Novelas como Un mundo feliz, de Aldous Houxley; El hombre invisible, de Ralph Ellison; Anna Karenina, de León Tolstoi; El cuento de la criada, de Margaret Atwood; El Color Púrpura, de Alice Walker; ¿Por quién doblan las campanas?, En nuestro tiempo y Fiesta, de Ernest Hemingway; Los hombres que no amaban a las mujeres y La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Steing Larson, son algunos de los más de 300 títulos censurados por el gobierno del Estado de Florida, en los Estados Unidos.

“Esta medida se basa en el proyecto ley 1069 -que la legislatura de Florida aprobó recientemente-, que permite a las escuelas limpiar los materiales que mencionan el sexo, el género, los pronombres y la salud reproductiva en el aula” (Infobae, 9/11).

Uno de los escritores más afectados por esta medida retrógrada es Stephen King, a quien le han impugnado 16 obras, dentro de las cuales se encuentran IT (Eso), Carrie y Las Cuatro antes de Medianoche. Como respuesta, el maestro del misterio y el terror le dedica fragmentos de su última novela (Holly), y expresó en sus redes sociales: “Debo estar haciendo algo bien”.

Este tipo de censura no es novedad en Norteamérica. Según un informe redactado por PEN América, fundación defensora del derecho a la libre expresión, es moneda corriente. Esta nueva ola censurista se suma a la de otoño de 2021, con más de 5.800 textos cancelados. “Durante el último año y medio, PEN América monitoreó las prohibiciones de libros y temas de raza, racismo e identidades LGTBI+ fueron las que sufrieron impacto desproporcionado. “‘La ignorancia no protege la inocencia. Por tanto, no estamos protegiendo a la inocencia de nuestros hijos restringiéndolos. Simplemente los estamos dejando sin educación’, dijo Amy Perwien, madre de familia de las escuelas públicas del condado de Collier a NBC2” (Ídem).

Tampoco es la primera prohibición del gobierno de Ron DeSantis, rival de Donald Trump en la interna del Partido Republicano. En agosto de este año instó a las autoridades escolares de Hillsborough a quitar del contenido curricular la lectura de Romeo y Julieta y Hamlet de William Shakespeare, por su “contenido sexual explicito”.

Todo tiene su inicio en abril, cuando la junta de educación de Florida aprobó la extensión a todos los grados en la implementación de la ley que prohíbe la enseñanza sobre orientación sexual e identidad de género, conocida como “No Digas Gay”.

“La extensión surgió a partir de una propuesta de DeSantis, que con ayuda de la mayoría republicana en el congreso floridano está implantando una batería de leyes ultraconservadoras en ámbitos como los derechos reproductivos, la inmigración y la posesión y tenencia de armas” (Pagina 12, 20/4).

Como contrapartida, estudiantes de los colegios secundarios ganaron las calles con importantes manifestaciones y paros escolares. “Queríamos mostrarle a nuestro gobierno que esto no va a parar”, dijo Will Larkins, un adolescente de Florida que organizó una huelga masiva en su escuela secundaria del centro de Florida. “‘La gente es la que está en los poderes [sic] y o que están haciendo no nos representa, especialmente a los grupos marginados. (…) No nos quedaremos callados’ dijo el estudiante de secundaria CJ Walden a The Miami Hearld. ‘Siempre exigiremos. Incluso si la ley entra en vigor’” (CNN Español, 10/3).

La lucha por la educación sexual integral, libre, científica y no binaria es fundamental. Como también las movilizaciones contra los actos de censura por parte de un régimen político que hacer retroceder décadas de conquistas. La pelea de docentes, alumnos y familiares de Florida va de la mano de la lucha por las libertades sexuales, con grandes movilizaciones de agrupaciones LGTBI en las calles de la península.

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