Cultura

28/5/2025

Fermín Muguruza en Buenos Aires: hachas vascas contra la motosierra

En un país convulsionado por el ajuste y la represión, la música volvió a ser trinchera

Muguruza cuenta con una vasta carrera artística

“Bienvenidos y bienvenidas a este aquelarre antifascista”, fue la irrupción que dio comienzo al show en el Complejo Art Media este 24 de mayo. Fermín Muguruza volvió a Buenos Aires para ofrecer un recital que fue más que un repaso de 40 años de carrera: fue una reafirmación de principios en tiempos oscuros. Y también, según él, su gira despedida.

Las Manos de Filippi fue la banda telonera, que se arrojó sobre el escenario con toda su energía característica; con la bandera palestina presente preparó al público con un breve repaso de sus canciones más conocidas y agitando el “¡Fuera Milei!” entre los presentes.

Terminado su show, el escenario fue ocupado por la banda diversa y potente que acompaña a Fermín en esta gira: ocho músicos que supieron recrear el pulso rebelde que atraviesa toda su obra. Desde los días fundacionales con Kortatu, la rabia militante de Negu Gorriak, hasta sus exploraciones más recientes en la música, los sonidos del Magreb, el dub y el punk electrónico.

El repertorio no dejó puntos ciegos: sonaron himnos como “Sarri Sarri”, “Urrun”, “Euskal Herria Jamaika Clash”, “Hitza Har Dezagun” y “Brigadistak Sound System”, cada uno con un peso político preciso, una historia detrás. En medio de ese viaje, uno de los momentos más emocionantes llegó cuando sonó “La Internacional”, interpretada en acordeón. El gesto, tan sencillo como cargado de sentido, encendió el corazón y alzó los puños que acompañaron el canto de sus estrofas. La canción obrera más famosa del mundo resurgió entre los presentes como una contraseña universal.

Otro punto alto fue cuando Muguruza invitó al escenario a Malena D’Alessio, hija de desaparecidos y miembro de Actitud María Marta, para interpretar “Yalah, Yalah, Ramallah!”, canción dedicada al pueblo palestino. La voz de Malena, poderosa y templada, se unió al ritmo con fuerza combativa. Mientras, de fondo, en la pantalla, imágenes de la ocupación y la resistencia se sucedían como gritos visuales. En medio del genocidio en Gaza, ese momento fue más que un homenaje: fue un acto de solidaridad activa desde la música.

Contra el fascismo, con ritmo

Muguruza es, quizás, uno de los pocos artistas cuya coherencia no puede ponerse en duda. Perseguido por el Estado español, censurado, acusado de “proetarra” por cantar verdades incómodas. En sus comienzos como artista tuvo que aprender euskera por su cuenta, ya que el franquismo lo había prohibido, para poder impregnarlo en sus letras. Fermín lleva décadas haciendo del arte una trinchera. Y por eso, el sábado tampoco faltó la adaptación de su histórico grito “¡Alerta que camina la lucha guerrillera por América Latina!”, reemplazada por “la lucha antifascista”. Porque el fascismo muta, se disfraza, pero el enemigo es el mismo.

Y ese enemigo hoy tiene forma concreta en nuestro país: desde la asunción de Javier Milei, Argentina atraviesa un ajuste brutal que empobrece a millones, somete a la juventud a una precarización laboral cada vez más extrema, arrasa con derechos conquistados y criminaliza la protesta social. Muguruza no necesitó nombrarlo: el repudio a la motosierra presidencial estaba en cada canción. No en vano, la convocatoria al recital decía: “Hachas vascas contra la motosierra".

“Me preocupa que el fascismo robe las palabras”, dijo Muguruza en una entrevista reciente (Rolling Stone, 2025), y su concierto en Buenos Aires pareció una respuesta directa: recuperar las palabras, afilarlas, gritarles vida.

Si esta gira es realmente una despedida, lo es con los valores intactos, con la convicción de que el arte sigue siendo un campo de batalla. En tiempos donde los gobiernos se ensañan con el pueblo trabajador y los discursos de odio se normalizan, recitales como el de Fermín Muguruza son más necesarios que nunca.

Porque no se trata solo de música: se trata de no callarse. De persistir. De organizarse. De volver a unir cultura y lucha en una misma trinchera.

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