Universidad

13/3/1997|530

Los cupos en la Universidad

En la facultad de Medicina de La Plata acaban de tomar un examen de ingreso. Resultado: ¡97% de los postulantes quedó afuera!. El gobierno ha conseguido así, en la ciudad de Duhalde, batir todos los récords en materia de limitacionismo, superando inclusive lo logrado en su momento por la dictadura militar. En este caso, la universidad platense está bajo la dirección de la UCR.


La ministra de educación —Susana Decibe— y el decano menemista de la UBA, Luis Ferreira, ya han anunciado que el modelo platense se extenderá a todo el país mediante una resolución del Poder Ejecutivo, habilitado por la ley de enseñanza superior, que ha abolido la autonomía universitaria. El propósito es que se fije un tope de 1.500 ingresantes en todo el país. No importa si los estudiantes saben o no. No es un problema de conocimiento ni de aptitudes. Es pura arbitrariedad y violencia del Estado, que ha resuelto vaciar las facultades de futuros médicos. Téngase en cuenta que el citado cupo equivale al número de alumnos que entraban a Medicina de la UBA… en la década del 50, ¡medio siglo atrás!


Ferreira y la Decibe argumentan que, de este modo, el número de ingresantes se adapta a la capacidad hospitalaria existente para la práctica de los futuros médicos. Pero lo único que revela esto es el nivel de demolición de la salud pública. Los expertos en educación del menemismo han resuelto que la liquidación del hospital público debe ser complementada con la desaparición… de los médicos. A esto lo llaman vincular la formación universitaria a las demandas de la sociedad. La sociedad es, para esta gente, el Banco Mundial, que reclama que los fondos públicos vayan al pago de la deuda externa y que los restos del sistema hospitalario se privaticen en beneficio de los monopolios privados.


La pretensión oficial es que los cupos en Medicina sean una prueba piloto para su posterior extensión a toda la enseñanza superior. Todo el verso sobre la modernización que implica la reforma educativa se ha derrumbado. El Estado, mediante un acto de pura arbitrariedad y violencia, dispondrá qué número de superprivilegiados podrá acceder a la Universidad.


Los cupos son una confesión de la naturaleza esencial de la reforma. Acortar los estudios, limitar a la masa a la lectoescritura más elemental, reducir los costos, formar mano de obra barata para el mercado de la flexibilización laboral. Es un recurso para elevar el beneficio del capital a costa de la superexplotación y el embrutecimiento generalizado.


La política de cupos , en consecuencia, tiene un alcance general que va más allá de los ingresantes inmediatamente afectados por la imposición totalitaria de prohibirles estudiar. Es una barrera definitiva para los secundarios, que ya saben cuál es el horizonte de miseria educativa que no podrán sortear. Es un factor de desmoralización general para toda la familia trabajadora que envía sus chicos a la escuela con la esperanza de una formación cultural que culmine con un título profesional.


Es una oportunidad, entonces, para una campaña nacional de las organizaciones estudiantiles y docentes de todos los niveles contra esta barbaridad, por la derogación de los cupos, por el ingreso irrestricto a la Universidad, por el aumento del presupuesto educativo bajo el control de las organizaciones estudiantiles y docentes. ¡Fuera las leyes educativas del menemismo!