Internacionales

30/11/2021

Amplia victoria electoral de la oposición en Honduras

El gobierno aún no reconoce su derrota.

Con el recuento por la mitad, Xiomara Castro se imponía holgadamente en las elecciones presidenciales de Honduras. La candidata de la alianza opositora le sacaba veinte puntos de ventaja a Nasry Asfura, el competidor del oficialista Partido Nacional (53 a 33%). En un lejano tercer lugar quedaba el representante del Partido Liberal (9,2%). La participación, del 68%, estaría bastante por encima del promedio, según los medios.

Las alarmas se encendieron por la noche del lunes, dado que el recuento se detuvo. Considerando los antecedentes de fraude, habrá que estar atentos a la evolución de la situación. Por lo pronto, y a pesar de que los sondeos los muestran abajo, los referentes del oficialismo cantaron victoria.

El Partido Nacional es -junto a los liberales- una de las fuerzas tradicionales del país y gobierna desde 2010, poco después del golpe de Estado contra Manuel Zelaya. Este dirigente de origen liberal, esposo de Xiomara Castro, fue depuesto por los militares (lo sacaron en pijama y lo pusieron en un avión hasta Costa Rica) cuando impulsaba una Asamblea Constituyente y había hecho aproximaciones con el gobierno venezolano. Fue el golpe que inauguró una triste saga que seguiría con Paraguay, Brasil, la tentativa de Guaidó en Venezuela, y Bolivia. Si se confirma la victoria de Castro, estaríamos ante una derrota de toda esa tendencia golpista.

El régimen surgido del golpe acentuó la miseria de Honduras. Bajo las administraciones de Juan Orlando Hernández (JOH), que llegó al poder en 2013, el país se ha consolidado como uno de los más pobres del continente (entre el 55 y el 70% de la población está en esa condición). Además, es uno de los más castigados por la violencia de las bandas criminales. Todo esto está en la base de la creciente migración hacia el norte. La mitad de los detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos en lo que va del año son de origen hondureño.

El gobierno está denunciado, asimismo, por sus vínculos con el narcotráfico. “Fuera la narco-dictadura”, ha sido una de las consignas de los explotados hondureños, en sus recurrentes movilizaciones contra JOH. El hermano del presidente y ex diputado, Tony Hernández, purga una condena a prisión perpetua por narcotráfico en Estados Unidos. Las sospechas de financiamiento narco envuelven al actual mandatario. La corrupción también sobrevuela al gobierno. El candidato del PN en estos comicios, alcalde de San Salvador, está involucrado en las revelaciones de los Pandora Papers sobre evasión impositiva.

Hernández logró su reelección en 2017 sobre la base de un escandaloso fraude. La oposición iba arriba en el conteo, pero se produjo un apagón. Treinta y seis horas más tarde, se habían dado vuelta los resultados. La movilización popular contra ese fraude, avalado por Estados Unidos, fue reprimida despiadadamente, con un saldo de más de 20 muertos.

En estos años, el régimen se fue descomponiendo. A la par de sus latrocinios, crecía el repudio popular. El derrumbe del PBI en 2020 (9% de caída) y los más de 10 mil muertos por la pandemia, desastrosamente gestionada, fueron el corolario.

En este escenario, Libre -el partido fundado por Zelaya tras volver al país en 2011- repitió para estos comicios una coalición opositora con Salvador Nasrallá, un presentador de TV que debutó en política como candidato de un partido anticorrupción en 2013 y que encabezó la fórmula opositora en 2017. Pero a diferencia de esa elección, el binomio tuvo en el primer puesto esta vez a Xiomara Castro. La presentación de esta alianza se hizo junto a Pedro Barquero, un hombre del sector empresario del norte del país y ligado a Nasrallá. Pareciera que un sector de la burguesía toma distancia del gobierno.

Castro hizo una campaña con duras críticas contra el gobierno y la promesa de despenalizar parcialmente el aborto (al contrario del gobierno, que ha endurecido la legislación). Con esto, explotó el malestar popular, sobre todo en la juventud, donde logró su mejor performance. También ha prometido la convocatoria a una nueva asamblea constituyente.

Sin embargo, la tónica de su discurso después de la elección fue completamente conciliadora. Postuló un “gobierno de reconciliación, de paz y justicia”, que no puede estar dirigido sino a los golpistas, y aseguró que “vamos a trabajar de la mano con el sector privado, para mejorar el clima de inversión con el objetivo de generar empleos” (BBC, 29/11). Un mensaje dirigido a las patronales. Libre no se propone iniciar un proceso de transformación social de fondo.

En el plano de la política exterior, Castro ha prometido retomar las relaciones diplomáticas con China, en detrimento de Taiwán. Esto ocurre en un momento de retroceso norteamericano en la región. Washington -que posee varias bases militares en el país- parece haber asistido al proceso electoral hondureño con cierto desaliento, entre la debacle de un régimen que prohijó y el posible regreso de aquellos que depuso en 2009. Por eso, el secretario adjunto del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, dijo que su país no tenía “preferencias” respecto a la elección.

En las próximas horas, será clave ver si el gobierno cede o intenta montar un nuevo fraude. El riesgo de esto último, para Hernández, es desatar un proceso de movilización popular de imprevisibles consecuencias.

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