Universidad
4/5/2006|944
“¡Que vivan los estudiantes!”
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La totalidad de los actuales candidatos al rectorado de la UBA reivindica la Reforma Universitaria. Un acontecimiento histórico, al cual se le rinde pleitesía cada 15 de junio. Ese día de 1918 estaba convocada también una Asamblea Universitaria, la de la Universidad de Córdoba, para elegir a su rector. Había sido llamada por un interventor del gobierno de Yrigoyen para “normalizar” la casa de estudios. Los estudiantes de la FUC (la Fuba de Córdoba) habían sido persuadidos de que en la elección “institucional” sería designado un profesor accesible a sus reclamos. Pero la asamblea, sin embargo, votó a un candidato enemigo de los estudiantes, amigo del clero reaccionario y las camarillas profesorales de la época.
Fue el detonante de una explosión: la sala de sesiones fue copada por los estudiantes y se intimó a todo el mundo, incluida la policía, a desalojar el recinto. “La multitud arrolló a los gendarmes, arrastrándolos hasta la puerta de calle”, informa La Prensa del 16 de junio de 1918. Un dirigente estudiantil de la Fuba, perdón, la FUC, proclamó la toma del edificio y la asamblea de todos los estudiantes lanzó la huelga general. El protagonismo estudiantil ocupó el centro del escenario y se transformó en un movimiento nacional, hizo de la calle su territorio de lucha. Y transformaron su movimiento en programa: “Córdoba reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio, radica principalmente en los estudiantes” (“Manifiesto Liminar” de la Fuba, perdón, de la FUC).
Si no fuera por esta virulenta y decidida decisión no hablaríamos hoy de la Reforma ni sería un acontecimiento histórico. Publicamos al respecto una larga crónica en Página/12 años atrás. Una historia que no pocos pretenden ocultar como basura debajo de la alfombra. La democracia precisa de actos enérgicos para imponerla o impedir que sea precisamente basureada. Ni qué hablar cuando se trata de una asamblea universitaria amañada para impedir la expresión del “demos universitario”.
Conclusión: los estudiantes insurgentes de la FUC, perdón, de la Fuba, deben ser homenajeados. Reivindicar la Reforma Universitaria y la democracia en los claustros y repudiar la acción directa democratizadora de los estudiantes es un contrasentido. Y una hipocresía cuando se los tacha de “grupúsculos”, en defensa de cargos, camarillas y personas asociados con la destrucción de la UBA, con negocios privados y con un pasado oprobioso. Recordemos, entonces, para un final agradable aquella canción de Violeta Parra: ¡Que vivan los estudiantes!