Universidad

20/12/2020

UNLa: Jaramillo eterna

La nueva reelección de la rectora, al servicio del rumbo ajustador del gobierno de Alberto Fernández.

Ana Jaramillo, rectora de la Universidad de Lanús desde su apertura en 1996, ha sido reelecta por la Asamblea Universitaria de la UNLa, cuya realización se produjo este lunes 14 de diciembre a través de la plataforma Zoom, con 99 votos a favor, suministrados por la lista granate y un único voto en contra del consejero superior obtenido por la opositora lista Multicolor. Se trata del órgano máximo de gobierno universitario, y está compuesto por los miembros del consejo superior y los consejos departamentales. Entre sus facultades, el organismo detenta la autoridad de dictar y reformar el estatuto de la universidad, designar al rector y vicerrector, configurar en términos generales la orientación universitaria, y votar el balance anual junto al presupuesto para el año entrante, ambos presentados por el rector.

La reelección de Jaramillo, sin debate alguno, es otra muestra del carácter antidemocrático del régimen universitario, con un lugar ultra minoritario para los estudiantes en el cogobierno e innumerables trabas para la presentación de listas opositoras. La reciente elección, hecha en un periodo sin clases presenciales, agravó esta situación.

La posición política de la multicolor fue censurada de manera escandalosa –silenciamiento de micrófono mediante- por las autoridades. Edgardo Guevara, secretario de la misma, acusó a la consejera de la lista Multicolor del “crimen” de querer convertir a la Asamblea “en un debate”. Llamamos a los estudiantes a repudiar esta acción profundamente antidemocrática.

Por otro lado, como vicerrector ha sido designado Pablo Narvaja, sobrino del Papa e integrante de la “Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna”, una organización formada por sindicatos nucleados en la CGT y la CTA, organizaciones sociales y diversos grupos capitalistas. Detrás de este nombramiento, asoma una nueva ofensa hacia las mujeres por parte de la gestión, pues se trata de un elemento profundamente vinculado al clero, colocado al mismo tiempo que estamos en las vísperas de la conquista del derecho al aborto en el marco de masivas movilizaciones por su concreción.

La reelección de Jaramillo debe ser analizada desde el punto de vista del cuadro más general de la situación política, pues Jaramillo viene a cumplir el papel de correa de transmisión de la política antieducativa y fondomonetarista (salario docente a la baja, recorte del presupuesto educativo, cuya contrapartida es el pago de la deuda externa) de Alberto Fernández. Su defensa incondicional de un régimen universitario orquestado a la medida de la LES menemista –con planes de estudio orientados a las necesidades de las empresas, cupo de ingreso limitado, proliferación de negocios privados, entre otros- es otro indicativo de su política contraria a los intereses de los estudiantes.

Jaramillo ha gobernado la universidad, en este crítico año de pandemia, completamente alineada a la política ajustadora de Fernández, a saber, defendiendo la utilización del presupuesto universitario votado en el año 2018, y que fuera disminuido completamente por la inflación. Lo que depara a la Universidad de Lanús para el año entrante es un escenario de características similares, toda vez que el presupuesto educativo 2021 aprobado por el gobierno y la oposición derechista contiene un recorte del 12 por ciento con respecto a la inflación del 29 por ciento estimada por el gobierno (que será aún mayor, y por ende, profundizará el ajuste). Asimismo, no ha dado ninguna respuesta al problema de la conectividad y la imposibilidad de acceder a ella, así como tampoco se solucionaron los reclamos referidos al aumento de becas, agudizando de esta forma la deserción estudiantil. Todos estos golpes contra los estudiantes se tornan más graves en el marco del ajuste más general del gobierno, con su manifestación en el vendaval de despidos, la aplicación de tarifazos, la represión contra la clase obrera (Guernica, por ejemplo), la eliminación del IFE y los ataques contra los jubilados.

Si el cuadro político universitario presenta estas peculiaridades, el deber de cualquier organización estudiantil que se reclame defensora de la educación pública es abrir una deliberación con los estudiantes para avanzar en un plan de lucha contra la política  del rectorado y del gobierno. No es lo que ha sucedido con las conducciones PJ-kirchneristas que lideran los centros de estudiantes de la UNLa, las cuales por el contrario fueron un factor de contención del movimiento estudiantil y se han limitado a funcionar como una agencia de propaganda gubernamental, dando vía libre a los atropellos contra la universidad.

Perspectivas

El año por venir estará signado por el desarrollo de contradicciones muy violentas, de las que la UNLa no será ajena y que pondrán sobre la mesa la necesidad de que el movimiento estudiantil se ponga de pie. La Caldera (UJS + independientes) pondrá todos sus esfuerzos a disposición de ese objetivo.

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