¿Pueden las artes y la cultura abstraerse de la realidad en las que están inmersas? ¿Qué rol cumple el teatro en una Argentina en plena debacle?

La mentada “cuarta pared”, de la que han teorizado desde Stanislavsky hasta Brecht, abre sus poros en un fluir constante, dando muestras de una realidad acuciante que moldea tanto a espectadores como actores, de un lado al otro del escenario.

El horno está para bollos, se estrenó el último 7 de octubre. Nueva obra de Iván Moschner que cuenta con un gran elenco (César Arakaki, Ariel Aguirre, Sergio Escalas, Rubén Demichelis, Natasha Gallardo y Luciana Morcillo). Nos traen una obra fractaria, que se cuenta a sí misma, y en donde desde la primera escena vemos el propio ensayo que en voz de sus actores, se estrenará al siguiente día.

Un hecho inquietante irrumpe en escena: la amenaza del dueño de la sala en cancelar la obra y dejar tanto a actrices como a actores en la calle. Lo que hasta entonces parecía un teatro de ‘revista’, con apariciones estelares de un Trotsky e invocaciones a Neruda, sufre un vuelco inesperado. El elenco se decide por tomar el teatro, ante la decisión de un empresario de la cultura en dar por finalizado sus vastos esfuerzos.

El horno está para bollos, reflexiona sobre un arte comprometido, indaga en el surgimiento de cooperativas de trabajadores de la cultura y en el debate sobre sus métodos de lucha, a la vez que nos muestra su contracara, la incertidumbre a las que nos lleva la crisis nacional.

La avenida Corrientes, aquella que se dice que nunca duerme, avenida de pizzerías, teatros y huelga decirlo, de niños pidiendo y durmiendo en la calle, es el escenario donde tiene lugar esta obra de la compañía Morena Cantero Jrs. Pueden verla todos los sábados a las 20:00 hs durante octubre y noviembre, en el Teatro Belisario Club de Cultura (Av. Corrientes 1624 – CABA).