Entre gallos y medianoche, el Consejo Superior comenzó a discutir un proyecto de “código de convivencia” de la UNCo. El código tenía un claro objetivo: criminalizar cualquier protesta de los estudiantes. Se prohibía cualquier medida de protesta, desde una simple radio abierta, y se amenazaba con la expulsión a quien participara en las actividades prohibidas.

La excusa para esto fue el escrache llevado a cabo por organizaciones de izquierda e Hijos Alto Valle contra Felipe Solá se preparaba para dar una charla en la UNCo. Ese mismo día se cumplían dos años de la desaparición de Julio López. Solá era gobernador de la provincia de Buenos Aires cuando López desapareció.

El sector de derecha dentro del Consejo que pedía la implementacion del código fue el mismo que se negó a sacar un pronunciamiento por la desaparición de Lopez.

Creyeron que el movimiento estudiantil estaba dormido y sin capacidad de reacción. Se equivocaron. Alrededor de cien estudiantes nos movilizamos el día de su tratamiento y las camarillas recularon. Hubo una mayoría de votos por no aplicar ni discutir el proyecto. La derecha no se animó a votar en contra y se abstuvo.

Hasta el día en que se reunió el Consejo, los ‘progres’ no abrieron la boca sobre el código reaccionario.

Esta victoria muestra que la única manera de defender nuestro derecho a una universidad pública es de la mano de la movilización independiente del Estado y las camarilas.