Ambiente

13/5/2022

Agronegocios

El gobierno habilita la libre comercialización del trigo transgénico

Sigue reforzando al agronegocio y a los pulpos de las semilleras y los agrotóxicos.

Envenenan la "mesa de los argentinos".

Con la publicación en Boletín Oficial, el Ministerio de Agricultura comandado por Julián Domínguez autorizó la libre comercialización del trigo transgénico HB4 (publicitado como resistente a la sequía) desarrollado por el pulpo biotecnológico Bioceres con mano de obra de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet. El anuncio corona los recientes antecedentes de la aprobación del modificado cereal por parte de Australia y Nueva Zelanda y el de la soja con la misma ingeniería genética por parte de China, entre fines de abril y principios de mayo. Otra concesión del gobierno de Alberto Fernandez a los agronegocios contaminantes.

Según informa Clarín Rural (12/5), “la resolución expresa la convicción del ministro Domínguez, que defiende los avances en biotecnología agrícola como una oportunidad de desarrollo para la Argentina”. O sea, su designación a finales del año pasado y de encumbrados funcionarios ligados a las semilleras y las patronales del campo ratifican el rumbo del agronegocio y sus “innovaciones” para el imparable avance de la frontera agropecuaria, que solo traerá más desmontes, incendios, sequías y el envenenamiento de los suelos y cursos de agua. No los motiva el desarrollo del país, sino la recolección de dólares para el pago de la deuda unos, y la fuga de capitales otros.

Más allá del anuncio, en Bioceres todavía están analizando el escenario y este año seguirán produciendo bajo el sistema de identidad preservada generación HB4, a la espera de un mayor respaldo legal vía una reforma de la Ley de Semillas (cuando hay un lobby feroz al respecto), porque alegan que la normativa actual no asegura sus derechos comerciales. Debemos recordar que el trigo transgénico ya había sido aprobado por Argentina a fines del 2020, pero separado su cultivo y acopio del trigo convencional a la espera de la aprobación de Brasil (destino principal de las exportaciones argentinas del cereal), cosa que finalmente sucedió en noviembre de 2021. En definitiva, aunque no exentos de divergencias, el capital agrario va por mucho más y a la vez busca guarecerse de los litigios judiciales que seguramente van a empezar a presentarse.

El choque con las acopiadoras de trigo y la industria molinera

Esto generó el segundo enfrentamiento de la semana entre el gobierno y los sectores industriales ligados al trigo. El primero fue con las molineras a raíz del intento de crear un fideicomiso para mitigar la suba del precio del cereal y sus derivados como la harina (medida que ya fue un enorme fracaso con el aceite). Ahora la cámara de acopiadores cuestiona (en verdad, hace tiempo) que la liberación del trigo HB4 traerá complicaciones con los mercados del exterior, por la contaminación del resto de la cosecha.

Desde luego, lo que les preocupa son sus negocios, no la alimentación del pueblo ni que a la “mesa de los argentinos” lleguen productos envenenados con glufosinato de amonio (pesticida altamente perjudicial para la salud que se aplica a los cultivos de los transgénicos), sobre la base de reventar la biodiversidad de los territorios.

“Lo nuestro es un problema de comercialización exclusivamente, no analizamos otra cosa: queremos saber si nuestros compradores y clientes van a comprar trigo mezclado con trigo transgénico, no los gobiernos que lo aprobaron”, sentenció Fernando Rivara, el presidente de la Federación de Acopiadores de Granos en su discurso inaugural del 11º Congreso de “A Todo Trigo 2022”, ante la presencia del propio ministro Domínguez (La Nación Campo, 12/5).

 

Aparte, remarcó que “es una utopía” que la cadena tenga posibilidad de segregar ese trigo: “Lo que se segrega siempre es un grano de mayor valor que el tradicional, en este caso es al revés: hay que segregar un grano de menor valor que el convencional. Es imposible hacerlo”. En esa línea, dijo que “Argentina solo tiene el 7% del mercado internacional, es decir que si no gusta lo que yo le entrego va y compra a otro lado” (Ídem).

El jefe de la cartera de Agricultura buscó calmar los ánimos. Les planteó a los presentes en el congreso triguero que el escenario de los negocios de la Argentina va por la biotecnología, que el país está preparada con sus empresas para la venta de servicios al mundo. “Debo confesar íntimamente que cuando se aprobó el HB4 sujeto a la aprobación de Brasil no lo compartí (…) Si hay problemas de mercado se resolverá con las reglas del mercado, pero la resolución condicional no puede ser para una cosa progresiva y para otros conservadora”, dijo al público presente, y por las dudas agregó: “Sáquense el complejo, quiero que les vaya mejor, los países que crecen son los que hacen negocios (…) necesitamos sembrar trigo y si tienen problemas con el precio yo los voy a acompañar”. Por último, se sumó al coro de los que piden una nueva ley de semillas, a medida de las patentes de los pulpos como Bioceres y las multinacionales como Monsanto.

El trigo HB4 no debe pasar

Esta es una medida totalmente negativa para el país, que además de afectar la salud y contaminar los alimentos, los suelos, el aire y el agua, tampoco no va a redundar en un desarrollo productivo real, mucho menos teniendo en cuenta que el comercio exterior está en manos de los monopolios agroexportadores y la tierra concentrada cada vez más en los pooles de siembra. Solo será beneficioso para el gran capital del agro y financiero, pero traerá penurias para los trabajadores y las comunidades.

Impulsemos una fuerte campaña popular contra este engendro de los transgénicos, con la deliberacion y organización en los territorios afectados por la problemática de los agrotóxicos y en las universidades nacionales rechazan do su asociación con los pulpos biotecnológicos.