Universidad
20/7/2024
UBA: por una segunda marcha universitaria en el segundo cuatrimestre
Las claves políticas de una primera etapa de lucha.
Si estamos a la altura podemos ganar.
No fue un cuatrimestre más en la UBA ni en el país. El gobierno de Javier Milei buscó darle un golpe de nocaut a la universidad pública: 0% de aumento con más de 250% de inflación interanual, que ponía (y pone) en jaque la educación superior nacional. Esta acción hizo que toda la UBA y la comunidad universitaria en general salieran a las calles, como no sucedía desde 2018 por lo menos, con una movilización inmensa y la aparición de nuevas camadas estudiantiles y docentes de luchadores.
No obstante, más allá del millón de personas movilizadas en defensa de la educación pública la enorme mayoría de las problemáticas de la universidad están presentes y ésta, como tal, sigue en peligro. Si bien la recomposición de los gastos de funcionamiento (el 8% del presupuesto total) fue producto de la presión generada por la lucha, lo cierto es que fue utilizada por el gobierno de Javier Milei y por las autoridades universitarias para cerrar este proceso. ¿Cómo es que una de las movilizaciones más importantes de la historia argentina reciente no abrió paso a un plan de lucha para derrotar el desguace universitario de Milei?
El pacto de Milei con el rectorado y las gestiones de la UBA
La respuesta está en el pacto que hicieron el gobierno y las autoridades de la universidad. Milei y Caputo ponían la plata solamente para actualizar los gastos de funcionamiento y el vicerrector radical Yacobitti, junto con el rector peronista Gelpi, se ocupaban de clausurar la lucha. El pacto se materializó de varias maneras: las autoridades no convocaron nunca más a ninguna acción de lucha después de la marcha del 23 de abril; los diputados del radicalismo no dieron quórum para que se trate el presupuesto universitario en el congreso y encima después votaron a favor la Ley Bases; los decanos peronistas y radicales de la UBA levantaron a los pocos días del pacto la “emergencia presupuestaria” en una sesión del Consejo Superior donde las gestiones kirchneristas de Exactas, Filo y Sociales también votaron a favor. Es decir, el pacto de Milei con el rectorado contó con el aval de todo el régimen universitario, y a la vez, se enmarca en otros acuerdos más generales de “la casta” con Milei.
La gravedad del pacto universitario radica no sólo en que un aumento de los gastos de funcionamiento en un país con devaluaciones y disparadas inflacionarias constantes no sirve más que para sobrevivir tres meses, sino que deliberadamente dejaron afuera de cualquier aumento a todos los trabajadores de la universidad. Según informó AGD UBA el salario docente perdió 62 puntos desde que asumió MIlei y que hoy tiene el cargo testigo ($280.015) por debajo de la línea de indigencia. Es una miseria, una vergüenza sin precedentes responsabilidad de los sucesivos gobiernos y de las autoridades. Mientras tanto, las burocracias sindicales de docentes y no docentes radicales y peronistas se borraron por completo, abandonaron a su suerte a miles de compañeres porque sus corrientes políticas pactaron con Milei la entrega del salario. Cualquier declaración de emergencia que provenga de estas fuerzas políticas, como la última que votó el Consejo Superior, debe ser tomada como una impostura.
Las gestiones de todos los colores vienen trabajando hace años para llevar el ajuste y la privatización a las aulas. Son la vía de penetración de los intereses de los grandes capitalistas al interior de la universidad, a través de convenios con terceros, posgrados arancelados, bolsas de trabajo precarizadoras, recortes de contenido, alquileres de espacios para eventos, consultorías y todo tipo de negociados de los que comen estas autoridades y que, en esencia, son contrarios una educación pública de calidad. Para esto, el ajuste de los distintos gobiernos les es funcional. Lo utilizan como excusa para las avanzadas privatistas que después se transforman en sus propios negociados antieducativos. Esto explica que la mera actualización de los gastos de funcionamiento sea un motivo válido para entregar la lucha universitaria. También la “reducción de gastos”: la encuesta optativa a la docencia de la UBA sobre las modalidades presencial, semipresencial, virtual y/o híbrida, que acaba de lanzar la Secretaría de Asuntos Académicos de la UBA, marca también una intención del rectorado de la universidad. Nuestra universidad ya avanzó en políticas de este tipo, al empezar a cobrar la inscripción al CBC, con el doble de costo para estudiantes extranjeros. No es una mera adaptación: las autoridades muerden de los negocios que abren el ajuste y la consecuente privatización.
La independencia política de los centros de estudiantes es la clave
En este cuadro entendemos que el segundo cuatrimestre tiene que ser de lucha, y a las pocas semanas tenemos la posibilidad de discutir y votar las conducciones de centros de estudiantes y las representaciones en los consejos directivos en las trece facultades de la UBA. Una cosa y la otra están íntimamente relacionadas. Hoy la mayoría de los centros son conducidos por las mismas fuerzas políticas que pactaron la entrega del presupuesto y el salario con Milei: radicales y peronistas y estas conducciones fueron clave en la clausura de la lucha educativa, abandonando cualquier tipo de convocatoria post marcha de abril.
Los centros que conducen se vienen adaptando y llevando a cabo una colaboración y una integración política hace años con las autoridades, que han sido corresponsables directas, junto con todos los gobiernos de las últimas décadas, del vaciamiento universitario, y en simultáneo, del progreso de la privatización y la proliferación de negocios privados. Hoy la Fuba, en manos de radicales y pejotistas sólo habla para la tribuna. Nunca una asamblea o reunión abierta ni siquiera. Gobierna Milei que quiere destruir la universidad y ellos son conocidos por repartir entradas a recitales.
El argumento justificativo de estas fuerzas son los “centros de servicios”. Esto plantea la utilización de algunas migajas de los recursos de las gestiones para hacer demagogia con ciertas cuestiones de cada centro. Esta figura debe ser puesta en contraste en la actualidad: transando con Milei, ¿qué servicios quedarán en pie? Es una impostura que busca dejar lo importante del funcionamiento de la universidad en manos de las gestiones y del rectorado y de sus intereses, distintos, como ya dijimos, a los de los estudiantes.
Los centros atados a las gestiones son un bloqueo para el desarrollo de reclamos que pueden chocar contra esas gestiones. Por ejemplo, el Cefyl (dirigido por el Evita, la Mella y la Cámpora) dice que ha luchado en el último tiempo. Si bien es probable que una puesta en escena discursiva exista por el reparo de tener una oposición de izquierda bastante amplia (de hecho, la izquierda habría ganado las elecciones de no haber sido porque el MAS rompió con nuestra lista La Izquierda al Frente), lo cierto es que ese centro solo forma parte de las iniciativas que la gestión de Manetti permite. Por supuesto el centro no dijo nada sobre el voto del decano con los radicales en el consejo superior para levantar la emergencia presupuestaria; de hecho, lo apoyó. Cuando la gestión el año pasado quiso recortar horarios, el centro salió a decir que era una iniciativa adecuada de cursada y hasta rompió una asamblea y se fue a hacer una “reunión abierta” minoritaria. El caso de Filo es paradigmático: históricamente El Colectivo fue parte del bloque que gobierna la facultad desde hace dos décadas y media. Pero, en el último tiempo, la integración es total, son un bloque político único luego de haber votado por primera vez a Manetti en 2022. Los intereses deben ser claros: los centros son de los estudiantes, siempre, en cualquier contexto.
Vale lo mismo para el caso de Sociales. ¿Puede “la 15” ser una alternativa genuina a la UES (pata peronista del rectorado) siendo la agrupación que ocupa cargos en la gestión?
Esto implica también la pelea contra organizaciones que actúan según acuerdos políticos de los partidos tradicionales. Un sector del PJ (Olmos) muestra acercamientos con el radicalismo de CABA. Eso muestra una intervención de acercamiento al rectorado de la organización Grupo Bicentenario (Sinapsis-Nexo) que en Farmacia dejó directamente de hablar mal de Nuevo Espacio (la “Franja Naranja”), una agrupación que le hizo fraude para sacarle un consejero en las últimas elecciones. Eso lo llevó a un retroceso grande en la facultad, luego de no haberse podido quedar con la gestión de la facultad en el reciente período. Lo mismo vale para organizaciones como La Cámpora (que, dicho sea de paso, se muestra cómoda en los actos con Olmos y ese sector del PJ), que dice querer entrar al consejo de FMED pero ya está adentro en graduados gracias a un acuerdo con Nuevo Espacio. En Veterinaria (La Tropilla) recibió directamente un lugar para “paralelizar” un centro (algo poco logrado) simplemente por tener vínculos con la gestión que, a la vez, apuesta a los radicales del rectorado (AFV) para atacar a un centro independiente, de lucha, dirigido por Evet-UJS.
En Psicología, un lugar con una asamblea autoconvocada y mucho activismo el cuatrimestre pasado hay que dar la pelea por un CEP que no esté con Biglieri, que responde directamente al rectorado, pero tampoco con el peronismo parte del régimen universitario. ¿El Impulso, que pertenece a las las gestiones que votaron levantar la emergencia universitaria va a poner al CEP en pie de lucha sin tapujos contra Milei? Difícilmente. Estas corrientes forman parte de la burocracia sindical de la CGT y la CTA, que abandonaron la plaza el día de la votación de la Ley Bases. También son parte de la burocracias sindicales docentes que durante el gobierno de Alberto Fernández entregaron sistemáticamente el salario. Juan Grabois le propuso a la juventud, la misma semana de la marcha universitaria, que había que tener un “diálogo social para evitar el iceberg” (DiarioAR, 24/4). No es un camino que compatibilice la derrota del Plan Milei y discutir esta política con el activismo que quiere darle rienda a la lucha universitaria es crucial.
El rol de los centros de las autoridades contrasta con una actividad de pelea sin pedirle permiso a nadie. Los centros independientes (Farmacia, Vete, Visuales, Movimiento de la UNA, Joaquín V Gonzalez, Alicia y Palacios de Terciarios), solo por citar un ejemplo, estuvieron al frente del molinetazo, un hecho político que colaboró con preparar todo lo que vino después. No necesitó consultar en la calle Viamonte para organizarlo y se transformó, con sus límites, en un hecho significativo, a tal punto que una compañera nuestra (Tatiana Fernández Martí, consejera por la minoría de Filo) fue atacada mediáticamente por el gobierno nacional. Lo que vino después fueron decenas de acciones junto a otros centros de estudiantes y sindicatos docentes y no docentes que confluyeron en la gran movilización de abril.
Necesitamos, en esta etapa, recuperar los centros de estudiantes de las manos de estas gestiones, tanto del rectorado como de los decanos kirchneristas y de los partidos que de alguna u otra forma votan o firman pactos con el gobierno nacional. Necesitamos tener centros que peleen para que la juventud salga a derrotar el plan Milei. Defendemos la independencia de los centros de estudiantes del gobierno y las autoridades, para ponerlos al servicio de la lucha de los estudiantes y trabajadores de la universidad en defensa de la educación pública, del salario docente y no docente y del conjunto de las reivindicaciones del pueblo trabajador.
Abajo el pacto de Milei y las autoridades de la UBA
La lucha universitaria debe continuar. El plan de Milei, y el pacto de las autoridades con el gobierno son incompatibles con la educación pública de calidad, con un salario docente y no docente digno. Esta es sin dudas una de las grandes conclusiones que nos deja el primer cuatrimestre. Es por eso que proponemos la convocatoria desde todos los sectores combativos, estudiantiles, docentes y no docentes a una nueva gran marcha universitaria para el mes de agosto.
Pero no solamente las problemáticas universitarias requieren darle continuidad a esta pelea. Primero, toda su política es antieducativa: los tarifazos evitan que la gente llegue a estudiar, la precarización consagrada en la reforma laboral hace que haya menos tiempo de estudio, el encarecimiento del monotributo quita ingresos. El ajuste general recae sobre los trabajadores y la juventud, por lo que esta pelea va de la mano con los sectores que luchan contra la motosierra: los laburantes de Fate, el movimiento piquetero y las organizaciones sociales frente a la persecución, la necesidad de defender el derecho a la protesta para continuar con las iniciativas como la del 23 de abril, de unirse con los trabajadores que hoy pelean contra el cierre y el desguace de los sitios de memoria y demás.
Aportar a la construcción, desde la universidad, de un gran movimiento de lucha para construir la huelga general de todo el movimiento popular para enfrentar y derrotar el plan Milei es la gran tarea vigente.
Para recuperar los centros para la lucha educativa, necesitamos la unidad de la izquierda y los luchadores
Necesitamos todas las herramientas al alcance para derrotar a MIlei. Los centros son parte de eso: los necesitamos para hacerle frente al plan motosierra con una certeza: es el gobierno o la universidad. Para hacerlo, por lo ya explicado, se necesita reagrupar fuerzas de todo el espectro de independencia política. Esto implica un debate con el activismo sobre los temas ya plasmados.
Pero también requiere un estudio de lo siguiente: hoy el espectro de agrupaciones independientes está muy centrado en la izquierda. Por ende, esta, tiene que estar a la altura. Por ejemplo, los únicos dos centros de estudiantes de la UBA que no están en manos de los radicales y peronistas son conducidos por la UJS: veterinaria y farmacia. En esos centros el rol de la izquierda y de todas aquellas personas que están luchando no puede ser otro que reforzar a estas conducciones combativas, a estos centros con independencia política que junto a otros y a los docentes fueron un puntal de la organización desde abajo de la gran lucha educativa.
Advertimos esto porque el PTS viene de hacer lo contrario en las elecciones de la UNA, con resultados degradantes. En Visuales se fueron del frente que integraban con el Vol-Ujs del Ceavi, un centro que es ejemplo de organización, lucha y métodos democráticos bajo la excusa de que la etapa demanda “centros horizontales”, un sinsentido absoluto. La izquierda siempre va a pelear para que las asambleas sean las que decidan y que sean lo más masivas posibles. Eso no quiere decir que no haya que darse una política, concreta, para eso. Su planteo de centros “horizontales” en oposición a centros de estudiantes con conducciones combativos e independientes al Estado, deriva en un planteo derechista, pues pretende disolver en asambleas difusas las conducciones de los centros combativos que son las que orientan y organizan las luchas. Este basismo que el PTS pregona es dañino desde el punto de vista de la metodología de los revolucionarios y muestra su carácter movimentista y oportunista. Además, esconde una impostura: ¿cómo es que la agrupación de “Nico y Myriam” habla de horizontalidad, cuando han reducido buena parte de su intervención a la militancia de una o dos figuras, una de ellas muy interesada en trabajar codo a codo con el kirchnerismo? Suena extraño.
Algo similar vale para el Nuevo Mas. Estar a la altura también implica tomar con seriedad la priorización de los objetivos planteados. Gobierna Milei, hay un bloque en la universidad que arregla con ellos y absolutamente todos los siguen, si hay centros independientes que recuperar porque solamente hay dos en manos de los estudiantes, el centro de la actividad de una organización no puede ser una campaña basada en una pintada en un baño de filo.
Queremos que este planteo se extienda a todo el activismo que participó, en las trece facultades, de la lucha educativa. La pregunta sobre qué centro necesitamos tiene que recorrer las reuniones, las asambleas, los rincones de las aulas.
La historia requiere hoy organizaciones estudiantiles que se pongan en marcha, en unidad, para derrotar el plan Milei. Primero dándole continuidad, contra las agrupaciones del rectorado, las gestiones, y los cómplices de Milei, a la lucha universitaria. Luego, delineando un programa preciso, por la triplicación del presupuesto universitario para recuperar parte de lo perdido, la indexación luego de eso al IPC del presupuesto, el aumento del 100% para los docentes y la beca progresar, el boleto educativo. Que esté sin importar los contextos en defensa de los trabajadores y del movimiento piquetero.
Nuestra organización, la UJS, pone a disposición sus dos centros y todos sus esfuerzos en organizar el movimiento de lucha. Llamamos a todas las organizaciones de la izquierda (PTS, MST, IS, MAS) y a todas aquellas que se sientan representadas en esta línea a formar listas únicas para recuperar los centros de estudiantes de manos de las gestiones, el rectorado y la oposición que pacta con Milei. También llamamos a reforzar los centros de lucha como el CEV y el Cefyb. Abriremos, además, un proceso de debate al respecto con todo el activismo que se fue forjando al calor de las peleas del primer cuatrimestre.
Empezar el segundo cuatrimestre en esta sintonía, en la pelea para derrotar el plan motosierra, y buscar llevar las conclusiones del proceso a las elecciones de los centros, es una necesidad de la etapa. Si estamos a la altura podemos ganar.