Universidad

20/12/2018

Paridad de género en la UNAJ: un operativo de distracción

El pasado 19 de diciembre se aprobó en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ, de Florencio Varela) un nuevo reglamento electoral que establece un mínimo del 50% de candidatas mujeres para los órganos de gobierno universitario y la imposibilidad de que haya dos varones contiguos en las listas.


El proyecto llegó al Consejo Superior con un dictamen de minoría por comisiones. Las representantes del Programa de Estudios de Género fundado hace 3 años en la Unaj que apoyó el proyecto hizo mucho énfasis en señalar que este era un proyecto impulsado por el claustro estudiantil (Unidos por la Unaj, K/PJ).


En mayo de 2018, a expensas del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) se conformó una Red de Universitaria de Géneros (RUGE), que se dispuso a impulsar protocolos de género y paridad en todo el país. 


El proyecto aprobado en la Unaj tiene su origen en el Consejo Interuniversitario dirigido por el radical Juri, impulsor de las reformas antieducativas y de la causa judicial contra los estudiantes que ocuparon el Pabellón Argentina en Córdoba para defender la educación pública.


No se trata en absoluto del resultado de un proceso de lucha en las Universidades, que organizaron la lucha por el aborto legal y, más tarde, tomas, permanencias y movilizaciones contra el vaciamiento.


¿Más democracia?


Las abanderadas de la paridad esgrimen entre los fundamentos que las mujeres necesitan más representación en el gobierno universitario porque el 57% de la matrícula es femenina (Página/12, 14/12) y que sólo el 5 de los 47 rectores son mujeres.


Esta preocupación del CIN es un burdo engaño. La inmensa mayoría de la comunidad universitaria está conformada por los estudiantes que son absoluta minoría en los órganos de gobierno en sintonía con la ley de educación superior –y su versión kirchnerista–, alineadas a los intereses del Banco Mundial para marginar a los estudiantes de toda discusión y hacer pasar sus planes sin problema. Los gobiernos universitarios son antidemocráticos no por la escasa cantidad de mujeres que lo integran sino por marginar a la mayoría de la comunidad educativa.


Esto, sin embargo, no sólo no constituye una preocupación para el CIN y el RUGE sino que es la garantía de que las diferentes camarillas que los integran puedan hacerse del poder en las universidades.


Las rectoras y rectores también fueron los impulsores de los programas y protocolos, sin ningún presupuesto, contra la violencia que detrás de una fachada feminista le imponen a las mujeres cláusulas de confidencialidad que sólo han servido para proteger a las camarillas. Basta revisar el caso de la UnQui, donde una trabajadora de ATE que exigía el pase a planta para poder paliar la situación de violencia que vivía no podía hacer pública su denuncia so pena de quedar sin la protección del protocolo. Ninguna de las medidas en materia de género tomadas hasta ahora ha modificado la situación en que se encuentran las estudiantes y las trabajadoras de la universidad. 


Para participar en la vida política universitaria las mujeres lidiamos con salarios de miseria, becas inexistentes, la falta de guarderías y oferta horaria. Resolver esto no está en los planes de las camarillas que disponen de nombramientos y cargos de gestión universitarios a dedo.


Las rectoras de la reforma del FMI


Las universidades de Misiones, Nordeste, Lanús y General Sarmiento cuentan con rectoras mujeres. Exceptuando las universidades de Lanús, General Sarmiento, Comahue, San Juan y la Uba, las demás adhirieron al Sistema de Reconocimiento Académico, reforma del FMI para desvalorizar los títulos, recortando el ejercicio profesional y abaratando la mano de obra para garantizar las ganancias capitalistas. Con o sin adhesión, en todos los casos los planes son modificados en función de los intereses patronales y fueron afectadas por el recorte de incumbencias.


Después de un año de enormes luchas educativas y en un cuadro en donde está a la orden del día la profundización de las reformas antieducativas y el ajuste, e incluso se discute el arancelamiento de las Universidades (Opciones de Arancelamiento Universitario, ver La Nación 17/12), no podemos creer que una falsa paridad resolverá los problemas de las docentes, no docentes y estudiantes y, menos aún, las cuestiones de fondo de la Universidad.


En el Nacional de Buenos Aires y el Carlos Pellegrini se eligieron recientemente rectoras mujeres. En la Unqui, modelo de la reforma del FMI y Macri, dirigida por La Cámpora, ya resuena fuerte el nombre de una mujer como posible rectora en 2020. Debemos advertir sobre estos operativos distraccionistas frente a los verdaderos problemas que enfrentamos. 


Hagamos la nuestra


Los que luchamos por el aborto legal, la ESI y contra el vaciamiento conocemos el camino.


Para atacar verdaderamente el los problemas que enfrentamos las mujeres en la universidad necesitamos organizar asambleas y comisiones por los jardines materno paternales, por becas y por becas por violencia de género, necesitamos consultorios ginecológicos y psicológicos y talleres de educación sexual. Pero esta lucha debe ser parte de una lucha integral por democratizar las Universidades, con verdaderos órganos de gobiernos democráticos donde estemos en condiciones de paridad trabajadores y estudiantes que barran a las camarillas y defiendan la autarquía y autonomía universitaria de las garras del FMI y sus gobiernos, que vendrán a garantizar esos mismos intereses, para reorganizar toda la educación superior sobre los intereses de los que trabajan y los que estudian. 


Vamos por un enorme año de lucha, por el camino de los estudiantes franceses, de la mano de la clase obrera, por la victoria de nuestras reivindicaciones.