorprender que la finalidad última sea adaptar la UBA a los lineamientos fijados por la Organización Mundial del Comercio. Así figura en la propuesta de las camarillas que no por nada citan el “Acuerdo General del Comercio de Servicios” de la OMC, que establece la posibilidad de realizar convenios bilaterales en lo referente a la educación superior. Fue la propia OMC que en su tratado del año ‘98 consideró a la educación superior como una mercancía que se compra y se vende en el mercado.


Aunque parezca trágico, los progresistas truchos de la UBA se han incorporado plenamente a esta política. Primero armaron un cogobierno con los radicales en nombre de la defensa de la institución. Ahora se han transformado en agentes de la mayor privatización que se ha hecho contra la UBA, defendiendo los principios privatizadores del imperialismo.


La Asamblea Universitaria del 6 de agosto apunta en esta dirección. Seamos claros: la permanencia de un gobierno de los Hallú y los Sorín es un peligro para la universidad pública.


Con la convocatoria a la Asamblea Universitaria y con los proyectos presentados por las camarillas se ha clarificado notablemente los campos en disputa. O se está con la ofensiva capitalista contra la Universidad o se lucha por terminar con el gobierno de las camarillas para reorganizar socialmente la UBA sobre nuevas bases sociales.