Aniversarios

6/8/2020

Trotsky, corresponsal en las Guerras de los Balcanes

Escenas de la vida de León Trotsky (III); a 80 años, la actualidad de la lucha por el socialismo

En 1912 y 1913, León Trotsky trabajó intensamente como corresponsal de guerra en los conflictos bélicos que se desarrollaron en la península balcánica, en el sudeste europeo. Los Estados de Montenegro, Grecia, Bulgaria y Serbia habían formado en marzo del primer año una coalición llamada “Liga Balcánica”, orientada a enfrentarse al imperio de Turquía con el apoyo encubierto del zarismo ruso. La extensión del imperialismo turco era una “cárcel de naciones” al estilo de lo que sucedía en Rusia. Este trabajo le había sido ofrecido por Kievskaia Mysl (“El pensamiento de Kiev”), un periódico liberal radical de amplia circulación regional con el cual Trotsky se ganaba el sustento escribiendo sobre temas diversos (incluso crítica literaria y cultural). Sus artículos eran publicados bajo el pseudónimo “Antid Oto”, nombre que justificaba cómicamente al comentar que su labor era “inyectar el antídoto marxista” en la prensa legal.

Trotsky comprendió que los pequeños Estados balcánicos estaban siendo utilizados como peones del imperialismo zarista en su disputa contra el Estado turco otomano, y denunció que los discursos nacionalistas que apelaban a la unidad de todos los pueblos eslavos (pan-eslavismo) eran sólo la máscara de otros intereses imperiales. El centro de su actividad fue la denuncia constante y sistemática de los crímenes de guerra cometidos en la defensa de dichos intereses. Partiendo de esta perspectiva, expuso las atrocidades en el campo de batalla y las torturas y vejaciones que sufrían los soldados turcos que habían caído en las hacinadas prisiones de guerra de los ejércitos balcánicos, mientras sus oficiales eran mantenidos en hoteles con comodidades. En sus artículos, comentó el azote de la guerra capitalista como una muestra de que la humanidad aún no ha salido “del período bárbaro de nuestra historia”. Recogió testimonios de combatientes, heridos y civiles, recuperando relatos de las masacres contra población desarmada.

También estudió la estrategia y las tácticas militares de la contienda, una faceta que le resultó útil años después al comando del Ejército Rojo. Pero no las analizó en abstracto, sino a partir de sus condiciones y determinaciones materiales,  relacionando el curso de la guerra con la estructura y coyuntura económicas. En la misma línea, hizo comentarios sobre la moral subjetiva de los combatientes a partir del carácter de clase de la guerra, y al esbozar los perfiles de los miembros del gobierno serbio (a los cuales pudo entrevistar en persona) los retrató como expresiones de fuerzas históricas.

Trotsky no dejó de ser actor para convertirse en espectador. El gobierno búlgaro intentó acallar su intervención de denuncia a través de la censura y la confiscación de sus textos, frente a lo cual “Antid Oto” escribió una carta abierta en defensa de su derecho a retratar las miserias bélicas. Con mayor trascendencia aún, se enfrentó a Pável Miliukov, quien en aquel momento era diputado del Partido Democrático-Constitucional (Kadete, partido liberal burgués). Miliukov había viajado a Bulgaría para apoyar al paneslavismo y al militarismo, frente a lo cual Trotsky lo confrontó con otra carta pública, donde expuso la relación entre los crímenes y miserias de esa guerra y los intereses imperialistas del Estado ruso que el liberal ruso venía a representar.  El diputado burgués intentó negar sus afirmaciones, pero Trotsky respondió con evidencias documentales recogidas tanto por él mismo como por otros corresponsales.

Las fuerzas pan-eslavas triunfaron, pero se dividieron rápidamente en torno al reparto del botín de guerra. Al colocarse en favor de las tropas serbias contra las búlgaras, los censores de “Antid Oto”, contradictoriamente, dejaron de negar los crímenes de estas últimas. Al poco tiempo, se inició la segunda guerra balcánica entre ambos Estados, con el apoyo griego yendo hacia el primero. León Trotsky volvió a exponer el saqueo y la  violencia de los vencedores, esta vez, contra la población búlgara. En esta tarea no estuvo solo, sino que lo acompañó la militancia socialista e internacionalista local, entre quienes se destacaba Christian Rakovsky, amigo personal de Trotsky y futuro cuadro de la revolución de Octubre. A la división entre los pueblos, le contraponían “un Estado único de todas las nacionalidades balcánicas, formado sobre una base federativa democrática”.

Leer los capitulos I y II de esta serie biográfica.