Alemania, tras el triunfo de la extrema derecha en Turingia

Enfrentar la guerra imperialista, el ajuste antipopular y el racismo xenófobo

Björn Höcke, dirigente de Alternativa para Alemania

Las elecciones en los Estados alemanes de Turingia y Sajonia llamaron la atención internacional debido a la alta votación lograda por la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que ya venía de conseguir, en junio, el segundo puesto en los comicios al Parlamento Europeo.

En el caso de Turingia, la AfD logró la primera victoria de una formación de derecha extrema desde la Segunda Guerra Mundial en una elección regional. Con más del 32% de los votos, quedó por encima de la Democracia Cristiana (CDU), con el 18%; la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) con el 15%; y Die Linke (La Izquierda) con el 13%. Le siguieron, con registros menores, las formaciones que integran el actual gobierno federal. La socialdemocracia (SPD) apenas superó el 6%, mientras que verdes y liberales (FDP) quedaron directamente fuera del parlamento, por no alcanzar la barrera del 5%. En Sajonia, se repiten la buena performance de la extrema derecha, que quedó en segundo puesto con casi el 31% de los votos, apenas por debajo de la CDU (casi 32%), y los malos resultados para las fuerzas del oficialismo federal (ver cuadros adjuntos).

Die Linke sufrió un enorme retroceso en Turingia (perdió 17 legisladores), que es resultado directo de la ruptura liderada por Sahra Wagenknecht, figura de elevado conocimiento público que armó una peculiar formación que lleva su propio nombre y combina planteos de redistribución de la riqueza y defensa de los trabajadores residentes, con otros contra los inmigrantes (control de las migraciones), en la misma sintonía que la derecha. Rechaza identificarse como de izquierda, o de derecha, y en febrero encabezó una movilización por el fin del auxilio militar a Ucrania y por una salida diplomática en ese conflicto, razón por la que los medios occidentales la califican como “pro-rusa”. Es la esposa de Oskar Lafontaine, exgobernador del estado de Sarre, quien rompió con la socialdemocracia a comienzos de siglo y cofundó Die Linke con elexpartido comunista de la Alemania del Este. Junto a los resultados de la AfD, el buen debut electoral de Wagenknecht es el otro dato sobresaliente de estos comicios. El 22 de septiembre, la saga electoral proseguirá en Brandeburgo, en el este alemán, donde se espera también una alta votación para la AfD.

Los fachos

La AfD es una fuerza xenófoba, hostil a los refugiados, que viene creciendo hace ya varios años, especialmente en el este. De hecho, los resultados que logró ahora en Turingia y Sajonia no desentonan con los que ya había conseguido en 2019. El líder de la AfD en Turingia es Björn Höcke, un profesor de historia que se incorporó a ese partido en 2013. En 2021, concluyó un acto en Merseburg con el lema “Todo por Alemania”, que era usado por las fuerzas paramilitares nazis. Aboga por una reinterpretación más favorable del pasado nacionalsocialista y supo calificar el memorial de las víctimas del Holocausto como una “vergüenza”. En enero de este año, la difusión de la participación de dirigentes de la AfD en un cónclave con famosos neonazis, donde se presentó un “plan maestro” para expulsar millones de migrantes y ciudadanos de origen extranjero “no integrados” (aun cuando gocen de la ciudadanía alemana), desató una conmoción política y movilizaciones populares de rechazo, pero no disminuyó su caudal electoral.

Höcke, que expresa al ala derecha de la AfD, lo que no es poco, emergió como figura política con la crisis de los refugiados, sobre todo a partir de 2015, cuando la Unión Europea se empantanó en un infructuoso plan de cupos entre los Estados para tratar de “socializar” la crisis creada en el bloque por los arribos masivos. En esta campaña de 2024, Höcke repitió la fórmula, valiéndose de lo ocurrido en Solingen (ciudad ubicada en el oeste alemán), donde un refugiado de origen sirio irrumpió a cuchillazos en una celebración local y mató a tres personas, para insistir en su asociación de las migraciones con el crimen y el delito. “Höcke o Solingen”, plantearon sus seguidores. El dirigente, a su vez, llamó a votar por su partido y “acabar de una vez con la aberración del multiculturalismo forzado” (El País, 26/8). Es, también, un cruzado contra el lenguaje inclusivo.

La AfD canaliza por derecha la crisis del capitalismo alemán, que se aceleró con la guerra de Ucrania. El fin de los acuerdos energéticos con el Kremlin privó a Berlín de combustibles baratos para su poderosa industria, al mismo tiempo que se disparaban en el mundo los precios. La inflación del 6,9% en 2022 (el nivel más alto desde la reunificación) y del 5,9% en 2023 golpeó el poder adquisitivo de los salarios y provocó una caída en el consumo. En 2023, la economía teutona se contrajo un 0,3% y para este año no se espera más que un crecimiento anémico. A estos problemas, se suma el malestar que despiertan las políticas de ajuste fiscal (freno de deuda) y las disparidades entre el oeste y el este. Sajonia, donde los filonazis acaban de salir segundos, acuna, por ejemplo, la región de Görlitz, golpeada por el cierre de una gran cantidad de minas de carbón tras la reunificación de 1991. Entre sus planteos, la AfD incorpora también el cese de la ayuda militar a Ucrania, que tiene un costo enorme para el Estado alemán. Según versiones periodísticas y encuestas, la mayoría de la población germana está en contra de la participación alemana en la guerra de la Otan contra Rusia. La AfD quiere una política “independiente” de la sumisión a los dictados del imperialismo yanqui, aunque es partidaria de fortalecer las fuerzas armadas alemanas. Y explota a su favor la rabia de sectores golpeados por la crisis, como el de los agricultores, que realizaron “tractorazos” a comienzos de este año ante la quita de subsidios al diésel.

El “cordón sanitario” en crisis

A pesar de su victoria en Turingia y sus logros en Sajonia, la AfD no tiene mayoría propia para formar gobierno y tampoco tiene aliados a la vista. El canciller Olaf Scholz (del SPD) exhortó a que se formen gobiernos sin la extrema derecha, mientras que la CDU anunció que buscará acuerdos con otros partidos. Pero, excluyendo a la AfD, los demócratas cristianos tendrían que recurrir a alianzas “cambalachescas” con socialdemócratas, BSW y tal vez, incluso, hasta Die Linke. Las negociaciones que vienen, entonces, serán tortuosas, más aún si se tiene en cuenta que el mal desempeño de las fuerzas del oficialismo federal (la llamada “coalición semáforo”) y sus duras internas reinstalaron los rumores de un adelantamiento electoral.

El planteo de Scholz para excluir a la AfD fue interpretado como una ratificación de la política de “cordón sanitario”, por el cual los partidos “democráticos” europeos apartan a la extrema derecha de las alianzas de gobierno. Este cordón, sin embargo, hace tiempo que fue traspasado, por ejemplo en Finlandia, con la integración al gobierno federal, en su momento, de los Verdaderos Finlandeses; en los Países Bajos, donde un sector de la derecha “democrática” acordó con el PVV (Partido por la Libertad) de Geert Wilders; o en España, donde el Partido Popular se asoció con Vox en varias regiones, por más que esos pactos ahora estén naufragando.

Incluso en Alemania hay un antecedente. En Turingia, tras las elecciones de 2019, ganadas por Die Linke con el 31% de los votos, la CDU estatal no pudo evitar la tentación y forjó un acuerdo parlamentario con la AfD y FDP que ungió como ministro-presidente al liberal Thomas Kemmerich. Aunque este pacto finalmente se frustró porque la mandamás de la CDU, Angela Merkel, lo dinamitó, y volvió al cargo Bodo Ramelow (Die Linke, con el apoyo de verdes y socialdemócratas), aquella experiencia mostró que se había roto un tabú.

La AfD de Alemania ya gobierna algunos pequeños municipios rurales y ahora, incluso si quedara excluida del gobierno, posee suficientes parlamentarios en Turingia y Sajonia para bloquear cambios constitucionales y el nombramiento de jueces. Todo esto va a llevar a los partidos tradicionales, sobre todo a la CDU, a terminar anudando acuerdos –al menos puntuales- con los fachos,bajo el argumento de ser realistas. Uno de los copresidentes de AfD, Tino Chrupalla, se jactó de que “ya no hay política sin AfD” (La Nación, 3/9).

La campaña electoral mostró, por lo demás, que estos fachos impusieron la tónica. El jefe de la CDU, Friedrich Merz, llamó a endurecer los requisitos migratorios, y Scholz deportó un vuelo con 28 afganos horas antes de las elecciones. Tras el atentado en Solingen, ya se había comprometido a acelerar las expulsiones y, el año pasado, declaró que “tenemos que empezar a deportar en gran escala”. Con estos planteos, se fortalece el discurso xenófobo de la AfD.

Cómo luchar contra la derecha

En primer lugar, se trata de ver quién encabeza y con qué planteo la lucha contra la guerra interimperialista de la Otan y Rusia. No se trata de hacer frentes “democráticos” con la socialdemocracia y los demócratas cristianos que vienen ejecutando el ajuste contra las masas trabajadoras y que son los abanderados del militarismo guerrerista, aliados a los Estados Unidos. Segundo, y fundamental, para derrotar a la extrema derecha, con sus planteos racistas y xenófobos, no se puede confiar en los partidos de la Unión Europea imperialista que, con su belicismo, sus planes de ajuste y sus ataques a los migrantes crearon las condiciones para el ascenso de la AfD. El camino pasa por la organización y la movilización popular, como lo vienen demostrando los trabajadores y la juventud en el Reino Unido, que salieron a disputarle las calles, con lemas como “refugiados, bienvenidos” y “el fascismo no es bienvenido”. Esta pelea tiene que integrarse a la lucha más general contra la guerra imperialista y los intentos del gobierno y la burguesía de transferir la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.

Turingia

AfD 32,4% (32 diputados, + 10 que en 2019)

CDU 18,3% (23 diputados, + 2)

Sahra Wagenknecht, BSW 15,6% (15 diputados)

Die Linke 13% (12 diputados, – 17)

SDP 6,2%(6 diputados, – 2)

Verdes 3%  (ningún diputado, – 5)

FDP 1% (ningún diputado, – 5)

Sajonia (porcentajes aproximados) *

CDU 31,8% (41 bancas, + 4)

AfD 30,7% (40 bancas, + 2)

SahraWagenknecht, BSW 12% (15 bancas)

SDP 7,6% (10 bancas, ídem 2019)

Verdes 5,2%(7 bancas, – 5)

Die Linke 4,5% (6 bancas, – 8)

* Aquí gobernaban hasta ahora la CDU con verdes y SPD.

Milei fue repudiado en Alemania
Una protesta contra el ajuste y la represión de su gobierno lo recibió en Berlín, donde se reunió con el canciller alemán Olaf Scholz. –
prensaobrera.com