Educación

27/1/2021

Kicillof insiste en la vuelta a clases presenciales sin condiciones mínimas de salubridad

Ni vacuna, ni presupuesto, ni nombramientos, ni obras de infraestructura.

En una reunión con intendentes en Villa Gesell, luego de informar que se han aplicado la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19 unas 107.015 personas en la provincia, el gobernador Axel Kicillof habló de protocolos, gradualidades y acondicionamientos que permitirían el regreso a las clases presenciales. Pero la realidad es que no está ni cerca de garantizar las medidas elementales para preservar la salud de la comunidad educativa.

La provincia de Buenos Aires tiene más de 375.000 docentes censados en 2015, a los que se suman los auxiliares. Se encuentran en un tercer nivel de prioridades para la vacunación (tras personal de salud y las fuerzas de seguridad). El gobierno nacional no logró traer ni un quinto de las dosis que había anunciado. A este paso va a llevar años vacunar a los trabajadores de la educación.

El protocolo, que piensan elaborar en febrero reuniendo a la paritaria, va a volver sobre las pautas diseñadas por el Consejo Federal de Educación y el ministro Nicolás Trotta, que fueron presentadas en octubre pero nunca garantizadas.

Se suma la falta absoluta de las obras de infraestructura imprescindibles en toda la provincia, comenzando por el funcionamiento de los baños en las escuelas y el acceso al agua (faltante en zonas enteras). Aún donde hay agua, esta no es potable.

Durante 2020 no se han nombrado los docentes necesarios para abordar la enseñanza en una situación de crisis, con los componentes de las dificultades de aprendizaje que ha generado la virtualidad. Esto exige recomponer el proceso educativo tomando pequeños grupos de alumnos, enmendando lo no aprendido, resocializando y recuperando a los que no pudieron acceder a la educación virtual. Pero ningún protocolo contempla el nombramiento de docentes, ni de personal auxiliar para garantizar la limpieza y desinfección constate que se requiere ante la pandemia.

El plan de Kicillof contemplaría una vuelta a la presencialidad gradual, una combinación de mitad de alumnos unos días y mitad otros, sumando clases virtuales. Pero sin vacunas, sin los docentes y auxiliares necesarios, sin acceso a la virtualidad, el gobierno no garantiza ni el cese de contagios ni la salud de docentes, auxiliares y familias.

Vuelta a clases para volver al trabajo

Kicillof, al igual que los Fernández, presenta un plan de vuelta a clases presenciales preocupado por garantizar a los chicos en las escuelas para que sus padres, y sobre todo sus madres, puedan ir a sus trabajos presenciales, o en su defecto que no tengan que atender a sus hijos en casa mientras hacen teletrabajo. Se hacen eco de los reclamos patronales ¡Para eso quieren la vuelta a clases presenciales! Y se valen de una campaña basada en que los docentes no quieren trabajar.

Kicillof no está al margen de esta campaña. En lo que va de la pandemia, sucesivamente intentó la vuelta a la presencialidad, e impuso junto a su ministra Agustina Vila -y bajo la mirada complaciente de las direcciones de todos los sindicatos docentes y estatales- el teletrabajo basado en la superexplotación y en un ahorro presupuestario de puestos de trabajo, licencias  y conectividad. En lugar de nombrar los docentes y auxiliares necesarios, apeló al trabajo precario de los Piedas y de los ATR por fuera del Estatuto, mientras ejecutaban los acuerdos paritarios a la baja.

También responden a las presiones de la oposición de derecha que prepara acciones nacionales el 9 de febrero de ” vuelta a clases”. Esto cuando los informes internacionales están plagados de noticias que niegan que la presencialidad escolar es inocua. Allí esta la huelga de 25.000 docentes de Chicago exigiendo medidas de seguridad e higiene para volver a clases, y las suspensiones de presencialidad ante la expansión del virus en Alemania, Israel o los Países Bajos.

Por asambleas, comisiones de seguridad e higiene por escuela y comités por distrito

La burocracia de los sindicatos de docentes y estatales han venido respaldando las medidas improvisadas y coercitivas de Kicillof. Apoyaron incluso el Presupuesto 2021 de ajuste. Callaron ante la superexplotación laboral, la falta de nombramientos y la falta de obras de infraestructura; permitieron que la docencia tuviera que asumir los gastos de la virtualidad. Ni siquiera pelearon por bolsones de alimentos y sanitarios de calidad, ni por el otorgamiento de los elementos de seguridad e higiene para los trabajadores.

Han permitido la desatención de la obra social Ioma a los afiliados en plena pandemia, y el uso de  sus fondos para sostener a la clínicas privadas. También avalaron el Presupuesto que usa el “superávit” de Ioma para rescatar a los empresarios de la salud.

Roberto Baradel de Suteba, Miguel Díaz de Udocba, y los demás dirigentes sindicales hablan de su colaboración con el gobierno en materia sanitaria, pero se cuidan de convocar a la docencia a discutir y resolver medidas ante la situación excepcional que soportan sobre sus espaldas.

Es necesario deliberar un plan de lucha, como hacen los docentes de Chicago. Para reclamar vacunas y testeos rotativos, medidas de seguridad e higiene laborales y de infraestructura, el nombramiento de docentes y personal auxiliar necesario, que el Estado garantice la conectividad y dispositivos, el respeto del Estatuto y un salario equivalente a la canasta familiar.

Para esto es imprescindible la formación de comités de bioseguridad por escuela, por distrito y provincial. Que controlen y elaboren todas las medias necesarias para terminar con la pandemia y garantizar el proceso de enseñanza y aprendizaje en la crisis actual.

Luchemos por el aumento del presupuesto educativo y de salud, lo que va de la mano de romper con el FMI y los acreedores internacionales. Con esta orientación convocamos al Congreso Nacional de Tribuna Docente que se realizará el 20 y 21 de febrero.