Educación

20/2/2022

El Plan Federal Juana Manso y las 600.000 netbooks que siguen sin aparecer

Los números del ajuste en educación.

En la apertura de las sesiones del Congreso 2021,  Alberto Fernández anunciaba la entrega de 500.000 netbooks a las escuelas. Tiempo más tarde le seguiría el Plan Federal Juana Manso, con la promesa de destinar 20.000 millones de pesos a la fabricación de 633.000 de estas computadoras para las escuelas secundarias.

Ni lerda ni perezosa, la burocracia de Ctera y Suteba festejaron entonces “la inversión educativa más grande de los últimos años”. Semejante bolazo pretendía encubrir la falta de equipos y conectividad, que dejó por fuera de la continuidad educativa a cientos de miles de estudiantes en plena pandemia y en todo el país. De paso, las burocracias kirchneristas ocultaban su propio fracaso y adaptación a la virtualidad sin condiciones como consecuencia del  ajuste educativo.

El gobernador Axel Kicillof, en la provincia de Buenos Aires, también pretendió hacer campaña electoral con la “vuelta del programa Conectar Igualdad” mientras la segunda ola hacía estragos y ponía de relieve la falta de obras, infraestructura edilicia y condiciones elementales para garantizar la conectividad gratuita en un Estado bonaerense con 50% de pobreza y casi 20% de indigencia.

La única verdad es la realidad

Según datos oficiales de diciembre pasado, del medio millón anunciado se entregaron unas 48.000 netbooks repartidas en 19 provincias. Esta cifra representa un 9% del total y menos aún del promocionado Plan Federal Juana Manso. Un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia da cuenta de un 49% de escuelas sin conexión.

Las 48.000 netbooks triplican las las 15.000 remitidas por el macrismo en el 2019 y son 25.000 dispositivos  menos que los de 2018. En el 2020 se habrían enviado a las escuelas 176.000 dispositivos. La conectividad  de los establecimientos pone en evidencia una enorme desigualdad: Tierra del Fuego tiene sólo un 6% de escuelas conectadas, Chubut el 10% y Formosa el 20. Según el portal Chequeado.com, el gobierno nacional subejecutó la mitad del presupuesto para la conectividad escolar; aún así los números no cierran.

El bulo del Frente de Todos fue presentado como un compromiso de la industria nacional con la educación. La postal del gobierno fue el lanzamiento del “Plan” con el  auspicio de la fábrica BGH. De acuerdo a la Cámara de Fabricantes el “retraso” obedece al parate de la importación de chips y componentes chinos, retratando a una industria nacional que oficia de ensambladora. Otro relato con más bombo que platillos.

¿A dónde fueron  entonces  la plata y los fondos destinados  a proveer las netbooks?

Ni el gobierno ni los pulpos de telecomunicaciones liberaron un sólo giga para la conectividad gratuita de los docentes, agravando la crisis de una educación virtual en pandemia abandonada a su suerte.

Alberto Fernández vuelve a las andadas en el 2022, y ahora el gobierno nacional declara que las 500.000 netbooks serán entregadas y distribuidas en abril o mayo de este año. Para doblar la apuesta del chamuyo,  Fernández y el ministro de Educación Jaime Perzcyk aseguran  que a este medio millón (en veremos)  se sumarán  próximamente  otro millón de nuevas netbooks  por venir. La realidad es que toda la educación pública está sujeta y condicionada por el ajuste fiscal  y el pacto colonial con el FMI. El incumplimiento del gobierno y la subejecución de partidas con destinos específicos para la educación deben ser investigados.

El silencio cómplice de la burocracia de Ctera es doblemente grave cuando se apresta a convalidar la paritaria nacional de ajuste y sus correlatos en las paritarias provinciales. La “capacitación” que reivindican las Alesso y los Baradel dejó el Plan Federal Juana Manso para mejores tiempos. También en este tema, la burocracia celeste tira la toalla y convalida.

Como debatió el Congreso Nacional de Tribuna Docente, el ajuste fondomonetarista pega de lleno en la educación pública, precariza la enseñanza y mutila contenidos, “adelgaza” la secundaria para “vincularla con el mundo del trabajo” (capitalista) y liquida derechos de  los  trabajadores. Los que pregonan la “modernización” de la vieja escuela  para subordinar la educación a las necesidades y requerimientos flexibles del capital, no pueden siquiera garantizar  una netbook.

Los recursos tecnológicos imprescindibles para la educación están, como la ciencia y la técnica, condicionados por el capital y las crisis de sobreproducción que pagamos los trabajadores con  ajuste a la educación, a los salarios y condiciones de vida. En  términos de la “educación para el trabajo”, se descalifica a los estudiantes, “educando para la incertidumbre” que genera la disputa feroz de los monopolios por el mercado. La defensa de la educación pública, científica y laica es  incompatible con la precarización educativa y laboral.

¡Fuera el pacto colonial y el ajuste fondomonetarista en las escuelas!