Sindicales
7/11/2025
Elecciones en la CGT
Un triunvirato para la reforma laboral.
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Elecciones CGT.
El congreso de la CGT, del que participaron 2.100 delegados de 210 sindicatos, eligió un nuevo triunvirato, integrado por Jorge Sola (Seguro), candidato de Los Gordos, Cristian Jerónimo (Vidrio), en representación de Los Independientes y Octavio Argüello (Camioneros) por el moyanismo. La fórmula, que se consensuó, luego de numerosas reuniones, materializa un precario equilibrio que por momentos pareció imposible de alcanzar; tanto que se barajó la alternativa de prorrogar los mandatos de los co-secretario salientes.
El congreso arrancó con la exigencia de Luis Barrionuevo (Gastronómicos), Roberto Fernández (UTA) y Omar Maturano (La Fraternidad) de someter a la decisión de los congresales la moción de volver al esquema de un único secretario general; esa propuesta fue rechazada por amplia mayoría. Finalmente, la lista Celeste y Blanca se alzó con 1604 votos, 500 menos de los inscriptos, y 35 votos en blanco.
Los une el espanto
El resto de los 50 sillones del Consejo Directivo serán ocupados por Andrés Rodríguez (UPCN), que continúa en la poderosa secretaría Adjunta; Gerardo Martínez (Uocra) mantiene la de Relaciones Internacionales; José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) en Acción Social; Sergio Sassia (UF) en Vivienda; Rodolfo Daer (Alimentación) en Industria y Horacio Arreceygor (Televisión) en reemplazo de Sola en la Secretaría de Prensa, entre otros. Entre las novedades hay que mencionar el retorno de Uatre a la dirección de la central tras ocho años de ausencia, con José Voytenco en la secretaría de Protección de la Niñez. O sea que la vieja “mesa chica” de los gordos permanece entera y será la que maneje los destinos de la central en la misma orientación entreguista mantenida hasta ahora.
El resultado de la rosca de los bloques que manejan la central dejó en la banquina al sindicalismo kirchnerista a tal punto que ni Palazzo ni Furlán en persona integran las secretarías que les dieron, pero sus gremios sí se asimilaron. Agreguemos que la pomposa sigla del “Frente por la Soberanía” que se pretendió el reagrupamiento de la resistencia frente a Milei, fue absorbido con más pena que gloria y no ha producido ruptura alguna.
Los gremios que apoyaron a Jerónimo (entre ellos, Aeronavegantes, Canillitas y Gráficos) también esperaban mayor representación y muchos terminaron en lugares menores, como es el caso de Omar Plaini, quien solo se quedó con una vocalía. Lo mismo le tocó a Pignanelli del Smata, que descendió hasta ese lugar desde la Secretaría Gremial. El malestar es tal que algunos amenazan con no asumir.
Fernández auguró que “con tres secretarios fracasamos” y retiró a los congresales de la UTA en señal de protesta; no está claro cómo seguirá su relación con la central. Hay que recordar que la carnereada del último paro dispuesto por la CGT, el llamado “poder de fuego de la UTA”, será usado como poder de carnereaje para negociar posiciones desde afuera de la CGT.
Barrionuevo y Maturano negociaron lugares en el Consejo y finalmente se quedaron. Maturano logró que su hijo Sebastián conservara la secretaría de Juventud y Barrionuevo se conformó con colocar a Carlos Acuña en Turismo, después de perder contra Moyano la permanencia en el triunvirato.
El gastronómico también amenazó con romper y relanzar la central alternativa que encabezó entre 2008 y 2016 pero nadie lo tomó en serio; su poder de fuego está muy debilitado y hoy atraviesa una crisis en su gremio, con las elecciones postergadas por la Justicia en medio de una diputa a muerte con su ex cuñado y ex líder del sindicato de Capital, Dante Camaño.
Hugo Moyano, por su parte, está lidiando con la implosión de Camioneros; acaba de desplazar de la directiva a varios históricos ligados a Pablo, y enfrenta la rebelión de algunas seccionales, como Santa Fe y San Luis. A eso se suma la crisis profunda de la Obra Social (Ooschoca) por denuncias de fraude, irregularidades contables y problemas financieros que involucran a su esposa, Liliana Zulet. La necesidad de mantenerse bajo el paraguas protector de la cúpula cegetista lo ha acercado estrechamente a sus antiguos rivales.
Cosa de hombres
Muy lejos de sus expectativas, las mujeres que militan en la central obtuvieron una representación marginal. Una dirigenta que sonó insistentemente como candidata al triunvirato, Maia Volcovinsky (Judiciales), seguirá secundando a Julio Piumato en la Secretaría de Derechos Humano; otra que quedó en la banquina fue Graciela Aleñá, la secretaria general de Vialidad que, al finalizar el congreso, declaró: “la de las mujeres es otra lucha que se tendrá que dar. Deberíamos unirnos todas las mujeres de la CGT para exigir un lugar como corresponde. La única promoción fue para Marina Jaureguiberry (Sadop) que pasó a la Secretaría de Ciencia y Técnica.
Se refuerza el colaboracionismo
La nueva dirección, no cabe duda, refuerza la orientación colaboracionista de la CGT. Jorge Sola, uno de los flamantes co-secretarios, fue hasta ahora el vocero de la CGT; algunos sectores lo critican “por ser excesivamente moderado”, lo que viniendo del interior de la CGT no es poca cosa. Cristian Jerónimo, la cara menos conocida, es un ex moyanista hoy convertido en peón de Gerardo Martínez. El “canciller”, como se lo llama al secretario general de la Uocra por ser prácticamente el propietario del sillón en la OIT en Ginebra, es también el miembro de la central participante de la mesa del Pacto de Mayo. Allí, hace rato que sindicalistas, empresarios y funcionarios, vienen trabajando sobre un borrador de reforma laboral.
Esa línea de entendimiento fue favorecida por el debilitamiento ostensible de Milei los meses previos a la elección de octubre. Incluso el ministro de Salud, Mario Lugones (otro viejo amigo de los burócratas cegetistas) había prometido liberar unos 60 mil millones de pesos, en tres tramos, del Fondo de Solidario de Redistribución para paliar la crisis que enfrenta la inmensa mayoría de las obras sociales (esa caja sigue siendo el fiel de la balanza en la relación entre el poder y los sindicatos).
Pero los cambios en el escenario político que produjo el resultado electoral han dejado todo en suspenso. Por ahora no hay noticias del desembolso del FSR, y el desplazamiento de Guillermo Francos de la jefatura de gabinete más el congelamiento del ascenso de Santiago Caputo -los dos hombres que mejor relación habían logrado tejer con los popes sindicales- encendieron las alertas.
¿Vienen por todo?
Aunque la Casa Rosada se refirió al nuevo triunvirato como "gente muy capaz” que encarnaba “una renovación muy reclamada" y dejó trascender que habría una inminente convocatoria para continuar con "la misma línea que antes" las declaraciones de Federico Sturzenegger en un foro empresarial en España cayeron como una bomba. Según dl ministro de Desregulación, el objetivo de la reforma laboral es “desarticular la estructura de los gremios” priorizando “los convenios por empresa por encima de los acuerdos sectoriales”; y pronosticó una nueva etapa de tensión con el movimiento sindical; “vamos a tener que bailar con los sindicatos”. Se supo además que Sturzenegger tiene una pulseada con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, hombre de Techint por la autoría del proyecto que el Ejecutivo enviaría al Parlamento.
La reforma la quiere hacer la burocracia
Todo esto estuvo muy presente en la cocina de la nueva conducción de la CGT. En su discurso, al cierre del congreso, Sola fue categórico: “hay un sector de la política que pretende que se debilite el movimiento obrero… creen que los representantes de los trabajadores somos adversarios políticos, se equivocan. Somos socios estratégicos”. “No somos necios. Sabemos que el mundo del trabajo ha cambiado y que las actualizaciones con la tecnología y la robótica son necesarias, pero tenemos una herramienta fenomenal que son los Convenios Colectivos de Trabajo”. Es una imperdible definición de la burocracia sindical de sí misma, como socia estratégica de clase de la burguesía.
La intervención de Jerónimo fue calcada: “hoy hay un compañero, Gerardo Martínez, sentado en la Mesa de Mayo. Eso dice que estamos dispuestos a hablar… hay actividades que requieren modernización y adecuación… pero la modificación tiene que ser a través de los convenios colectivos”.
El mensaje de la burocracia es inequívoco: el proyecto de ley que llegue el Congreso, consensuado, no debe afectar el monopolio de la negociación que ostentan los sindicatos ni los intereses fundamentales de su casta dirigente; la moneda de cambio es que todas las modificaciones se llevarán adelante, sector por sector, por la vía de la discusión convencional. O sea, la línea que se ha seguido hasta ahora. A cambio, pueden caer en cascada conquistas históricas de la clase obrera.
Una de las primeras medidas anunciadas por la CGT es reunirse con los gobernadores. Ya los peronistas triunfadores como Jaldo y Jalil se pronunciaron en favor de la reforma laboral, lo mismo que los de Provincias Unidas. No hay duda a dónde conduce esta línea. Como tampoco hay duda de que lo que la CGT – y desde ya la CTA- defiende no tiene nada que ver con los intereses de la clase obrera.
Para los trabajadores las conclusiones también son evidentes: derrotar la reforma laboral de Milei y sus cómplices requiere una intervención independiente de la burocracia sindical. Hay que impulsar asambleas y plenarios de delegados en todos los sindicatos y lugares de trabajo para motorizar un gran movimiento de lucha hasta la huelga general. Los trabajadores del Garrahan demostraron que es posible. En esta línea, la Coordinadora Sindical Clasista inicia una campaña política contra la reforma laboral y lo propio le propondremos al Plenario Combativo de Trabajadores.




