Ambiente

28/7/2022

Estados Unidos: olas de calor, incendios y sequías extremas

Según los analistas meteorológicos, el país norteamericano se perfila a tener "el verano más caluroso de su historia".

Corresponsal.

Al igual que en el continente europeo, el cambio climático está realizando sus estragos en los estados Unidos. Según los analistas meteorológicos, el país norteamericano se perfila a tener “el verano más caluroso de su historia” (El Tiempo, 26/7).

Temperaturas récord

El sur, parte del oeste y el medio oeste del país están enfrentando una intensa ola de calor. Se trata de un área en la que viven más de 140 millones de personas y donde el termómetro supera los 37 grados. Hasta el momento, son 16 los estados que han declarado alerta debido a las elevadas temperaturas. Por caso, la ciudad de Oklahoma registró una marca de 43 grados a la sombra, batiendo todos los registros desde 1936 para esta época del año. En Dallas, estado de Texas, se superó el récord previo de 2018 de 42 grados. Otras ciudades texanas, como Austin, San Antonio y Houston, han declarado estar atravesando el verano más sofocante de todos los tiempos.

Para peor, la ola de calor se va desplazando hacia el este, esperando que empiece a afectar también al noreste del país. Ya en ciudades como New York, las temperaturas medias superan los 36 grados Celsius. Si bien las temperaturas no serán tan altas allí, la combinación del calor con la humedad de la zona hará que la sensación térmica sea entre dos y tres grados por encima de la temperatura marcada.

El fuego imparable

Con el caldo de cultivo de las altas temperaturas, los incendios han carbonizado 2,2 millones de hectáreas (5,6 millones de acres) en lo que va del año en la nación yanqui, lo que hace que el año 2022 esté en camino de igualar o superar el récord de la temporada de incendios de 2015, en la que ardieron 4,1 millones de hectáreas (10,1 millones de acres). Cabe aclarar que un acre es el equivalente a casi media hectárea.

Actualmente, EE.UU. tiene activos más de 84 grandes incendios, lo que representa la mayoría de la perdida actual de territorio. En los últimos tiempos, sólo en dos años se perdió la máxima cantidad de superficie: 2017, con 5.2 millones de acres, así como 2015, con 5.6, el mismo número de la actualidad.

La peor parte se la lleva el estado de California, la temporada de fuego comenzó temprano en las inmediaciones del Parque Nacional Yosemite, que amenazó a las secuoyas (árboles milenarios) y que devoró casi 2.000 hectáreas de bosque. Y hace unas semanas, comenzó un incendio en el condado Mariposa, a los pies de la cordillera Sierra Nevada, y hasta ahora devoró unas 7.000 hectáreas, arrasó unas diez propiedades y colocó en riesgo a otras miles. En apenas tres días se convirtió en el mayor incendio en el lo que va de temporada en el estado que es la séptima potencia económica del mundo.

En tanto, los bomberos reportaron que apenas pudieron contener 10% del incendio, mientras que imágenes de las llamas descontroladas circulaban en las redes sociales, que algunos señalaban de hasta unos 30 metros de altura.

Crisis hídrica

La carencia de agua es otra de las expresiones del calentamiento global y que se retroalimentan con la ola de calor y los incendios. Hace unos días fue noticia que el mayor embalse de los estados Unidos, el Lago Mead, está reduciendo su caudal a niveles alarmantes debido a la escasez de precipitaciones y nieve, que afecta en las últimas dos décadas al oeste del país.

La estrechez dramática del volumen de agua ha inutilizado varios de los muelles que atendían al embalse. Este verano, los botes sólo pueden acceder al Lago Mead a través de una única rampa.

El enorme espejo de agua se formó artificialmente tras la construcción de la represa Hoover en los años 1930. Su superficie de 640 km2 almacena agua para decenas de millones de personas e incontables hectáreas de cultivos en el suroeste de estados Unidos. Su desaparición traería consecuencias catastróficas.

Biden y sus “promesas”

A diferencia del anterior mandatario estadounidense, el derechista republicano Donald Trump, que era un negacionista del cambio climático; el actual presidente demócrata Joe Biden hace alharaca de un “capitalismo verde”. Sin embargo, y como se describió en la presente nota, se choca con una realidad en contrario.

Es que al igual que las potencias de la OTAN y sus rivales China y Rusia, han hecho oídos sordos a las propias recomendaciones de las Naciones Unidas para la reducción de los gases de efecto invernadero. Ya no solo los países poco desarrollados padecen las consecuencias de las catástrofes del clima sino también se mete en las poderosas naciones capitalistas, aunque estás últimas tienen “más espaldas” para enfrentarla. Aunque la terminan padeciendo los sectores más explotados de la población en esos países. Es una contradicción pregonar una preocupación por el ambiente mientras representan a un régimen social que es parte inherente de su destrucción.

Es por eso, que las promesas del gobierno norteamericano de implantar millones de árboles en las áreas afectadas por el fuego no deja de ser una gota en un océano. También, se le imponen los límites, a través de las luchas de las facciones capitalistas de la política yanqui.

Además, el presidente estadounidense, que acaba de sufrir un revés parlamentario por su programa de reforma medioambiental, anunció nuevas medidas reguladoras para proteger las regiones que se enfrentan al calor e impulsar la producción de energía eólica. Sin embargo, estás medidas son absolutamente insuficientes y para colmo no declaró el “estado de emergencia climática”, que es lo requeriría una situación de está magnitud con los incendios. Incluso aquí, se suman los miembros de la Corte Suprema que frenan cualquier atisbo de resoluciones medianamente progresivas en materia ambiental.

Queda más que claro, que en el centro del imperialismo mundial es clave la urgente y persistente organización de la clase obrera en una alternativa política independiente para derrotar al régimen de los depredadores del ambiente y de explotación de los trabajadores.