Universidad

27/6/1996|500

Schuberoff, agente del Banco Mundial

El rector Oscar Schuberoff, candidato a estatuyente en la lista de De la Rúa, acaba de anunciar una reforma general de los planes de estudio de la UBA: “La eliminación del Ciclo Básico Común (CBC) y el acortamiento de las carreras a cuatro años son las principales propuestas” (Clarín, 18/6).


Queda de este modo eliminada la formación universitaria que otorgaba el título profesional luego de un curso de 5 ó 6 años de duración. En su lugar se dictarán dos “ciclos cortos” —de dos años de duración cada uno. El primero será una suerte de extensión del actual CBC, cuya eliminación es sólo verso, porque en realidad apenas cambia de nombre y se duplica su duración. Será un “ciclo de base” que se limitará a una preparación elemental en cuatro áreas, similar a lo que ocurre actualmente, y que reforzará su carácter de ‘filtro’ para la continuidad de los estudios específicos. Para darle algún atractivo a tal ‘propuesta’, este primer ciclo otorgará un título pero… vacío de contenido:  por eso “será otorgado por la Universidad y no por sus facultades” (ídem), a las cuales se ingresaría sólo después de sortear este primer obstáculo.


En este sentido, la “reforma” es complementaria de la ley de educación menemista, que sustituye la escuela media por otro ‘ciclo’, llamado polimodal, que apenas forma al alumno en “saberes instrumentales”, y elimina el diploma secundario. La UBA ha resuelto transformarse, entonces, en una especie de escuela media, que sacrifica los estudios más costosos y calificados. La reforma sigue la línea oficial y del Banco Mundial, dirigida a desjerarquizar y destruir la formación educativa de las mayorías.


La receta del FMI


Es evidente que los dos años del “ciclo de grado” que ahora se quieren imponer no podrán sustituir a las carreras actualmente vigentes, y es completamente falso que  puedan “otorgar títulos similares a los actuales”, según declaró el rector. Una evidencia de esto es que la ‘reforma’ prevé que se agregará un ciclo de “posgrado”, que es el que efectivamente otorgará diplomas y habilitará para el ejercicio profesional. La ‘pequeña diferencia’ consiste en que serán cursos limitativos y arancelados, como los que se vienen implantando ya sistemáticamente en la UBA. Es exactamente lo que plantea la ley universitaria menemista aprobada el año pasado y contra la que se produjera, entonces, una vasta sublevación estudiantil y docente.


El jefe de la UBA dijo que su proyecto permitirá, luego del “ciclo de base”, “tener un diploma que habilitará a insertarse laboralmente”. ¿Pero qué tiene de especial este diploma de categoría inferior sino su condición de ‘título basura’ , que refleja la presión capitalista para desvalorizar  la fuerza de trabajo? Por eso se puede decir que la ‘reforma’ de Schuberoff es la aplicación del convenio Fiat Smata en la Universidad, pues establecerá una especie de título de ‘aprendices’, sin calificación profesional definida,  en calidad de reserva laboral barata para las patronales.


Schuberoff ha declarado que con esta reforma se “ahorrarán recursos”, lo que significa que el radicalismo ha abandonado la lucha por incrementar el miserable presupuesto universitario. Es, claro, la exigencia número uno del gobierno y el Banco Mundial.


Por esto, la señora Decibe, ministra menemista de educación, declaró de entrada su apoyo al proyecto radical y lo calificó de “muy interesante”. Lo mismo planteó el menemista decano de Medicina: “Vamos a apoyarla (la reforma), corrigiendo algunos errores que de entrada se están cometiendo” (Clarín, 20/6). Ferreira y la Decibe quieren, además, los “cupos y exámenes de ingreso” para ‘perfeccionar’ el proyecto radical. El Frepaso no ha dicho esta boca es mía, a pesar de que ocupa puestos directivos en la UBA.


La reforma de Schuberoff implica un verdadero vaciamiento de las actuales carreras, que derivará en despidos en masa de la planta docente. “Habrá materias que desaparecerán y redistribución de recursos humanos… a muchos profesores se les va a mover el piso”, declaró el rector sin pestañar.


Agotamiento político


El proyecto de destrucción de la UBA ha sido elaborado sigilosamente por una “comisión especial” mandatada por el Consejo Superior, en el cual también participan los representantes estudiantiles de Franja Morada.  Representa la estación terminal del derrumbe de la conducción radical, que pretendió presentarse como antimenemista y defensora de la educación pública.


Luego de una década de gestión al frente de la Universidad, la conducción radical se ha transformado en la expresión de las camarillas docentes más privilegiadas que controlan el  aparato universitario. Tras intentar ‘corregir’ la ley menemista y fracasar en el intento, la conducción radical se desmoronó. Resolvió integrarse a los organismos de contralor universitario, que fija la propia ley para supervisar el funcionamiento de las casas de estudio, bajo el control del Poder Ejecutivo,  perdió la mayoría del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y encabeza, ahora sin tapujos, un plan de reforma para transformarse en gestora directa de los préstamos del imperialismo (que, por supuesto, aumentan la hipoteca de la deuda externa). Fue ahogada, no por la asfixia presupuestaria, sino por sus limitaciones políticas insalvables.


Es necesario reconstruir sobre nuevos ejes al movimiento universitario, clarificar esta situación y lanzar una campaña contra este proyecto de remate de la Universidad, eligiendo delegados por curso  reclamando pronunciamientos de los Centros: no a la destrucción de las actuales carreras, abajo los planes del Banco Mundial, eliminación total y completa de los aranceles en los posgrados, ningún despido docente, aumento del presupuesto y control por delegados electos de los docentes y estudiantes. Por un congreso de bases de la FUA y la CONADU para  votar un plan de lucha.