Universidad

26/11/2015|1391

La universidad pública, luego del debate

@agustinmsz


El debate Macri-Scioli puso, inesperadamente, en la primera escena nacional a la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen). La mal llamada por el ex candidato del PRO, y ahora Presidente electo, “Universidad de Tandil” comprende también las facultades con sede en Olavarría, Azul y una subsede en Quequén. La referencia elogiosa de ambos candidatos le sirvió a Macri para alivianar el lastre de su rechazo a la universidad pública y a Scioli para pavonearse de la política de ciencia y tecnología. Por fuera de los planteos de ambos subyace la realidad de la mercantilización creciente de la educación universitaria, de la cual la Unicen da contadas muestras.


La “gratuidad”, el ingreso y el Polo Tecnológico


El candidato del FpV trajo a colación en el debate la reciente reforma a la Ley de Educación Superior (LES) que convalidó el 99% de la ley aprobada bajo el menemismo. Por un lado, se proclamó el ingreso “libre e irrestricto” contra los exámenes eliminatorios que, sin embargo, no rige respecto de los “cursos de nivelación” y similares. En Ciencias Veterinarias-Tandil tenemos por caso el restrictivo ICB (Introducción a las Ciencias Básicas), que elimina parte de los inscriptos y alienta negocios tales como el “Programa Articulatorio”, curso paralelo que dictan los mismos docentes, pero cobrando a los ingresantes para prepararlos.


Estos mecanismos expulsivos y limitacionistas, junto a los posgrados arancelados que rigen en la inmensa mayoría del país, dejan expuesto el verso de la “gratuidad”. La Unicen no es la excepción y en las distintas facultades esta política de “recursos propios” se expresa no sólo a través de los posgrados pagos, sino también en licenciaturas aranceladas.


El mayor de los negocios en la universidad pública lo constituyen los convenios con empresas y la transferencia de conocimiento, recursos humanos y técnicos hacia ellas. En su intervención, el candidato Scioli destacó la promoción de “carreras vinculadas al mundo del trabajo” y se adjudicó el apoyo al “polo tecnológico” de la Unicen. En realidad, estas fórmulas esconden el sometimiento de los planes de estudio a las necesidades y los dictámenes de las corporaciones económicas. La “pujante industria del software”, que reivindicó el candidato oficialista, es para los capitalistas del sector (incluidas las multinacionales IBM y Microsoft), que aprovechan a explotar una fuerza laboral altamente capacitada y formada en la universidad sostenida con recursos públicos. La “vinculación universidad-empresa” se realiza a través de una fundación independiente del cogobierno universitario (Funivemp) y se verifica también en áreas como la industria alimenticia y los laboratorios agro-veterinarios, la industria metalúrgica y cementera regional, y hasta multinacionales de la divulgación científica como la National Geographic/FOX (Ciencias Sociales-Olavarría).


Las camarillas universitarias


Tanto radicales como macristas apoyaron las modificaciones kirchneristas a la LES porque el negocio capitalista con la educación superior se mantiene intacto, así como también el régimen de gobierno universitario reafirmando el régimen de camarillas.


La Unicen ejemplifica el reciclaje oficialista de las camarillas universitarias. El rector Tassara entró a la gestión universitaria con la dictadura, fue candidato por la Ucedé en los '90 y recaló en el PJ de manos del menemismo. Como decano de Ciencias Económicas impulsó la política de convenios y “recursos propios” ante el desfinanciamiento estatal. Ya como rector, permitió la instalación del Banco Río en la universidad, incluso con una sucursal en el campus y acordó con recibir los fondos de la megaminería contaminante a través de Ymad. Nada que envidiarle a Barbieri de la UBA.


Está planteada la lucha por la derogación de la LES y de toda la legislación educativa mercantilizadora, por la democratización de los gobiernos universitarios, por la estabilidad laboral y la aplicación del CCT, por el salario y contra el trabajo precarizado y gratuito. Más que nunca, la defensa de la universidad pública requiere de un movimiento estudiantil y docente que luche de forma independiente.