Ambiente

22/7/2025

Necochea

Maltería en Quequén: un espejismo de “progreso” extractivista que amenaza el ambiente

Contaminación del río y las napas subterráneas.

La instalación de la planta maltera en la ribera del Quequén es presentada como un proyecto de “desarrollo”, pero en realidad responde a la lógica extractivista del capital: maximizar ganancias a costa del ambiente y de la salud de la población. Los defensores del emprendimiento repiten como un mantra las cifras: 700 empleos durante la obra y poco más de 100 puestos permanentes.

Además, la llamada “consulta pública” convocada por la provincia es una farsa: está limitada a formularios digitales poco accesibles y carece de un verdadero debate democrático. La zonificación industrial del terreno, decretada en 1981 sin participación popular, es otra expresión de un modelo que entrega el territorio al gran capital sin considerar los derechos de los vecinos ni de los trabajadores.

El Estado entreguista: alianzas con multinacionales

El intendente Arturo Rojas y las autoridades provinciales repiten los versos oficiales: “más de 700 empleos en obra, más de 100 puestos estables y USD 160 millones de inversión”. El puerto y la provincia reproducen el discurso de un “desarrollo económico” basado en la repotenciación eléctrica, el clima favorable y la oferta técnica. Sin embargo, esta supuesta “aportación al desarrollo” responde al objetivo de maximizar las ganancias empresariales, con exenciones impositivas, facilidades operativas y una zonificación vertical impuesta por decreto desde 1981, sin consulta popular real.

Contaminación, empleo precario y entrega del territorio: un combo peligroso

El Estudio de Impacto Ambiental reconoce la extracción de aguas subterráneas y del río, además de vertidos al sistema pluvial. Ambientalistas locales advierten que se trata de una industria altamente riesgosa para la salud y el entorno. Vecinos del Paseo de la Ribera denuncian olores nauseabundos, vertido de lodos y posibles fallas en los filtros, que contaminarían el río y las napas subterráneas. El riesgo es que esta zona turística y residencial se degrade irreversiblemente.

Las autoridades anuncian más de 700 empleos durante la construcción y poco más de 100 puestos fijos en la planta. Sin embargo, la experiencia y las denuncias muestran que esos empleos pueden ser tercerizados, temporales y sin garantías laborales. Mientras tanto, la comunidad queda con un río contaminado, olores insoportables y una zona costera deteriorada.

Este combo de contaminación, empleo precario y entrega del territorio sin participación popular es la receta para profundizar la desigualdad y la destrucción ambiental en Necochea.

Llamado a los trabajadores y vecinos

Los trabajadores y el pueblo de Necochea necesitamos fuentes de trabajo genuinas, estables y con derechos. Pero no podemos aceptar que ese derecho se use como excusa para sacrificar nuestro ambiente, nuestra salud y nuestra calidad de vida.

Es hora de organizarnos de manera independiente, de impulsar asambleas populares y de exigir un proceso participativo real que defienda tanto el trabajo digno como un ambiente sano.

No nos dejemos engañar con espejitos de colores ni con promesas vacías. La verdadera defensa de nuestra ciudad pasa por la unidad de trabajadores, vecinos y jóvenes en un plan común que garantice empleo con derechos y un entorno que podamos habitar sin temor.

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