Universidad
4/7/2020
Unsam: algunas conclusiones a 100 días de virtualidad

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Luego de 100 días de cuarentena y cursada online, amerita que les estudiantes de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) debatamos qué pasó y cómo nos fue, para afrontar mejor los desafíos del siguiente cuatrimestre.
La Unsam antes de la cuarentena
Con la llegada de la pandemia al país, se colocaron carteles marcando la importancia de lavarse las manos con jabón, alcohol en gel, etc, pero en los baños que usábamos a diario brillaban por su ausencia. Cualquiera que caminara por el campus recordará que frente al crecimiento del dengue tampoco se cortaban los pastizales que con cada lluvia acumulaban agua.
Ambos hechos graficaron claramente cómo desde las primeras semanas presenciales las necesidades de la comunidad educativa no se garantizaban por parte de las autoridades. Una vez decretada la cuarentena y la cursada virtual, se repitió la misma lógica: “mejor decir que hacer”. Veamos algunos ejemplos.
Deserción y permanencia
La implementación de la virtualidad, sin asegurar la condiciones para que todes puedan llevarla adelante, generó este año la mayor deserción estudiantil de hace mucho tiempo. Durante la virtualidad, ni siquiera repartieron las computadoras/tablets con las que cuenta la universidad, ni garantizaron acceso a internet a quienes lo precisaban. Incluso con las dificultades económicas crecientes que generó la pandemia, las becas no aumentaron.
Además la deserción estudiantil era moneda corriente antes de la virtualidad. Con comisiones superpobladas y estudiantes cursando por la ventana, el 70% de los inscriptos solía quedar afuera en el CPU. El problema de la permanencia tampoco es nuevo. Con carreras que se cursan en un solo turno, otras que se alternan las materias en los tres turnos, disponer del tiempo y de los recursos está íntimamente ligado a las posibilidades económicas que tenemos. Por ejemplo la licenciatura de Historia se cursa de 13 a 17 h, lo que no dejá muchas opciones: trabajás o estudiás. Las miserables becas o disminuyeron este año (la beca de fotocopias en humanidades de 800 a 350 copias), o quedaron casi obsoletas frente a la inflación (las de continuidad son de $30 o $58 por día).
Hasta aquí, podemos resumir que la deserción estudiantil y la desigualdad de oportunidades, que venían creciendo en la Unsam, se han agravado producto de la “virtualidad forzada” –sin garantizar las condiciones- mostrando la creciente incompatibilidad de la orientación de las autoridades y las necesidades de la comunidad educativa. Sumado a esto, el salario de nuestros docentes venía perdiendo frente a la inflación, y con la virtualidad se les impuso en los hechos prácticamente el doble de trabajo por el mismo sueldo.
“Acá decido yo y al que no le gusta que se las arregle”
La primera resolución rectoral en pandemia fue “que cada escuela implemente la virtualidad como pueda” (como si todas las escuelas tuviesen la misma plata), luego “que les docentes armen sus materias virtuales a como dé lugar”, que frente a la necesidad de presupuesto “se abra un CBU para donaciones”. Recién cuatro meses después de iniciado el año lectivo, se reunió el consejo superior, en la reunión las autoridades de dedicaron a pintar espejitos de colores, diciendo que todo marchaba sobre ruedas y no trataron ninguno de los problemas que atravesamos los estudiantes y docentes a partir de la virtualización.
Ahora, la modalidad de exámenes finales también es librada al azar. Los parciales que ya están terminando mostraron la desregulación completa y la falta de condiciones de la virtualidad. Desde exámenes con 15 minutos para responder vía cámara web, pasando por no saber de antemano la modalidad del examen hasta la acumulación de todos los exámenes en una semana.
En los hechos, se reforzó la imposición unilateral de decisiones por parte de las autoridades, que no llegó con la pandemia. El presupuesto anual, convenios con empresas, reformas de carreras, etc., nunca se someten a discusión con la comunidad educativa.
“Unidos y Organizados” para pagar la deuda
Sucede que sigue vigente el mismo presupuesto educativo que votó el macrismo en diciembre 2018, pulverizado por la inflación y absolutamente insuficiente frente a las necesidades en pandemia. Son las autoridades quienes se encargan de implementar al interior de nuestras casas de estudio el ajuste en educación que ejecuta el gobierno nacional. Los rectores de todo el país bancan esta política, y el rector de la Unsam, Carlos Greco, ni hablar. Fue hasta hace días uno de los más altos funcionarios del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), ente encargado de la planificación y aprobación de los presupuestos y políticas educativas.
Como los capitalistas nacionales, los rectores también comparten la prioridad central del gobierno: alcanzar un acuerdo sobre la deuda externa y rescatar a los bonistas privados, aunque implique hoy mismo la prórroga de este presupuesto de misería, la suspensión de la paritaria docente, el congelamiento de la beca Progresar, etc.
Les estudiantes tenemos que tomar los problemas en nuestras propias manos
Esta realidad impacta cada vez en más estudiantes y docentes acumulando críticas. Si las autoridades aún logran imponer todas estas medidas, se debe a que cuentan con la completa sumisión de las conducciones de la mayoría de los centros de estudiantes, y del sindicato docente y no docente.
Estos se dedicaron a replicar todos las resoluciones de las autoridades, votarlas en los consejos de escuela y superior, y en consecuencia no organizar la lucha de les estudiantes por sus reclamos. Ninguno de los centros dirigidos por el kirchnerismo convocó asambleas, salvo en humanidades por presión de la izquierda y les estudiantes.
El Centro de estudiantes de Ciencia y Tecnología (con La Caldera en la presidencia) mediante asambleas y reuniones organizó los reclamos de la escuela demostrado que la organización da sus frutos (asambleas, debate democrático, reapertura de becas, que nadie pierda la regularidad, extensión de la prórroga de finales, la elaboración de un protocolo para rendir los finales) y convocó a extender la organización con asambleas en cada escuela y luego una unificada.
Frente a la intensa actividad del CeCyT y La Caldera en cada escuela, peleando por abrir un canal para que el activismo unifique sus reclamos a partir de una asamblea interescuelas, contrastando con el trabajo consciente de embellecer la virtualidad y evitar todo proceso de organización estudiantil, las conducciones kirchneristas se vieron obligadas a acoplarse. Pero solo pretendieron posar para la foto; no convocaron a nadie a fin de boicotearla, plantearon que solo los estudiantes con cargos en centros puedan votar y, una vez que fueron derrotados, se negaron a firmar el acta e impulsar las resoluciones. A esto se suma que no convocaron ni una instancia de debate hacia el 8 de marzo, y hasta se negaban a denunciar la no respuesta del gobierno y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad al aumento de los femicidios y la violencia hacia las mujeres.
Consecuencia de la subordinación a las autoridades y al gobierno, estos centros bloquearon cualquier expresión de organización estudiantil, en un momento crítico para todes les estudiantes.
Pospandemia: aulas, investigación, profundización virtualidad
En cuanto a lo que depare la pospandemia, las autoridades ya tienen el ojo puesto en acrecentar sus negocios. Hace tiempo no alcanza la cantidad de aulas, por lo que venían avanzando en la virtualización de carreras (por ejemplo psicopedagogía, la carrera más grande de Humanidades que la hicieron semipresencial, una semana compu, otra clase). La pandemia, el ajuste y la virtualidad de hecho, profundizaron esta orientación, como ya se expresaron los rectores de todo el país en una reciente nota publicada por la agencia Télam. Allí hay un negoción vinculado a las plataformas virtuales a través de convenios con grandes multinacionales.
En segundo lugar, también venían creciendo los posgrados pagos, fundamentalmente los virtuales, y todo indica que proliferaran cada vez más, incluso con el pasaje de contenido de grado a postgrado.
Por último, con un presupuesto cada vez más devaluado, subordinarán aún más la importante capacidad de investigación científica de la Unsam (se debe exclusivamente al enorme esfuerzo de nuestros investigadores) a las necesidades del mercado, como sucedió con las tiras reactivas para detectar el dengue en 10 minutos que desarrolló la universidad que hoy produce y vende una empresa privada.
¡Sumate a La Caldera para defender la educación pública!
De conjunto, se aprecia un rumbo negativo para la educación pública. Su defensa requiere más que nunca que les estudiantes y docentes irrumpamos en la escena, recuperando nuestra herramientas gremiales, organizándonos de forma independiente de las autoridades y el estado.
A su vez, la defensa de nuestras condiciones de cursada inevitablemente plantea el problema de dónde saca el gobierno los recursos nacionales y a donde los destina.
En este sentido, planteamos la pelea por la defensa irrestricta de las condiciones de cursada, el aumento del presupuesto educativo, a la vez que sostenemos la necesidad de implementar un impuesto a las grandes rentas, fortunas, timba financiera, propiedad terrateniente, etc. e investigar la deuda externa y cesar su pago. Lo cual también permitiría poner los cañones en combatir el hambre, la desocupación y reforzar el sistema de salud.
En definitiva, la defensa de la educación pública se liga a la pelea por la reapropiación de los recursos nacionales y bajo esta perspectiva actuamos desde La Caldera y en la conducción del CeCyT. Profundicemos este camino, ganando cada vez más estudiantes a la defensa de la educación pública. ¡Sumate!