Las elecciones en Sociología fueron un éxito

Las elecciones directas del director de la carrera de Sociología, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, fueron un éxito que superó incluso todas las previsiones. Participaron más de 1.200 estudiantes, profesores y graduados, sobre una población actual de la carrera que está por debajo de las 2.000 personas, en una elección no obligatoria. Fueron organizadas sólo por una parte del movimiento estudiantil sin el consentimiento de las autoridades de la facultad y con la hostilidad manifiesta de una parte del cuerpo de profesores y del MRS, el frente que dirige el centro de estudiantes.


La masividad de la votación pone de relieve el acierto de la acción de la Fuba, cuando interrumpió la asamblea universitaria de Shuberoff y Etcheverry para reclamar la elección directa del rector. Entonces habíamos señalado que en la UBA se planteaba el problema del poder, o sea el desplazamiento de las viejas camarillas aliancistas y el surgimiento de nuevas direcciones que correspondan a la nueva situación política.


Ahora el movimiento tiene por delante el desafío de imponer el reconocimiento del resultado de la elección a las autoridades de la facultad. Para los próximos días está prevista una asamblea estudiantil que evaluará los pasos a seguir.


La elección


Los candidatos que se presentaron en la elección fueron tres. La lista Tesis XI obtuvo el primer lugar con el 46% de los votos, estuvo integrada esencialmente por una agrupación independiente de tipo academicista de la carrera (SPQ), junto a En Clave Roja, que llevó como candidato a Christian Castillo, del PTS. Esta lista tuvo también el apoyo de los grupúsculos de la izquierda (Por, Prs, etc.). La lista 9, de la Unión de Juventudes por el Socialismo, que llevó como candidato a Pablo Rieznik, obtuvo el segundo lugar con el 26,8%. Y, por último, la lista Sociología en lucha obtuvo el 16%. Los votos en blanco e impugnados estuvieron cerca del 10%.


En el escrutinio se hicieron presentes presidentes de centros de estudiantes de la UBA y de la dirección de la Fuba para certificar su validez.


Tesis XI dominó la elección. Canalizó incluso los votos del centroizquierdista MRS, que no se presentó. Sus planteos son antipolíticos y antipartido, característicos de las agrupaciones independientes y academicistas. De ahí su rechazo al planteo de unidad con el movimiento de piquetes y cacerolas y de transformar a la universidad en una rueda auxiliar de la lucha de los trabajadores contra el régimen político.


La agrupación SPQ-Viejo Topo, usina ideológica de Tesis XI, tiene toda una trayectoria en ese sentido. No se presentó a las elecciones de Centro de Estudiantes cuando estaba planteado desplazar a la centroizquierda de allí; no participó del reagrupamiento que volteó a la Franja Morada de la Fuba y, en general, se caracteriza por una posición abstencionista de las principales iniciativas políticas y de lucha.


Durante el transcurso de la campaña electoral se realizaron varios debates que pusieron de manifiesto las diferencias esbozadas. Tesis XI hizo girar la elección en torno a un “proyecto académico”, con independencia de la lucha de clases. El “proyecto académico” convierte a los sociólogos en los demiurgos de la revolución social. Según Tesis XI, todo lo “académico es político” pero “no todo lo político es académico”, como si la transormación social no fuera la via de la revolución cultural. De ahí que Tesis XI se esforzara en todo momento por delimitarse de la lista de la UJS –que llevó como candidato a uno de sus dirigentes más reconocidos como es Pablo Rieznik–, explotando los prejuicios contra los partidos.


“Teoría”


La campaña de Tesis XI mostró la involución ideológica de sus integrantes. Los documentos de SPQ señalan el objetivo de formar “sujetos de conocimiento autónomo”; modificar una enseñanza que se caracterizaría por “reproducir y transmitir” por otra de “recrear y producir”; o erradicar el “conocimiento burgués” por un nuevo conocimiento que sería “crítico”. De seguir la receta de SPQ y de En Clave Roja, la sociología estaría llamada a encarnar las “formas más avanzadas del conocimiento del cambio socialista”, según sus propias definiciones.


La UJS mostró su superioridad y puso las cosas en su lugar. Señalamos la vulgaridad de la oposición entre el “conocimiento burgués” y el “conocimiento crítico”, como si en el período revolucionario de la burguesía sus pensadores no hubieran sido “críticos” y como si pudiera existir una ciencia crítica esquematizada de antemano como proletaria. El proletariado no busca entronizar una nueva dominación de clase, sino abolirla, por lo que no podría existir una cultura o epistemología “proletaria”. También señalamos –siempre en el terreno de lo elemental– que no hay posibilidad de “recrear y producir” sin, a la vez, “reproducir y transmitir” los logros y avances culturales y científicos acumulados por la generación humana.


Tesis XI armó “un manual” para que el sociólogo pueda convertirse en un agente privilegiado del cambio socialista, ahorrándole al estudiante la tarea fatigosa de construir un partido, y confrontar programas y estrategias políticas que tienen ya décadas de tradición. Para Tesis XI, el sociólogo sería una especie de mano de obra calificada “no dócil” en contraposición al proletariado “medio”. El sociólogo como tal, sin militar y construir un partido, sería el portador de la teoría revolucionaria que le daría a la clase obrera los conocimientos necesarios para tomar el poder. A esto sumaron los “trotskistas” del PTS.


Conclusión


Las elecciones de Sociología han reflejado un viraje del movimiento universitario, han profundizado el derrumbe de las camarillas gobernantes y, por eso mismo, abren una nueva perspectiva al conjunto de la universidad. En los que batallamos por su triunfo se planteó un choque de estrategias que tiene un gran interés porque involucra al papel de la pequeño-burguesía en el proceso revolucionario y en la defensa de la clase obrera como sujeto histórico de la revolución. La votación refleja ciertos límites que deberá superar un sector de las masas para la unidad estrecha con la clase obrera y también la gran adhesión de una parte considerable del movimiento estudiantil a la lucha por la formación de un partido obrero.