Historia
5/11/2025
Lucha de clases y de partidos en la Revolución Inglesa del Siglo XVII

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Los Cavadores.
Niveladores y Cavadores fueron los movimientos más radicalizados de la Revolución Burguesa de mediados del Siglo XVII en Inglaterra. Si bien tuvieron una vida efímera dejaron una honda huella en el pensamiento revolucionario. El contexto histórico estuvo marcado por el enfrentamiento y guerras del Parlamento burgués contra el rey Carlos I, confrontando los intereses divergentes entre la burguesía en ascenso y la Corona, apoyada por la vieja nobleza terrateniente y su aliada la Iglesia Anglicana.
A comienzos del Siglo XVI Inglaterra era todavía un pequeño Estado con apenas tres millones de habitantes, una población sustancialmente inferior a la de España o Francia. El desarrollo de la ganadería ovina hizo de Inglaterra un país exportador de lanas. Más tarde el eje económico se desplazó de la ganadería a la fabricación de paños y telas, esta manufactura se llevaba a cabo en los gremios de maestros y artesanos que residían en las ciudades, pero también en las aldeas rurales donde se combinaban las tareas agrícolas con el hilado y tejido de la lana. El afán por quedarse con la materia prima para su posterior exportación como producto manufacturado dio lugar al enriquecimiento de los acaparadores.
La necesidad cada vez mayor de tierras y de mano de obra para la industria textil originó los “cercamientos” de las tierras comunales a los que se refiere Carlos Marx en el capítulo sobre la acumulación originaria del capital. La sustracción de las tierras comunales benefició a los terratenientes de la vieja y nueva nobleza que adquirieron los terrenos a precio vil, y a la naciente burguesía que necesitaba trabajadores libres y mano de obra para la industria. Los campesinos liberados de las cargas feudales fueron desprovistos de sus medios de producción y forzados a proletarizarse.
Los Cavadores y el “socialismo utópico”
Los Cavadores (Diggers) se propusieron establecer un nuevo régimen social. Si bien en un principio limitaron sus reclamos a la recuperación de las tierras comunales, más adelante se trazaron un plan de reorganización social más amplio donde no imperara la “maldición“ de la propiedad privada que "había dividido a los hombres entre ricos y pobres y subordinado unos a otros". Su líder, Gerrard Winstanley llamó a continuar la ocupación pacífica de tierras porque la revolución - como escribió- no le había dado absolutamente nada a la gente sencilla, "no obstante haberse hecho gracias a ella".
El modelo comuna rural que entroncaba con la tradición de las aldeas medievales, pretendía terminar con las desigualdades sociales. Los Cavadores fundamentaron su reclamo al libre acceso a la tierra comunal en el “orden natural” y en los antecedentes históricos de Inglaterra, remontándose a los tiempos en que el rey normando, Guillermo "El Conquistador" había invadido la Isla en el 1066, derrotando a los anglosajones y repartiendo las tierras entre la nobleza feudal normanda. Con esta denuncia, los Cavadores ponían el acento en la apropiación violenta de la tierra por un " poder extranjero" que incautó las tierras comunales inglesas, transmitiéndolas por herencia a las distintas dinastías gobernantes.
Derrocada la Corona e instaurada la República en 1649, los Cavadores reafirmaron su derecho a arar, roturar y sembrar las tierras comunales y se lanzaron a ocuparlas organizadamente en distintas aldeas de Inglaterra. Pasando de las palabras a los hechos, comenzaron a ocupar tierras abandonadas para trabajarlas en comunidad. A diferencia de los Niveladores -el otro gran movimiento crítico- los "Diggers" se declararon contrarios a todo tipo de violencia, reivindicando como únicas armas sus herramientas de labranza. Su utopismo estaba imbuido de un profundo misticismo y prédica igualitaria que llegó a cuestionar directamente la propiedad privada.
Las ocupaciones de tierras fueron desalojadas por orden de Cromwell sin que los “Diggers” opusieran resistencia armada, poniendo fin a estos precursores del socialismo utópico. Los Cavadores, que se presentaron como los auténticos Niveladores, surgieron del cisma y la ruptura del partido de los "Levellers". Su utopismo – en el cuadro más general que dejó la Reforma de Lutero y los fuertes cuestionamientos a la opulencia y corrupción de la Iglesia Católica y el Papado- recuerda a las sociedades sin clases que imaginaron Tomás Moro en su libro “Utopía” y Tommaso Campanella en la “Ciudad del Sol”, una suerte de “comunismo teocrático”. Mucho antes que los socialistas utópicos franceses y el Manifiesto Comunista de Carlos Marx , estos filósofos, políticos y pensadores abogaron por una sociedad donde todos trabajasen según su capacidad y recibiesen lo necesario para vivir. El Estado que imaginó Tomás Moro propiciaba el bien común y el trabajo colectivo en una sociedad donde no existiría el dinero.
El límite de estos reformadores sociales fue el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas y de una clase social proletaria capaz de imponer la transformación y reorganización revolucionaria. A propósito del utopismo, y más directamente de la crítica revolucionaria a los socialistas utópicos franceses, Federico Engels escribió "Del socialismo utópico al socialismo científico".
Los soldados de la Revolución
Los Niveladores fueron soldados veteranos que habían peleado contra el Rey Carlos I bajo la jefatura y las órdenes de Oliverio Cromwell. La mayoría de los Niveladores eran puritanos convencidos de que provenían de los “flancos de hierro” del Ejército Parlamentario. Estos soldados llamados “cabezas redondas” por el corte de pelo que los identificaba como adherentes a la fe puritana, se habían destacado como combatientes decididos y cohesionados en la guerra contra las tropas realistas. El lema en batalla de los duros y fogueados soldados de Cromwell era "confía en Dios y mantén tu pólvora“.
Encarnizados defensores de la República, la influencia de los Niveladores fue determinante para decidir a Cromwell y a sus seguidores a “purificar” el Parlamento de sus elementos más conciliadores, agrupados en el partido calvinista de los Presbiterianos, que querían un entendimiento con el rey. Esta influencia política en el Ejército ejercería una gran presión para que Carlos I fuese juzgado por alta traición. Oliver Cromwell y su partido de los Independientes en el Parlamento se enfrentaron a los Presbiterianos conciliadores.
Mientras Cromwell buscaba limitar el alcance de la Revolución a la caída de la Monarquía, los Niveladores llamaron a profundizarla con mayores reformas políticas y sociales en beneficio del pueblo pobre. El Nuevo Ejército que construyó Cromwell -para derrotar a los realistas- había incorporado a sus filas a una masa de campesinos y artesanos que le dieron a esta organización militar –reformada- su cariz popular y combativo. Los motines en el Ejército comenzaron cuando Cromwell se negó a reconocer el “Acta del Pueblo” que oficiaba como programa de los Niveladores y de los agitadores, como se llamaba a los representantes de los soldados que hicieron estos planteos ante los “grandes” , la alta oficialidad que respondía a Cromwell y al partido de los Independientes. En su plataforma, los Niveladores exigieron el sufragio universal para los varones mayores de 20 años, el fin del voto censatario basado en el linaje y la riqueza, la disolución de la Cámara de los Lores, terminar con la Monarquía imponiendo una República con elección y renovación del Parlamento cada dos años y la libertad de culto, con la excepción de la Iglesia Católica a la que veían como aliada de la reacción. En el Acta del Pueblo reclamaron una reforma judicial, la igualdad frente a la ley y el fin del servicio militar obligatorio.
Carlos I pertenecía a la Iglesia Anglicana que era uno de sus principales sostenes. Esta Iglesia surgió con la ruptura de Enrique VIII con el Papado para afirmar su poder como monarca absolutista. El anglicanismo se presentó como una Iglesia nacional pero copió los ritos y la opulencia de la Iglesia Católica, así como su “cadena de mandos”, al frente de la cual estaba el rey como jefe político, militar y espiritual de la nación. Durante la Segunda Guerra Civil, el rey pactó con los calvinistas del partido Presbiteriano para enfrentar a Oliverio Cromwell.
La crisis con los Niveladores
Cromwell tenía en claro que la victoria militar sobre el rey había fortalecido al Ejército Nuevo Modelo y desprestigiado al Parlamento, dirigido por los presbiterianos. El Ejército, fuertemente influido en su base por la propaganda a favor de una democracia radical, se convirtió en un actor político preponderante que ponía en cuestión la autoridad de Oliver Cromwell. Recordemos que el Parlamento estaba dividido en las facciones de los Presbiterianos y los Independientes. Los presbiterianos conciliadores con la Monarquía tuvieron mayoría parlamentaria hasta la “depuración de Pride”. Este coronel, fiel a Cromwell, rodeó en 1648 al Parlamento y expulsó a un centenar de diputados presbiterianos acusados de convivencia con los realistas. Este episodio purificó al Parlamento de los elementos contrarrevolucionarios.
Dos hechos detonaron el enfrentamiento de los Niveladores con Cromwell, por un lado el atraso y suspensión de la paga a los soldados, por el otro, y con consecuencias políticas más graves, se constituyó un movimiento de soldados y oficiales provenientes del pueblo que formaron los Consejos de Representantes en el Ejército. La agitación en las filas militares crecía con la influencia política de los Niveladores. Esto decidió a Oliver Cromwell a cortar de raíz este “doble poder,” persiguiendo y encarcelando a los dirigentes de los Niveladores, a quienes acusaba de ser elementos disolventes. El programa de los Niveladores fue el de una democracia radical que no cuestionaba la propiedad privada como sí lo hicieron los Cavadores. En el “Acuerdo del Pueblo", los Niveladores exigían el fin de la Cámara Alta de los Lores para que la soberanía residiese en el pueblo. Con completa conciencia de clase burguesa, los partidarios de Cromwell rechazaron el sufragio universal porque afirmaban que llevaría a que aquellos que nada o poco tienen "voten por iguales como ellos”. Cromwell rechazó también firmemente a los Consejos de Representantes atacándolos por romper la disciplina del Ejército. Para maniobrar, contrapuso un Consejo General dominado por la alta oficialidad partidaria de los Independientes. Entre los Niveladores y los “Grandes” se abrió una grieta sin retorno.
Federico Engels desarrolló una aguda observación política que bien le cuadra a los Niveladores y a su ala izquierda de los Cavadores. Refiriéndose a la etapa de ascenso revolucionario de la burguesía en su lucha contra la nobleza y el poder feudal, escribió: “Si en términos generales la burguesía podía arrogarse el derecho a representar en sus luchas contra la nobleza , además de sus intereses los de las diferentes clases trabajadoras de la época, al lado de todo gran movimiento burgués que se desataba estallaban movimientos independientes de aquella clase que eran el precedente más o menos desarrollado del proletariado moderno". Dialécticamente de estas necesidades revolucionarias se desprendieron otras prioridades para la burguesía que eran las de asegurar el dominio de clase, controlando y refrenando los movimientos revolucionarios que pudiesen amenazar su estatus de clase dirigente.
La vigencia de la burguesía inglesa era la de la clase capitalista que se había enriquecido con la elaboración y comercialización de la lana, sentando las bases de la industria textil que sería el motor económico del llamado "taller del mundo". Más adelante en el tiempo, Inglaterra devendría en la mayor potencia colonial del planeta.
Cromwell
La Revolución Inglesa del Siglo XVII precedió en más de un siglo a la Revolución jacobina en Francia. El jefe político y militar indiscutido de la Guerra Civil victoriosa fue Oliver Cromwell, del partido de los independientes. Las tensiones políticas que llevaron a la confrontación militar venían escalando desde mucho tiempo atrás cuando Carlos I quiso afianzar un régimen absolutista y licenció (cerró) el Parlamento durante once años. En 1637 el rey se vio forzado a convocarlo por la falta de fondos para afrontar la guerra con los escoceses, que habían invadido el norte de Inglaterra.
La amenaza escocesa fue aprovechada para imponerle la prohibición al rey de dictar nuevos impuestos y tributos sin la autorización del Parlamento. En este "Parlamento Largo" rivalizaban el partido de los Presbiteranos calvinistas y el de los Independientes puritanos comandando por Cromwell que enfrentaron juntos a Carlos I en la primera guerra civil. En agosto de 1642, el Rey declaró la guerra al Parlamento comenzando la primera guerra civil inglesa. Carlos I había intentado sacar provecho de una serie de disturbios campesinos que alarmaron a los diputados propietarios de tierras. El rey aprovechó la crisis para intentar detener a los diputados opositores en la Cámara de los Comunes. Fracasada la provocación, Carlos I marchó al norte del país donde se sentía más fuerte y desde allí inició la guerra contra el Parlamento.
Cromwell salvó a la Revolución con su espíritu de combate que lo distinguió de los indolentes generales presbiterianos que vacilaban ante cada acción. La razón de fondo radicaba en que los presbiterianos no peleaban para derrocar la monarquía sino para apurar una negociación que reconociera la fuerza del Parlamento. El relevo de los generales conciliadores, las reformas militares que permitieron el acceso al cuerpo de oficiales de campesinos y artesanos, y la comandancia directa de Cromwell en las acciones militares provocaron un giro en la primera guerra civil. De las derrotas iniciales el Ejército del Modelo Nuevo pasó a la ofensiva y aplastó a las fuerzas realistas tomando miles de soldados prisioneros y al propio Carlos I que fue enviado a Londres para responder por sus actos.
La segunda guerra civil volvería a enfrentar a Cromwell con los realistas pero en un marco distinto porque el Parlamento se escindió en torno a qué hacer con el rey y cuál debía ser la forma de gobierno. Esta vez el desencadenante fue la fuga de Carlos I con la complicidad de los diputados conciliadores, hostiles a la radicalización política que temían. La depuración y expulsión de los diputados presbiterianos consolidó la autoridad de Cromwell y del partido de los Independientes, que pasó a tener la mayoría en el Parlamento.
Fortalecido, Oliver Cromwell golpeó a derecha e izquierda, derrotó la intentona contrarrevolucionaria y avanzó en la otra depuración -la del Ejército- para terminar con los Niveladores. Las ocupaciones de tierras fueron suprimidas sin violencia por la falta de resistencia de los Cavadores. Cromwell actuaba a cuenta de una burguesía que quería firmeza y "orden" para la continuidad de sus negocios en la industria textil y mantener la primacía sobre sus rivales. En Los Países Bajos también se había producido una revolución burguesa que tomó la forma de una guerra nacional contra Felipe II y el imperio español. La guerra de los 80 años conducida por los calvinistas impuso la independencia de las ricas provincias del norte que constituyeron las Provincias Unidas. El sur de los Países Bajos continuó bajo el dominio español.
La suerte del rey, y de la contrarrevolución, quedó definitivamente sellada cuando los escoceses entregaron a Carlos I al Parlamento inglés a cambio de una jugosa suma de dinero. El descendiente de los Estuardo se había refugiado en Escocia para rearmar un Ejército realista con el auxilio de sus anteriores enemigos y con el apoyo de los católicos irlandeses y galeses. Devuelto a Inglaterra, y bajo la presión y agitación popular, el rey fue juzgado por alta traición, declarado infame y condenado a muerte. Cromwell y los Independientes apoyaron la ejecución del rey que puso fin -transitoriamente- a la Monarquía. En 1649, y cuatro meses después de que Carlos I fuese decapitado, se proclamó la República con Cromwell como el hombre fuerte del nuevo régimen.
El "regicidio" impactó en todas las Coronas de Europa, como sucedería posteriormente en Francia cuando Luis XVI y la reina María Antonieta fueron guillotinados durante el período más revolucionario y jacobino de la Gran Revolución Francesa de 1789.
De la República a la restauración de la Monarquía
En 1653 Cromwell fue nombrado Lord Protector con amplios poderes. Sin eliminar la República impuso una dictadura personal y militar de hecho, con el concurso de sus generales que pasaron a controlar las regiones de Inglaterra y sin el funcionamiento del Parlamento. Como Lord Protector, y para conjurar nuevos golpes contrarrevolucionarios, organizó expediciones punitivas y de represalias en Gales e Irlanda. La invasión a Irlanda dio lugar a una represión brutal y sangrienta que devastó poblaciones enteras asesinando "ejemplarmente" a miles de familias irlandeses. Al día de hoy, Cromwell es para los irlandeses un símbolo de la tiranía y la guerra de conquista que llevó adelante Inglaterra contra la "Isla Esmeralda" . El Lord Protector se adueñó de vastas tierras y las repartió entre los ingleses para su colonización.
Muerto Cromwell en 1658, Inglaterra atravesó un nuevo período de inestabilidad política que reavivó la discusión sobre el régimen de gobierno, incluido el retorno a la monarquía, con el Parlamento gobernando y dictando las leyes. La República de mano dura había cumplido su cometido y la burguesía inglesa quería la paz para consolidarse como clase dominante. Carlos II, también de la dinastía de los Estuardo, fue coronado rey jurando respetar al Parlamento. La restauración volvió pero bajo las nuevas formas impuestas por la Revolución y las guerras civiles que habían terminado con las aspiraciones absolutistas.
Curiosidades pero no tantas
Al día de hoy, el infame Carlos I tiene su estatua ecuestre en una emblemática calle londinense a pesar de haber sido ejecutado por traidor en 1648. La escultura fue seriamente dañada durante las guerra civiles y posteriormente restaurada cuando Carlos II fue coronado rey y los Estuardos volvieron al trono. El tercer Carlos en la historia de Inglaterra sería Carlos III quien asumió a la muerte de Isabel II en el año 2022 como integrante de la dinastía Windsor. Los funerales de Estado de Isabel II -quien reinó en Inglaterra durante setenta años- sacaron a la luz el patrimonio multimillonario de la familia real.
La monarquía británica no es una figura decorativa, tiene un enorme peso en la política nacional e internacional y es dueña de una gigantesca fortuna acumulada a costa de parasitar a toda la sociedad inglesa. El patrimonio privado de "The Firm" reúne todos los negocios inmobiliarios, e inversiones especulativas y bursátiles de la familia real que asciend a 28 mil millones de dólares. Esta enorme riqueza no incluye la fortuna personal atesorada por los distintos miembros de la Dinastía. Carlos III posee bienes propios por dos mil millones de dólares y su hijo, el Príncipe heredero Williams, integra el ranking de los super ricos. Entre los bienes que maneja "The Firm" hay yates, tierras, palacios, castillos y obras de arte invaluables. Según la Revista Forbes, la suma total de la fortuna de los miembros de la familia real podría alcanzar los 88.000 millones de dólares.
Todos los gobiernos de Inglaterra, conservadores y laboristas, han defendido a lo largo de la Historia la continuidad de la monarquía como símbolo de la unidad del Imperio. La abolición de la monarquía es una tarea democrática que solo la puede resolver la Revolución Socialista con la clase obrera en el poder y terminando con el régimen capitalista.
Una "curiosidad" más, en la década del '60, y en plena guerra de Vietnam, un movimiento pacifista adoptó el nombre de los Diggers o Cavadores. Los nuevos Diggers emparentados con la cultura hippie reivindicaban las comunas donde "todo era de todos", recogiendo los ideales utópicos de los viejos Cavadores del Siglo XVII.
Para finalizar, la Revolución Inglesa y los movimientos populares a la izquierda de Cromwell son material de estudio y formación para los socialistas revolucionarios del Siglo XXI.



