Aniversarios
30/7/2024
Homenaje
Cata Guagnini, la luchadora que se le plantó a la dictadura
20 años de la partida de una de las fundadoras del movimiento de familiares de detenidos desaparecidos.
Seguir
Militó clandestinamente bajo la dictadura.
Se cumple este 30 de julio el vigésimo aniversario de la muerte de Catalina Guagnini (1914-2004). Una militante y luchadora que enfrentó a la dictadura genocida y se convirtió en un pilar de la organización de los familiares de detenidos desaparecidos. Una dirigente histórica del Partido Obrero que recordamos con un enorme orgullo.
Cata fue fundadora de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, que sería en plena dictadura un faro en la constitución del movimiento de lucha contra la represión, junto a las Madres de Plaza de Mayo.
Sus tres hijos y su nuera habían sido secuestrados por los grupos de tareas de la dictadura. Diego y Luis Guagnini, y María Isabel Valoy, continúan desaparecidos al día de hoy; el hijo menor, Miguel, fue rescatado tras una intensa campaña internacional del Partido Obrero por su libertad y la de Pablo Rieznik.
Cata, que desde 1973 colaboraba con Política Obrera (antecesora del PO), jugó un activo e importante papel militando en la clandestinidad. Debió abandonar su casa, que fue luego allanada por los milicos. Perseguida en calidad de dirigente de “Familiares”, tuvo también que partir al exilio en Brasil, donde estaba su hijo Miguel.
Luego, con el golpe y la instauración de la dictadura brasileña, nuevamente fue allanado el domicilio de Miguel en San Pablo y con su familia debió emigrar a Venezuela, pero Cata regresó de forma clandestina a la Argentina. Aquí siguió su denodada lucha contra el terrorismo de Estado y la libertad de los detenidos, con una acción destacada cuando arribó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para hacer llegar sus denuncias.
Su rol como constructora de “Familiares” exigió fuertes luchas políticas. Junto a Mabel Gutiérrez y otras activistas se habían separado de la Liga por los Derechos del Hombre, en la que el PC tenía un peso dirigente, por su política de freno a la movilización de los familiares de víctimas de la represión y su orientación de buscar una convergencia con el gobierno dictatorial.
Uno de los hitos de esta pelea fue la organización de lo que pasaría a ser la primera Marcha de la Resistencia, realizada el 9 de diciembre de 1981. La jornada de movilización fue convocada por Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Madres de Plaza de Mayo para reclamar la libertad de los detenidos y la aparición con vida de los desaparecidos.
La convocatoria, que tuvo su epicentro en la Plaza de Mayo pero con acciones en varias ciudades del país, y culminó con el primer corte de calles en Buenos Aires contra la dictadura, dejó planteado un abierto contraste con la política de negociar “una reconciliación nacional” que planteaban la Iglesia Católica y la Multipartidaria (integrada por los principales partidos políticos patronales como el PJ y la UCR, entonces “suspendidos”).
A esta última, que no participó de aquella Marcha de la Resistencia, “Familiares” le había hecho llegar previamente una carta pública en la que advertía “que todo pronunciamiento que silencie, omita u olvide a los detenidos-desaparecidos y detenidos, será considerado por la población democrática del país como identificado con las temerarias manifestaciones que expresan: ‘manto de olvido’ y ‘ausentes para siempre'”.
Este este el capítulo más recordado de su trayectoria como luchadora y militante, pero la vida de Cata estuvo marcada por su activismo. Había sido organizadora de uno de los primeros centro de estudiantes de La Plata, y participado de las comisiones de apoyo a los republicanos antifranquistas durante la guerra civil española. Siempre se esforzó por poner de manifiesto el carácter de clase, antiobrero, de la dictadura, y ya en democracia enfrentó las leyes de impunidad y la cooptación estatal del movimiento de lucha por los derechos humanos. En 1983, en las elecciones que marcaron el final del gobierno de facto, fue candidata a vicepresidenta por el Partido Obrero, compartiendo la fórmula con Gregorio Flores, referente del sindicalismo clasista del Sitrac-Sitram.
En 1989 fue una de la integrantes de la dirección nacional del PO detenidos durante el allanamiento al local central de la organización, en el marco de un estado de sitio dictado por Alfonsín en medio de una brutal crisis social y económica que incluyó saqueos a comercios y supermercados. El Partido Obrero fue acusado como instigador de los mismos, cuando públicamente llamaba en cambio a movilizar masivamente a Plaza de Mayo para dirigir políticamente la bronca hacia el gobierno responsable del hambre. Cualquier similitud con la persecución política de hoy hacia el Polo Obrero y el PO, desde ya, no es mera coincidencia.
Cata siguió siendo una militante los años siguientes. Cerró sus ojos por última vez el 30 de julio de 2004. Una década después el caso de la desaparición de Diego Guagnini fue llevado a juicio en la segunda causa por los crímenes de lesa humanidad perpetrados en el centro clandestino de detención El Vesubio (que funcionara en Autopista Richieri y Camino de Cintura). Fue a 37 años de su secuestro, tras la recuperación de sus restos por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Fue otro de los juicios que el movimiento popular arrancó al Estado para sentar a genocidas en el banquillo.
Diego, militante montonero, había sido raptado el 30 de mayo de 1977 junto a su hijo Emilio de dos años (entregado días más tarde a un tío abuelo materno), poco después que su compañera María Isabel. Luis Guagnini, quien también fuera militante de la JP, tiene en el Parque de la Memoria una escultura en homenaje, realizada por su hijo Nicolás.
Imposible no enorgullecerse ante tamaña luchadora. Recordaremos siempre a Cata como una de las que forjó el carácter de nuestra organización, en la lucha contra el Estado capitalista y la represión, por un futuro de los trabajadores.